Especial Navidad

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HELENA

Llevaba siete Navidades pasándolas con la familia de Ivy, siempre les estaría agradecería por haberme acogido con tanto cariño. Ahora entendía por qué, pero sabía que sus padres me tenían aprecio de verdad.

Este año serían completamente distintas para mí. Mis recuerdos estaban todos conmigo y por fin pasaría otras navidades con mi familia y la de Leonardo, solo que este año habría dos invitados especiales; el pequeño Leonardo y mi amiga Ivy.

La puerta de la entrada principal se abrió y sonreí al ver un enorme árbol de Navidad. Leo, Fabio, Benja y Mauro lo arrastraban con una pequeña carrera, que no tenía ni idea de dónde la habían sacado.

— ¡Guay! ¡Ese árbol es gigantesco! —dice el pequeño Leonardo.

Ivy, Alexia y yo sonreímos como tres tontas con el comentario de nuestro nuevo miembro en la familia.

Ayer les reuní a todos, y les conté el pequeño pacto que quería que hiciéramos. Les pedí pasar las Navidades sin recordar todo lo que nos había pasado. Todos necesitábamos un buen descanso, así que les dije que pasáramos todos juntos estas fiestas tan señaladas y para mi sorpresa, aceptaron con una gran sonrisa y cientos de sí.

Mi padre y Carlo salieron de su despacho al escuchar tanto ruido y sonrieron al ver semejante árbol en medio del gran recibidor.

— Que gusto tener a nuestros hijos para hacer estas cosas a partir de ahora —dice Carlo guiñándole un ojo a su hijo.

— Llego a saber que las chicas querían el más alto y les cogía uno de dos metros —dice Leonardo haciendo fuerza para empujar el árbol hacia el salón. — Pero no, cogimos el de cuatro metros y medio porque sino, eran capaces de ir a la tienda y volver con este después.

Pasa por mi lado y me guiña un ojo. Leonardo era un gruñón a veces, pero estaba segura que no paró hasta encontrar el árbol más grande.

La puerta de la entrada se volvió a abrir y entraron mi madre y la de Leonardo.

— Ya compramos todos los... — ambas miran a la vez al pequeño Leonardo con horror y le sonríen inmediatamente. Los adornos para el árbol — dicen a la vez.

Si llegasen a terminar la frase, el pobre Leonardo sabría la triste realidad sobre Papa Noel.

— ¡Que guay! — grita el pequeño ilusionado mientras corre hacia el salón.

— Casi destrozais la ilusión del niño — les riño.

— Tenemos que acostumbrarnos a tener a un niño en casa — dice mi madre mirando a mi padre con amor.

— Los regalos están todos en el garaje, cuando Leonardo se duerma tenéis que colocarlos debajo del árbol.

Se habían ido juntas de cada a primera hora de la mañana para ir a comprar regalos para todos, estaban realmente emocionadas con estas Navidades.

Yo no había comprado nada a nadie y me sentía fatal, pero es que estuvimos ocupadas yendo a comprar los alimentos para preparar juntas una gran cena.

— ¿Estás de broma verdad? — escucho a Leo gritar en el salón.

Voy hacia allí preocupada por su tono de voz enfadado y me lo cruzo en la puerta.

Lealtad (Crónicas de la mafia #2)Where stories live. Discover now