CAPÍTULO 59: Trap

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Castiel sacó su espada con un simple giro de muñeca y siguió al rubio al interior del almacén a la vez que comenzaban a oír las quejas del demonio mientras Sam y Liz trataban de sacarlo del maletero.

Como el ángel había dicho, en el interior no había indicios de la presencia de nadie. Las paredes eran de un color gris que antaño habría sido blanco, pero ahora estaba cubierto por miles de capas de polvo que parecían desprenderse una a una con cualquier movimiento que sus dos visitantes hacían.

Dean iba delante de él, con la pistola en alto, apuntando detrás de cada esquina y saltando como un resorte ante cualquier crujido, ruido o pisada que oyese. Sabía que era casi imposible que encontrasen a Emma allí, más después de la afirmación del ángel sobre la poca seguridad de aquel lugar.

Casi agradecía que el Castiel hubiese sido claro pese a las quejas de su hermano. La esperanza se había instalado en su pecho como un nudo, y situaciones como aquella podrían llegar a destruirlo si la dejaba hincharse lo suficiente para luego explotar si no la encontraba.

Apenas había dormido desde que se habían llevado a Emma, ya no sólo porque estuviese preocupado, o asustado por lo que pudiese haberle ocurrido, sino porque también se había acostumbrado a ella. Se había acostumbrado a la paz que le traía saber que la tenía a su lado. Alguna vez ella le había dicho que se sentía protegida con él. Ahora se sentía estúpido por no haberle dicho que a él le ocurría lo mismo. No es que se sintiese protegido, pero estar con ella era como un bálsamo para toda cualquier mierda que pudiese haber hecho en el pasado. Era como si a pesar de todo lo malo que había hecho a lo largo de su vida, algo o alguien hubiese decidido que tenía perdón, que Emma era ese perdón que tanto había buscado, que por primera vez se había ganado el ser feliz, aunque tuviese que seguir enfrentándose a la porquería de aquel mundo.

Apartó aquellos pensamientos de su cabeza cuando llegaron a una puerta, las paredes de su alrededor estaban cubiertas de sigilos, tal y como había dicho Castiel, y aunque este se lo había advertido no pudo evitar pensar en lo extraño que era que allí no hubiese nadie protegiendo aquella entrada.

-¡Emma!- gritó, esperando por un momento oír su voz al otro lado de aquella puerta, contestándole que estaba ahí, que la sacase. Casi podía sentir el golpe en su brazo que vendría después con el "¿Por qué has tardado tanto idiota?"

Porque esa era otra cosa. No era capaz de vislumbrar a Emma llena de heridas por cualquier tortura que los demonios pudiesen llevar a cabo con ella. Se la imaginaba llevando el mismo traje con el que la había visto la última vez, sin una mota de polvo. Ella era así, perfeccionista, en cuanto una pelusa caía sobre su ropa bufaba como un gato cabreado. Se lo había intentado hacer entender por activa y por pasiva, que dedicándose a lo que se dedicaban, era imposible no salir manchado, que cada vez que salían de caza, como mínimo iba a venir llena de barro.

Pero nadie contestó al otro lado. Bajó la pistola, cansado y sacó uno de los botes de grafiti, tapando uno de los sigilos y dando a Castiel completa libertad para entrar.

-Échala abajo.- Le dijo guardado el bote de pintura otra vez. El de la gabardina extendió su mano con la palma abierta en dirección a la puerta y haciéndola saltar hacia dentro. Cuando todo el polvo se hubo esfumado ambos entraron a la estancia, encontrándosela igual que el resto del almacén. La sala era cuadrada, con una mesa y sillas de madera que podrían haber sido el escritorio del director de lo que hubiese sido aquel lugar. Montones de papeles estaban por el suelo como resultado de la explosión de la puerta.

Dean apenas recorrió el lugar con la mirada, se dio la vuelta en dirección a la salida. El cansancio se vio sustituido por el cabreo, dirigiéndose al demonio que Liz y su hermano sujetaban con grandes zancadas.

-¿Te crees que esto es un juego?- Preguntó al ente cogiéndole de la pechera de la camisa y estrellándolo contra el coche ante la atenta mirada del resto.

-No, pero parece ser que vosotros sí.- El demonio acercó su rostro al de Dean, provocándolo con la mirada.- ¿De verdad pensabais que esto iba a ser tan fácil? ¿Creíais que, con todo lo que hay en juego, encontraríais a la chica tan fácilmente?- Al contrario que el resto de los de su especie, este no parecía sonreír, incluso parecía tanto o más cabreado que los cazadores, hablándoles como si fuesen niños pequeños.- Esto es el apocalipsis, después de todos los errores que se cometieron en el pasado no va a servir con que la marioneta de Lucifer se tiré a la jaula.

-¿Dónde esta Emma?- preguntó esta vez el menor de los hermanos comenzando a llegar al nivel de enfado de Dean.

-No lo sé, ninguno de nosotros sabe cuál es la dirección correcta. Estoy seguro de que no soy el primero ni el último al que cogéis. Sois más idiotas de lo que pensaba si no os habéis dado cuenta de lo que ocurre aún.

-Ilumínanos.- Exclamó Dean.

-Nos han dado a cada uno una dirección distinta.- Esta vez sí que se río, como si los considerase demasiado idiotas como para no haberse dado cuenta al igual que él.- Esto es sólo para manteneros distraídos mientras ellos siguen ocultando a la chica hasta que llegué el día. - Dean golpeó el coche frustrado, sintiéndose imbécil por haber estado perdiendo el tiempo de aquella manera. Todos estaban tan obcecados en encontrar a Emma que no se habían planteado aquella posibilidad. Si lo que les estaba contando era cierto, apenas había una posibilidad entre un millón de encontrar a un demonio que tuviese la dirección correcta, si es que alguno la tenía.- Así que...- siguió hablando el demonio y haciendo una pausa para soltar todo el aire y después volver a respirar.- Podéis matarme. Podéis matar a mil de los nuestros de aquí a cuatro días. A nadie le molestará perdernos si con ello consiguen sacar a nuestro padre de ahí abajo.

La risa amarga de Dean resonó en los oídos de todos. Sam sólo había oído aquella risa de su hermano una vez. Cuando había sido un demonio, cuando había estado dispuesto a cargárselos a todos con tal de conseguir su propósito, cuando se había dado por vencido con todo y con todos.

-¿Tu padre?- Dijo volviéndose otra vez en dirección al demonio y hablándole con la misma cercanía con la que lo había hecho el otro al principio.- Para "tu padre" no sois más que ratas de laboratorio. Simples juegos de química que hacía cuando estaba aburrido porque su papi lo había castigado. Créeme, cuando salga de la jaula, acabará con más demonios de los que nosotros nos podamos cargar en estos cuatro días.

Aquel Dean los asustaba a todos. Sam no habría sabido cómo explicarlo, pero podía decir que ese era el punto de no retorno de su hermano. En otras épocas le había oído usar aquel tono cuando el perjudicado había sido el propio castaño, cuando lo único que tenían era el uno al otro. Y ahora le habían quitado a Emma.

Cuando Sam le había faltado, Dean había llegado al punto de vender su alma para traer la de su hermano de vuelta. Si le quitaban a la pelirroja haría eso, pero probablemente después de haber arrasado con tantos como pudiese en el camino.



BECOMING A HUNTER ⇘ SUPERNATURAL ✓ EDITANDOTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang