Capítulo 4 (Corregido)

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Tendrá que aprender a ir por el buen camino o en su caso, volver a él.

Oh bien, entonces tendré que pillar tres billetes en lugar de dos —Dijo Marcus con tono tranquilo.

— ¿Tres billetes? —Le pregunté confundida.

Claro, dos para nosotros y uno para Nicky —Me respondió con simpleza.

—Marcus, no puedo llevarme a Nicky a Italia. ¡Es menor de edad y además tiene que asistir a clase! —Le recordé sonriendo alucinada.

Vale, tienes razón. Entonces...me temo que tendré que quedarme en los Estados Unidos más tiempo del que tenía planeado —Dijo él y apuesto a que ahora se debe de estar rascándose la barba, como hizo anoche durante la cena.

Pude ver que había adquirido esta habilidad recientemente (puesto que nunca lo hacía en el instituto) y cuando lo hacía siempre se debía a que estaba concentrado en sus pensamientos.

— ¿Qué? ¿Hablas en serio? ¿Es que no tienes cosas importantes que atender en la empresa? Digo, eres el presidente de dicha empresa después de que tu padre se tomase unos años sabáticos, ¿no? —Le recordé de nuevo y sintiendo un ligero pinchazo en el corazón.

En efecto, ¿pero quién dice que no puedo pasar un par de días de vacaciones? Hace años que no lo hago y creo que ya va siendo hora de usar mis privilegios como presidente de la empresa. De modo que, querida, me quedo en Nueva York contigo —Contestó él con tono alegre.

No tengo que estar allí para saber que ahora mismo debe de estar sonriendo victorioso.

—Muy bien, como quieras. Pero te aviso que no conseguirás lo que planeas, Marcus, para lograr lo que pretendes necesitarás un milagro —Le advertí mientras caminaba hacia la sala de espera junto a mi puerta de embarque.

¿Y qué pretendo exactamente, señorita Valery? —Preguntó él con tono indiferente.

—No te hagas el interesante, saber perfectamente de lo que estoy hablando. Y debo decirte que pierdes el tiempo, así que te recomiendo que emplees tu tiempo en algo más productivo y con lo que estés seguro que vas a salir ganando —Le recomendé yo sentándome en una de las sillas.

Oh Valery, tú mejor que nadie deberías saber que cuando quiero algo siempre, siempre lo consigo. Tú eres la prueba viviente de ello —Me respondió con una pequeña carcajada.

—Como ya te he dicho, puedes hacer lo que quieras. Veremos quién sale perdiendo en este juego que te has montado tú solito. Ahora tengo que colgar, quiero ponerme al tanto con tu caso y tener varias salidas preparadas en el caso de que perdamos el juicio —Le dije sacando mi tablet del bolso.

Como quieras, pero no veo motivos para ello. Estoy completamente seguro de que ganaremos el juicio —Dijo él con un tono lleno de seguridad y confianza.

—Ah, ¿sí? ¿Y qué te hace estar tan seguro de que ganaremos? —Pregunté sonriendo divertida, al mismo tiempo que tecleaba en la pantalla de la tableta.

El móvil lo tenía sujeto con el hombro y mi mejilla, pero tras conectar los auriculares no fue necesario seguir sujetándolo de esa forma y ahora mi móvil se encontraba en mi regazo.

¿Tú? Eras persistente cuando tenías dieciséis años y ahora que te has convertido en abogada penalista, lo eres aún más, de modo que no tengo ninguna duda de que aplastarás al otro abogado en el juicio —Dijo él alegremente. Sus palabras me hicieron sonrojar de nuevo, maldita sea.

—Vaya, parece que coincidimos en algo esta vez. Aunque nunca hay que subestimar al contrincante, porque puedes llevarte una sorpresa desagradable —Le comenté yo.

Siempre Juntos (Corrigiendo)Onde histórias criam vida. Descubra agora