Nueva vida, nuevo país

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Leyna Leonhardt se encontraba sentada en el avión rumba a Japón aún maldiciendo a su padre, sí, aquel maravilloso hombre había decidido que ella ya no podía con aquella albina de chispeantes ojos azules, y eso que lo había intentado todo... Escuelas privadas, profesores particulares, internados... Pero Leyna parecía hecha para romper todas los esquemas de conducta que había. Su último y desesperado intento fue mandarla con su ex mujer, tal vez en un pais donde imperaba la educación y seguir las leyes su hija podría relajarse un poco.

La joven miraba con enfado la ventanilla cuya única defensa era devolverle su reflejo, una joven de pelo blanco y ojos azules con una tez tostada, sí, todos decían que Leyna tenia una apariencia angelical, su nombre en concreto significaba ángel.
Finalmente se resigno a aquella inmigración obligatoria, se puso los cascos e intento relajarse con música.

En un momento del vuelo se durmió y no abrió los ojos hasta que una amable azafata le informó que había llegado a su destino. Cuando puso un pie en Japón vio a aquella mujer,pelo negro y ojos castaños, bendito era el cielo por haberle dado la apariencia de su padre porque desde luego que no quería compartir nada con su progenitora
-Leyna, cariño- la abrazó como solo una madre sabría hacer.
-Hola- dijo secamente, su madre se había largado con su amante cuando tenía 8 años, jodido lo llevaba si pensaba que se iba a poner en plan hija perfecta.
-Ven te ayudaré con las maletas.
-No hace falta, además aparentemente yo estoy más en forma que tú, no era arrogancia pero su madre media como 1'57 centimetros mientras que ella le sacaba 20 centimetros.
-Sí, claro....- no sabía que decir- ya te hemos matriculado en una preparatoria, creo que mañana puedes empezar.
-Maravilloso- dijo irónica.- ¿Podemos ir a tu casa? Tengo que guardar mis cosas, y decirle a los capullos de mis amigos que el avión no se ha estrellado, ni que me he tirado en mitad del vuelo.
-Leyna, ese vocabulario.- la regaño mientras la guiaba al coche
-Sí, sí...
El viaje en el coche se hizo en totalinteresante. Giselle no sabía que decirle a su hija y por su parte Leyna no quería hablar con su madre, y mientras avanzaban la joven miraba atentamente su nueva ciudad.
Llegaron a una casa de dos plantas con un bonito jardín, pero si a la oji azul lo disimulo muy bien.
-Aqui abajo se encuentra el salón, la cocina, el recibidor y un baño, arriba estan los dormitorios. Recuerda que te debes quitar los zapatos antes de entrar.- la joven miro a su madre molesta- son las costumbres, cielo.
-¿Y tu maridito?- pregunto una vez se había liberado del calzado
-Trabajando- contesto con simpleza- volverá tarde.
-Dejame adivinar desde que os casasteis dejaste de trabajar para ocuparte de la casa, y cuidar de tus hijos.
-Hemos decidido no tener hijos, ya sabes el tiene dos hijos con su anterior esposa y yo te tengo a ti...- la mirada de su hija la estabs poniendo nerviosa, llevaba nueve años en Japón y allí el contacto visual no era algo muy común, y menos aún cuando a lo único que se dedicaba era ir al súper y hacer las tareas del hogar.
Leyna no hablo más, no le tenía mucho cariño a su madre, pero tampoco le gustaba ver mal a las personas, y se notaba a kilometros que había metido el pie en un terreno delicado.
-¿Mi cuarto?- pregunto suavizando el tono de voz y mirando al suelo.
-Sigueme.
La decoración era sencilla, pero le daba un aire acogedor, finalmente llegaron al cuarto de la chica que nada más llegar se metió corriendo para no tener que aguantar otra palabra de la mujer.
Tras colocar las cosas en su sitio se dispuso a llamar a su padre, espero pacientemente hasta que por fin su progenitor se digno a coger el móvil.
-Hola princesa mía- dijo con tono alegre
-Vete al jodido infierno- escucho como el hombre se reía.- ¿no había otro lugar en el mundo? No sé, por ejemplo guantanamo.
-Lo cierto es que baraja la opción de mandarte al ejercito, pero ya sabes princesita que no me iba a arriesgar a que tuvieras un arma en tus preciosas manos.- odiaba aquel tono burlón.
-Papi querido, cuando estes viejo y pachucho olvidate de que te deje elegir la residencia en la que quieres estar.- su padre guardo silencio
-¿Que tal tu madre?
- Se pasa el día siendo la chacha del amante, y por tu bien espero que no acabe como ella.- le amenazo.
-Bueno reina que te sea leve, un año no es nada de tiempo.
- Papá, el tiempo es relativo y esto pinta como una tortura en el inframundo. Empezando por tener que vivir con la mujer y el hombre que me jodieron la infancia y, acabando por tengo que vestir un jodido uniforme de marinerita.
-Mira las ventajas, te puedes hacer fotos monas.
-Tambien puedo iniciar una carrera como stripper. Bueno adiós.
-Chao, angelito.
Tiro el movil contra la cama, aquel hombre tan jodidamente bipolar la sacaba de quicio, pero tampoco podía recriminarle nada, aún. Examino los libros de texto, vale la manía de su abuelo paterno de que aprendiera idiomas al final había sido útil para algo, cuando volviera a visitar su tumba le llevaría lo que más le gustaba una cerveza irlandesa y una revista playboy, sus amigos se escandalizaron la primera vez que oyeron aquellos singulares presentes para el fallecido, pero, joder a su abuelo no le gustaba las flores y además le daba igual lo que pensaran los demás de ella.
-Leyna, Shun llegará pronto y vamos a cenar.- la aviso su madre
-Vale....
Bajo con desganas, y en cuanto sus cuartos traseros tocaron la silla el marido de su madre hizo aparición por la puerta, recordaba vagamente a aquel hombre ojos grises y pelo negro, la última vez que le vio le había regalado una chuche y lo encontró encantador, al menos su tierna mente infantil lo hizo, meses después se llevo a su madre.
-Buenas noches- la saludo mientras se quitaba la corbata, ella hizo un ligero movimiento con la cabeza.
Si hubiera tenidi un cuchillo a mano podría haber cortado la tensión perfectamente, ambos adultos, nervioso, hablaban acerca de temas sin relevancia, ella comía en silencio con cara de fastidio. Cuando acabó de comer dejo los platos en el lavadero.
-Leyna mañana empiezas la preparatoria y, lo ideal sería que para las seis estuvieras en pie.- le dijo Shun, intentando sonar paternal, lo ignoro y subió a su cuarto puso el despertador y se tumbo en la cama. Mañana iba a ser un día interesante.

I Can't Be TamedDonde viven las historias. Descúbrelo ahora