Capitulo 1: Natsuki

23.3K 1.1K 338
                                    


La niña de casi catorce años se encontraba sentada frente el escritorio de su madre, viendo como hablaba por teléfono y firmaba papeles sin leerlos.

Estaba nerviosa y más que ansiosa, pero su madre estaba tan lleno de trabajo, que no hacía mas que acumularse y subir su estrés hasta el máximo.

—...Eso ya me lo dijiste, ahora explícame lo de la gira... —habló su madre rápidamente en italiano, sin dejar de firmar—. No te preocupes por Natsuki, ya me encargue de eso, y le servirá... ¡Olvídate de eso! ¡Háblame de la gira! 

Natsuki observaba fijo como su madre iba pasando las hojas rápidamente, aunque para ella, era como si la última hoja llegara a cámara lenta; necesitaba que firmará eso, ya.

—De acuerdo, me agrada eso, pero...

El doncel paró de escribir en la última hoja, levantando la cabeza de forma gradual, observando los brillantes ojos de su hija, quien le sonreía tímidamente; tratando de entender por qué no seguía firmando, con un ligero pánico calando en su pecho, viéndose descubierta por todo aquello.

— ¡Cállate! —gritó el doncel al teléfono, apartando momentáneamente sus orbes de la menor—. Espera...

Se apartó el teléfono del oído y se inclinó ligeramente al frente, dirigiéndole una encantadora sonrisa a la bella niña.

— ¿Qué quieres comer, ángel? —le preguntó. 

La niña mostró la sonrisa más gran que podía hacer (con todos los nervios que llenaban su cuerpo), antes de encogerse de hombros para su madre

—Lo que quieras, mamá —respondió con dulzura la fémina. 

El doncel sonrió agradecido a su hija y volvió a alejarse de ella, recargándose en el respaldo de su silla, firmando el último papel. 

—Te veo ahí, Maurizio —continuó hablando.

Apartó el teléfono de su oído, a la vez que colgaba, arrojando el aparato a su escritorio. Ella lograba ver el cansancio en su madre, en la postura y las enormes ojeras bajo sus ojos.

El doncel se cruzó de brazos, observando a la preciosa niña frente él, quien le veía con una ligera sonrisa en sus labios, y solo eso necesitó para saber que todo aquel esfuerzo y el pequeño infierno en el que se encontraba, valía absolutamente la pena... 

—Bien, iremos a comer con Maurizio, ¿de acuerdo? —informó su mamá, mientras se ponía de pie—. Iré a hablar con mi asistente, ya vengo ángel.

Abrió un cajón y sacó una tableta, antes de salir por la puerta de la oficina y gritar a todo pulmón:

— ¡BIANCA! 

Casi al instante, se escuchó un fuerte estruendo, que solo indicaba la caída de la asistente de su madre, y todo por culpa de esos estúpidamente altos tacos que se empeñaba en usar. Era ridículo.

La niña se colocó de pie lentamente, arregló la falda que llevaba puesta, apartando las arrugas que aparecían al estar sentada tanto tiempo, caminó hacia el escritorio de su madre, tomó la carta firmada y fue hasta la impresora, donde colocó el papel y lo escaneó, mandándolo tranquilamente hasta el celular de su madre, fue por el aparato que aun descansaba sobre el escritorio, se limitó a meter la contraseña, para después mandar el correo desde la cuenta privada; todo tan tranquilamente, que no parecía que estuviera haciendo eso a escondidas, como si no hubiera roto una promesa y pasado en alto una amenaza.

A los minutos recibió el correo de confirmación, así como la pena al tener la cancelación de todo, se limitó a mandar una copia a su propio correo, y a borrarlos rápidamente de la cuenta de su madre, asegurándose de borrar toda evidencia de lo que acaba de hacer, rompió el papel físico que quedaba como evidencia, dejó el móvil en la misma posición en que lo había encontrado, y volvió a su silla, sentándose derecha y sonriendo, como si nunca hubiera hecho algo malo. 

-.Soy Tu Hija.-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora