Capitulo 23: Tatakai

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Apenas el profesor salió del aula, ella dejó caer la cabeza contra su mesa, sintiéndose un poco vacía por dentro.

Le había dicho a su padre que necesitaba quedarse en casa, al menos ese día, pero él se había negado, sin aceptar cualquiera de sus excusas y sugerencias del día, diciéndole que le dejaría acurrucarse en su autocompasión aquella tarde, pero tenía que ir a la escuela.

Estaba vacía e irritada.

— ¿Todavía te sientes mal, mon chéri?

Levantó lentamente la mirada, encontrándose con los orbes rozados de su novio...

«Su novio...»

—Estoy bien, solo algo vacía, era el último libro de la saga, y las cosas no terminaron como me hubiese gustado.

El chico se inclinó hacia delante, acariciando con suavidad su cabello, tratado de consolarla con el pequeño gesto.

—Lo siento por eso.

— ¡Dejen de coquetear! —dijo Yumiko casi en un grito—. Ayúdenos a acomodar las mesas, así podremos almorzar.

Las mejillas de ambos tomaron un tono carmín, ganando la atención de sus amigos, quienes les observaron fijamente durante un momento, dejando las mesas exactamente como estaban, sin saber que pensar de aquello.

—Chicos... —llamó Saburo, con una sonrisa burlona—. ¿Algo que quieran compartir con el grupo?

Antes de que alguno lograra decir algo, otra voz habló:

—Natsuki–chan.

Todos se giraron a la vez, encontrándose con Tsubasa, quien estaba recargado en la puerta, los labios fruncidos y lo brazos cruzados sobre el pecho.

—Ven un momento con tu senpai, necesitamos hablar.

Casi sin pensarlo volteó a ver a Ryonosuke, esperando a que el chico dijera algo para evitar que ella fuera, pero él se limitó a mostrarle una sonrisa y señalar la puerta con un ademán de cabeza.

—Ve, es nuestro superior.

Frunció los labios, definitivamente odiaba eso, ella quería quedarse ahí y poder disfrutar de su maldita comida con sus amigos y su novio, pero tenía que ir, porque si no todos esos idiotas lo iban a considerar una gran falta de respeto.

Maledettamente strana cultura —maldijo entre dientes, dirigiéndose hacia la puerta.

Apenas se encontró frente el chico de ojos morados, este se alejó de la puerta y comenzó a caminar por el pasillo, sin voltear hacia atrás, como si estuviese seguro que ella iba a seguirlo; como si ella fuera el maldito cachorro de esa relación, era un completo idiota. Iba a golpearlo.

El varón se detuvo en las escaleras, volteando a todas partes, como si quisiera asegurarse que nadie les iba a escuchar hablar, de lo que sea.

—Te vi en el partido —dijo con la voz plana, como si en realidad no estuviera feliz con aquello—. Gracias por venir, te iba a invitar a comer, pero antes de que pudiera llegar a ti ya te habías ido, con el rubio que siempre te está siguiendo.

Asintió lentamente, aquello se sentía como un reclamó, como si él le estuviese recriminando por no haberle esperado, o por no correr hasta él y abrazarle en medio de toda la gente que le estaba felicitando.

—Fue un excelente juego —dijo, queriéndose centrar en las cosas positivas—, eres muy bueno, y disfrute mucho del partido. Felicidades por ganar, y por esa última anotación, fue asombrosa.

Tsubasa asintió, como si lo que acabara de decirle no tuviera importancia, como si eso no fuera lo que esperaba.

— ¿Dónde fuiste? —preguntó, aun con ese tono que la estaba poniendo nerviosa—. ¿Te fuiste a comer con el rubio?

-.Soy Tu Hija.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora