CAPÍTULO 15: Hell, not again

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Un par de días después del incidente, volvían al refugio de los hombres de letras, con Emma en el asiento trasero llena de vendas, puntos y escayolas. Cuando estaban llegando a la entrada vieron de lejos una silueta conocida. La chica fue la primera en hablar.

—¿Es ese Castiel?— no respondieron, Dean simplemente detuvo el coche en la entrada de mala manera y se bajó.

—Dean—le llamó Sam como advertencia mientras bajaba del coche.

Anduvo hacia el ángel, cabreado, le iba a soltar un puñetazo en cuanto llegase hasta él.

— Dean, para— su hermano pasó corriendo por su lado y se detuvo delante de él.

—Apártate, Sam—ordenó. Observó a Castiel por encima de su hombro que me miraba con el ceño fruncido.

—No. Déjame a mí hablar con él— un segundo después Emma estaba a su lado, con la mano buena apoyada sobre su brazo.

Intentó tranquilizarse mientras Sam se daba la vuelta para quedarse mirando directamente al de la gabardina.

—Cas, ¿dónde has estado?

—En el cielo.

—¡¿Y las líneas telefónicas no funcionan en el cielo?!

—Dean— le advirtió Emma.

—Tengo que contaros algunas cosas.

—Cas, Emma ha estado a punto de morir.

—No seas exagerado, estoy como una rosa— la echó una mirada de advertencia, consiguiendo que se apartase de él y pusiese los ojos en blanco.

En un abrir y cerrar de ojos Castiel estaba delante de ella, con dos dedos sobre su frente. Se alejó un par de pasos y se dirigió hacia el mayor de los hermanos.

—¿Podemos entrar? Es importante— insistió, haciendo que Dean fuera el primero en echar a andar al refugio.

—Empieza por contarnos por qué cojones no contestaste cuando te llamamos la otra noche.

—Me perseguían, Dean, estaba intentando salvar mi vida, perdona si de vez en cuando antepongo mis necesidades a las vuestras— touché. El aludido se calló y lo dejó seguir hablando—. Hay un gran revuelo ahí arriba.

—Y nunca mejor dicho—murmuró Emma sentándose en una de las sillas de la sala de la biblioteca. Alzó su mano y Dean se la chocó apoyando su chiste mientras se dejaba caer en la mesa a su lado.

—¿Por qué?—preguntó Sam.

—Todos volvemos a tener las alas" reconstruidas"— explicó—.D esde que se abrió el sello. Sospechamos que ha sido Dios.

—Ya estamos otra vez—comentó el mayor de los hermanos, restregándose los ojos.

—¿Dios?— Emma les observaba con los ojos abiertos.

—¿Te sorprende que Dios exista, teniendo un ángel delante de tus narices?

—La verdad es que ahora que lo dices, no— respondió riéndose mientras le daba golpes a la escayola del brazo contra la mesa para quitársela, provocando la carcajada, en este caso, de Dean.

—Esto es importante— repitió el ángel con la seriedad que le caracterizaba—. He averiguado algo más. Si los demás ángeles se enteran de que Hannah me lo ha contado...

—Cas, suéltalo ya— le recriminó Sam.

—Los demonios quieren volver a sacar a Lucifer de su jaula— el silencio se hizo en el refugio. Durante unos segundos nadie dijo nada.

—Es no tiene pinta de ser nada bueno— murmuró la pelirroja.

—Creo que están buscando a Sam— Continuó Castiel. Dean miró a su hermano, preocupado.

—¿Cómo piensan abrir la caja? ¿Van a volver a abrir los sellos?

—No, esos sellos ya están abiertos. Y no hay suficientes como para poder abrir otros 66. Se puede sacar a Lucifer de otras maneras.

—¿Cómo?— exigió Sam. Tenía un tic en la pierna y parecía estar a punto de echar a correr.

—No lo sabemos.

—¿Y si Sam no acepta? ¿Si Lucifer no tiene recipiente?

—Puede emplear la forma de Nick un tiempo, recuperando su cuerpo.

—Joder — el rubio se echó las manos a la cabeza con desesperación —. Es como un maldito Dejavú.

—Eh, hola. Me he perdido— intervino Emma, levantando una mano y agitándola en el aire—. ¿Por qué buscan a Sam? ¿Por qué Sam tiene la posibilidad de negarse? Que yo sepa a mi nadie me dio a elegir cuando esos demonios me poseyeron. ¿Qué son esos malditos sellos? ¿Y quién es Nick?— preguntó Emma mientras iba enumerando las preguntas con las manos.

—Soy el recipiente de Lucifer en la Tierra. Puede usar otros cuerpos pero el único que puede aguantar a Lucifer es el mío. Además él no es un demonio, es un ángel caído, así que para usarme como una marioneta tengo que aceptar.

—¿Y esto ya ha pasado antes?—se quedaron todos en silencio, mirándose los unos a los otros. No sabían cómo explicarle aquello. ¿Cómo le cuentas a alguien que estuviste implicado en provocar el Apocalipsis?

Sam aún se sentía culpable por aquello, no pudo continuar hablando, y salió hacia la sala de la entrada, dirigiéndose después a uno de los pasillos que daban a ella

—¿He dicho algo malo?— Dean le echó una mirada a Castiel, y este se fue detrás de Sam, dejándole a solas con la pelirroja.

—Sam y yo no siempre hemos confiado en la gente correcta. Hace unos años rompí un sello por hacer un trato con un demonio de un cruce de caminos, para resucitar a Sam. El sello que abrí fue el primero que se necesitaba para desatar el apocalipsis— no quiso entrar en detalles,  también se sentía avergonzado por lo ocurrido en aquel entonces, había roto el primer sello accediendo a torturar almas en el infierno —. Cas me... ayudó, así le conocí de hecho. Los demonios empezaron a abrir más sellos. Y Sam abrió el último, sin saberlo, y desatando el apocalipsis— no iba a contar lo que hizo su hermano si no le contaba lo que había hecho él primero. 

—¿Qué ocurrió? Porque está claro que el mundo no se acabó y yo no recuerdo a los cuatro jinetes correteando por aquí.

Dean sonrió por la ironía. Emma no sabía lo cerca que estaba de la realidad.

—Sam aceptó ser el recipiente de lucifer, tomo el control de su cuerpo, y se tiró a la jaula encerrándose a sí mismo ahí abajo con él. Después lo sacaron del infierno, pero su alma se quedó allí. No te puedes imaginar todo lo que tuvimos que hacer para que dejase de ser Robosam.

—Dios santo. Tenéis una tendencia muy mala a liberar cosas— el hombre asintió levemente—. Como he dicho, Sam y yo tendíamos a cagarla al intentar salvarnos el uno al otro.

Con aquello último, se incorporó y fue a la cocina a por una cerveza, dejando a Emma sola.

BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora