Finale II

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-Dean...- volvió a llamarlo.- Dean...- continuó cuando los sollozos comenzaban a hacer temblar su cuerpo otra vez. Se tiró sobre su pecho, con la cara vuelta hacia el rostro de él, acariciándolo. Sus ojos aún permanecían abiertos. No iba a cerrárselos, si hacia aquello significaría que todo había acabado. Vio sobresalir de su chaqueta la primera espada justó cuando notó una mano agarrándola con fuerza del brazo.

La cogió con firmeza justo antes de que alguien la levantase. Apareció delante de un hombre de ojos negros, sintiendo la sensación de vértigo que siempre se instalaba en su estómago cuando Castiel los transportaba de un lado al otro.

Miró hacia el suelo para encontrarse en el amasijo de tierra quemada. En frente de ella estaba Metatrón con un cuchillo en la mano. Su pelo se arremolino tras su nuca, y por la cara que puso el hombrecillo supuso que alguien más había aparecido detrás de ella. Su aliento helado volvió a erizarla el vello de la nuca. En ese mismo momento supo de quién se trataba y se giró sobre sí misma clavando la primera espada en su abdomen.

El hombre con los ojos negros y rojos le miró con expresión de sorpresa y después echó un vistazo a su estómago, donde el puñal ahora se hallaba enterrado. Se deshizo en una completa nube de humo verdoso al igual que la que había aparecido sobre sus cabezas.

El humo fue absorbido por la primera espada al igual que lo habían hecho los dos pecados capitales que habían conseguido apresar antes de ponerle la marca. Cuando la última voluta desapareció, la chica salió lanzada hacia atrás, llevándose a Metatrón por delante.

Rodó varios metros al tocar el suelo sintiendo la grava arañando sus brazos. Trató de levantarse, aturdida, pero sólo consiguió arrastrarse unos centímetros, clavando las uñas en la tierra, antes de levantar la cabeza.

Vio a Sam tirado junto al cuerpo de su hermano, Liz y Castiel luchaban contra los demonios que quedaban y que se acercaban con ellos tratando de aprovechar la oportunidad para acabar con ellos. El ángel sólo desvió la vista de uno de sus objetivos durante un segundo, el suficiente como para fijar su mirada sobre Emma. La chica asintió y vio al ángel reagruparse rápidamente. Se agachó junto a Dean y Sam y extendió una mano sobre cada uno, mientras gritaba algo a Liz. Esta se agarró al brazo del de la gabardina y, al momento, desaparecieron.

Emma dejó caer su cabeza sobre la tierra, agotada. Apenas notó cuando alguien la cogía por los hombros y la arrastraba. Se encontró tendida sobre la zona de tierra quemada, otra vez. Todo le importaba una mierda es ese momento. Había perdido a Dean, y lo demás daba igual. Él era lo único que le había permitido mantener los pies en la tierra, y ahora no tenía nada con lo que anclarse. No tenía nada por lo que luchar. De qué le servía seguir allí si no tenía nada.

Por eso no se quejó cuando sintió al ex-ángel cogiéndola del pelo para levantarse la cabeza. Cerró los ojos cuando notó el filo de un cuchillo pasar por su cuello. Y al igual que había hecho Dean unos segundos antes, se dejó ir. "Dean, perdóname".

...

El hombre bajo de la chaqueta gris, empujó el cuerpo inerte de la chica para apartarlo de la explanada. La tierra que hasta ese momento había estado ennegrecida comenzó a hundirse hasta convertirse en un hoyo que tragaba todos los pedazos de tierra y hierba que se encontraban cerca. Parecía un agujero negro, y por un momento aquel hombre, que antaño había sido un ángel, temió que se lo tragase a él también. Se apartó cuando comenzó a oír sonidos atronadores que provenían del fondo de aquel agujero que parecía no tener ningún fin.

Un ramalazo de luz salió de allí, y dos cuerpos aparecieron entre los fogonazos. Dos hombres, rubios, uno parecía casi un adolescente, el otro cercano a los cuarenta. Ambos tirados en el suelo, levantaron la mirada confusos, pasando del hombre que los observaba a mirarse entre ellos. Trataron de ponerse en pie rápido y el mayor elevó una mano en dirección al otro haciéndolo explotar en miles de partículas y salpicando al que los había sacado de la jaula.

Metatrón había estado esperando aquello, tenía claro que apostaría por el mejor postor. Por el que quedase en pie. Aunque no comprendió porque Lucifer había empleado aquella táctica. Era igual de poderoso que su hermano, y podría haber acabado con él en el momento. Sin embargo sabía que lo que acababa de hacer sólo serviría para retrasar a Miguel unos minutos. El arcángel no tardaría mucho en recomponerse y volver a por él.

Lucifer se incorporó, se sacudió las prendas que llevaba, tratando de quitarse el polvo de encima, ante la atenta mirada de los demonios que habían sobrevivido y de Metatrón

-Otra vez este saco de huesos.- Comentó, para después mirar a Metatrón.- ¿Tú?

-Hermano.- Saludó Metatrón. No tenía muy claro las palabras que podía decir delante de él, sabía que siempre había sido temperamental, y podía hacer lo mismo con él que lo que había hecho con Miguel. Pero en ese caso él no podría recomponerse. Tenía claro que él no tenía el favoritismo que había tenido el de la gabardina cuando Lucifer había empleado la misma táctica.

-¿Has sido el que nos ha sacado?- Preguntó el rubio tanteándolo.

-Con un poco de ayuda.- Dijo señalando con la cabeza el cuerpo de la pelirroja que se encontraba a un par de pasos de Lucifer, sabiendo que la reconocería. Al fin y al cabo conservaba los recuerdos del cuerpo que ocupaba, y en este caso era el del hermano de Emma.

Lucifer alzó una ceja mientras observaba a la chica. Estaba tendida sobre el suelo con los dos brazos extendidos. Las manos se habían quedado agarrotadas, arañando el suelo.

-La sangre del primer recipiente.- Dijo mirando dudoso otra vez a Metatrón. -¿Qué es lo que pretendes, hermano?

-Ayudarte.

-Vamos, Metatrón. Yo tenía fama de ser el malcriado de papá, pero tú siempre la has tenido de chaquetero.

-Míralo por este lado, al menos sabes a qué atenerte conmigo.- Comentó el aludido sonriendo socarronamente.

-¿Qué quieres, Metatrón? No voy a repetirlo una segunda vez.- Amenazó dando un paso hacia él y poniendo los dedos en posición como si estuviese a punto de chascar los dedos.

-Devuélveme mi gracia, y te ayudaré en todo lo que sea posible.- Afirmó dando un paso hacia atrás asustado.

-Ya decía yo que te notaba algo... raro.- Dijo señalando con su índice todo el cuerpo del antiguo ángel. -¿Quién te la quitó?

-Castiel.- Contestó con rencor, mientras observaba a su hermano mayor.

-Lo maté.- Afirmó Lucifer apretando las manos en gesto de furia.

-Papá debió pensar que reconstruirlo era una buena idea. Y aquí estamos.- Lucifer volvió a pasear su mirada del cuerpo de la hermana de Nick a los alrededores, como si estuviese sopesando alguna idea.

-Primero, vámonos de aquí. Necesito recobrar las fuerzas antes de que Miguel vuelva con todo el ejército.- Dijo acercándose al escriba. Con un simple toque ambos desaparecieron.

Nadie había parecido darse cuenta de que la primera espada seguía en el campo de batalla, enterrada bajo el cuerpo de la chica. La marca en el brazo de esta comenzó a brillar.

Emma sintió el frío creciendo dentro de ella, extendiéndose a la vez que un gran peso parecía desaparecer de sus hombros. Aquello contraponía el ardor que comenzaba a notar en su cuello, dónde Metatrón había realizado el corte, aquel que había acabado con su vida.

Como si nada hubiese ocurrido, la chica comenzó a coger aire, atragantándose con las primeras bocanadas y tosiendo debido a esto. Cuando consiguió ser consciente de los sentidos por todo su cuerpo, abrió los ojos, observando la tierra que se extendía delante de ella y los árboles más al fondo. Pero sus ojos no eran los mismos de antes. Entrecerró los dos pozos negros que ahora le daban la vista, furiosa y agarrando en un puño la tierra que se encontraba bajo sus manos.

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BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora