Sí, porque ya no es un idiota, ahora es un intento de idiota.

—Apuesto 50 a que recupera la llave.

Valera apuesta a mi favor, claro que como están las cosas, si quieren ganar, apuesten a que no lo voy a hacer.

—El equipo apuesta 200 euros a que la chica es una niñita pequeña que no tiene las agallas para hacerlo.

Esperen, ¿acaso me llamó niñita?

Tranquila Ana, inhala y exhala. Inhala y exhala.

En ese momento las apuestas volaron, unos alumnos apostaban en mi contra y otros a mi favor.

Nathan seguía con la llave en los labios y una sonrisa que combinaba con la situación.

— ¿Qué gano yo con esto?

—Si lo haces, te llevas el dinero del equipo, y admitirás que Nathan es un gran besador como todas las chicas que lo conocen.

Definitivamente no es una opción.

—¿Y si me niego?

—Tendrás que estar esposada con Nathan el resto de la semana y demostraras que no tienes interés alguno en él, todos estamos de testigos.

El equipo estalla en carcajadas, giro mí vista hacia Nathan que sólo esperaba con la llave en los labios.

Pienso en todas mis opciones, tenía que elegir entre hacerlo y quedar como la chica nueva interesada en Nathan o estar los 3 días restantes de la semana junto a él, demostrando que lo detestaba.

—Decide preciosa.

Si de todos modos la cosa va a estar mal por donde tome camino, y primero mi orgullo que cualquier otra cosa. Ya está lo suficientemente lastimando para que ahora venga este y lo pisotee. Si quiero quedar con un poco de dignidad no debo permitir que ninguno de los caprichosos chicos del equipo me dominen. Aquí empieza la guerra.

—No lo haré.

Escuché el Oh de los alumnos y observé las miradas confundidas del equipo.

Si quieren jugar van a dar un Game Over, bastante grande.

— ¿Qué?

Nathan está tan atónito como el resto del instituto, que ahora hasta los que estaban fuera de la cafetería, se pelean para entrar y ver en primera fila lo que está pasando

—Ya escucharon todos, no lo haré, pasaré los siguientes tres días atada a ti.

Todos absolutamente todos, me observaron impasibles y confundidos. Mientras un silencio fúnebre sacudió el lugar, esperando que yo estuviese a punto de retractarme, o simplemente hacerlo.

—Entonces tenemos un trato.

Nathan alzó el codo y lanzó la llave, la cual perdí de vista en el momento que pisó el campo. Me recorrió un viento gélido en la espina dorsal, la respiración me falló, hasta el punto que tuve que abrir ligeramente los labios para poder respirar un poco normal. No sé si es por el hecho del enojado o porqué ahora el pánico me ha envuelto en su oscura manta completamente.

— ¿Es que acaso te has vuelto loco? Debo ir a casa y definitivamente tú no irás conmigo.

—Usted lo ha decido señorita orgullo.

El ambiente a mi alrededor deja el silencio fúnebre para estallar en carcajadas como al principio, y eso solo significa algo: Algo peor se me viene encima.

—Esto no era parte del trato, creí que sólo en el colegio estaríamos esposados.

—Nunca hablamos de los detalles.

¿No se supone que el capitán del equipo es Nathan? ¿Entonces por qué diantre este hijo de su madre anda hablando por todos desde el principio?

—Estás loco, tengo que ir a casa, asistir a clases, tomar una ducha, incluso ir al baño.

—Pues que lo hacemos juntos y ya está. Ahora camina que tenemos historia y no quiero llegar tarde.

No tuve tiempo de discutir nada más, él me encaminó hacia el aula de historia. ¿Pero qué pensarían los profesores? ¿Qué haría para entrar a casa y dormir sin que mis padres notarán que tenía a un chico atado al brazo?

¡Esto es una estupidez!

Pero ya no puedo cambiar de opinión, todos son testigos, no puedo echarme para atrás.

—¿Demonios en que me metí?

Susurro de forma molesta entre dientes. De verdad que no puedo creer que entre más pacifica trato de ser, en más líos me meto.

¡Pido otro aplauso para mi fabulosa vida!

— ¿Es que acaso has dicho algo?

— ¿Te importa estúpido?

—Estúpido y todo, pero soy encantador.

— ¡Arrogante!

—Chillona. Vamos a estar así por lo menos tres días así que dime tú nombre.

—Se nota que eres muy observador, tonto, he estado todo el día en tus mismos salones y en todos me he presentado. ¿En serio no te sabes el nombre de la chica que te golpeo e hirió tú orgullo? ¿En serio eres un capitán? Porque de ser así, no creo que seas tú el que haga las maniobras del equipo, porque no captas detalles, así como no captas mi desprecio hacia ti, por eso te llamo idiota.

Ni se inmutó, quiero dañarle la paciencia para que me deje libre, pero él muy tonto sonrie, me giña un ojo antes de pronunciar.

—Mucho gusto Ana.

¡Hoy va a ser un largo día!

Las clases transcurrían, al parecer ningún profesor notó algo extraño y si lo hacían lo disimulaban muy bien, habíamos elegido el asiento de atrás para no llamar la atención. Por supuesto de que la opción de que disimulaban es la más accesible, ya que ninguno hizo que me volviera a presentar. Raro porque todos lo habían hecho.

Nathan y yo no habíamos vuelto a entablar conversión. Principalmente porque yo ni lo miraba, la única vez que medio decíamos algo era porque, no se imaginan lo difícil que fue para ambos escribir. Claro a él no le importaba en lo absoluto, en cambio yo en mi primer día no podía perder ni una sola nota de lo que dictaban. A veces me jalaba la muñeca a propósito para que me desconcentrara.

Al finalizar el día de clases era hora ya de ir a casa y no sabía exactamente qué sucedería.

—Creo que tengo que ir a casa.

—Claro ¿Dónde vives?

Pregunta como si nada en la vida, y sonríe. ¡Y el muy cabrón sonríe!

— ¿Estás de broma cierto? ¿No pensarás que te voy a llevar a casa?

— ¿Acaso prefieres la mía?

¡Dios dame paciencia, porque si me das fuerza lo mato!

—Ni aunque tuviera pase VIP al manicomio iría a tu casa, vamos a la mía.

Sonríe triunfante, mientras yo estoy segura de que ya algún cajón en la funeraria tiene mi nombre y apellido en una placa bien bonita.

¿Qué le voy a decir a mis padres? Este esperpento de aquí al lado, se ve que no sabe perder, y algo me dice que soltarme sería hacerlo.

¡Joder!

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