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-No deberías haber hablado - le susurró su amiga - Podrían descubrirte.

-El único que ha escuchado mi voz alguna vez es sir Fitzroy y dudo que me recuerde siquiera - mintió - Además el almófar deforma mi voz.

-Pero es demasiado peligroso, Cata.

-Jinete Negro - le recordó apretando su brazo.

-Lo siento - suspiró - Creo que no fue buena idea. Mis nervios acabarán por delatarnos.

-Ya he ganado la primera prueba. Quedan tres. Resistid.

-Pero los caballeros no dan importancia a esta prueba - protestó - Aunque estuviste increíble.

-No importa que la consideren insignificante. Una victoria es una victoria - apretó de nuevo su brazo antes de continuar - He de cambiarme antes de la comida. Necesito que me vean como Catriona. ¿Vuestra madre?

-Los juegos la mantienen ocupada - asintió - Pero tienes razón. Durante la comida podría buscarte.

-Nos vemos después.

Catriona se alejó de ella con pasos decididos. Montó en Dìleas y salió al galope en dirección al bosque, ignorando que unos oscuros y profundos ojos negros las habían estado espiando. Por suerte para ellas, no estaba lo suficientemente cerca como para oír lo que decían.

-Ese Jinete Negro me intriga.

Sir Fitzroy, Caelan, se había sentado con sus compañeros de armas en una de las mesas que habían dispuesto cerca de la liza para dar cabida a tantos comensales. Durante los cuatro días que duraría el torneo, las comidas se servirían a todo el que quisiese compartirlas. El pueblo entero estaba incluido.

-No eres el único - admitió sir Eliott, Gyles - Aparece de la nada, dispuesto a luchar en nombre de lady Annabelle. Ni siquiera entiendo cómo lord Dedrick lo ha permitido. Creía que deseaba ver casada a su hija con uno de sus caballeros.

-Lady Annabelle se casará con uno de nosotros aunque gane el Jinete Negro - le dijo Bryce - Al menos es lo que he oído.

Si no supiese controlar sus emociones, se habría sonrojado como una inocente doncella al comprender que había estado a punto de delatarse. Nadie debía saber de su relación con Annabelle. Al menos no hasta que pudiesen formalizar un compromiso. Por desposar a la mujer de su vida, estaba dispuesto a que un caballero tan pequeño como el Jinete Negro ganase por él. Podría vivir con la vergüenza pero no sin Annabelle.

-Pues ya habéis oído más que los demás - Gyles lo animó a continuar.

-Al parecer la dama no está muy conforme con la idea de su padre. Creo que incluso lo desafió. Así que lord Dedrick le concedió una alternativa. Si el caballero gana, ella podrá elegir esposo pero ha de ser uno de nosotros.

-Para el caso el resultado será el mismo - espetó sir Eaton, Alec.

-No exactamente - intervino de nuevo Caelan - Lady Annabelle podrá elegir a un caballero de su agrado. Más de lo que muchas mujeres de su estatus podrán hacer nunca.

-Cualquiera de nosotros sería del agrado de la dama - bufó de nuevo Alec.

-Puede - rió Caelan - O puede que vos no le gustéis un pelo.

Las risas se elevaron al cielo. Alec bufó de nuevo pero se abstuvo de continuar aquella conversación. Sabía perfectamente que Caelan Fitzroy era más hábil que él con las palabras.

Catriona pudo oír sus risas a pesar de encontrarse junto a la mesa más alejada de ellos. Había estado ayudando a servir la comida, vestida ya con sus holgadas prendas de sirvienta. Su pelo continuaba recogido en una cómoda trenza, fácilmente disimulable bajo el yelmo del Jinete Negro.

La JustaWhere stories live. Discover now