Capítulo 9

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LEO

Colgué la llamada de Ivy y me metí en la ducha rápidamente. Habíamos llegado hace unas horas y no era capaz de dormir nada, mi madre me había dado una pastilla para que me la tomara después de la ducha, según ella después de ducharme me cansaría más y dormiría mejor. Me metí en cama y observe la foto con Helena.

- ¿Dónde estás mi amor? - acaricio la foto y me tomo la pastilla con un gran sorbo de agua. No podía seguir esperando más, me alegraba que la madre de Helena se hubiese recuperado, pero necesitaba a su hija a mi lado con demasiada urgencia.

Noté que mis párpados pesaban y me dejé vencer por el sueño.

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Desperté después de once horas de sueño. No me lo podía creer, me sentía relajado después de tantos días, y eso era bueno porque tenía el cuerpo y la mente descansada y estaba seguro que tendría grandes ideas.

Bajé las escaleras de mi casa y me relamí los labios, todo olía a chocolate. Fui hasta la cocina y sonreí al ver a mi madre.

- ¿ Qué hay de chocolate ? - pregunto.

- Nada, será algo que se preparó ayer, pero huele bien - dice mi madre acercándose a mi - te ves descansado hijo.

- Si, dormí hasta ahora. Gracias por lo que me diste mamá, pero mejor no abusar de esa pastilla, sino después me engancharé a ella y Helena me reñirá - digo convencido de lo que acabo de decir, la encontraré pronto.

- Ese es mi chico - responde con un gran abrazo - prepárate para la reunión de esta noche, estoy deseando abrazar a mi amiga - dice con una pequeña sonrisa.

- Si, iré a por Alexia y saldremos hacia allá.

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Llegamos a casa de los Ferragni, allí tenían una zona que usaban para los invitados donde se celebraría la reunión. Dejé mi arma bien escondida en la funda pegada a mi espalda. Toda mi familia estaría allí y no me arriesgaría por nada. Benja ya había llegado puesto que quería estar un rato a solas con Ivy, envidiaba a mi amigo por estas cosas pero tenía el presentimiento de que algo sucedería esta noche. Cuando la tuviera conmigo me la llevaría lejos de aquí, y nos iríamos a una playa paradisíaca, tenía pensado hacerle el amor cada noche y ver cómo su piel se tostaba ligeramente con el sol.
Parpadeo varias veces y cruzo la puerta sosteniéndosela a Alexia, mi prima estaba pegada a mi y clavó su mirada en Mircella. Me miraba con superioridad, tenía muy claro que escondía algo, y como fuera a su prima le volaría la cabeza yo mismo.

- Que olor a chocolate, quiero comerlo, enserio - dice Alexia. Ambos adorábamos el chocolate, al igual que Helena. Siempre que podíamos convencíamos a Agatha para que hiciera cualquier cosa. Pero eso era cuando todavía me dejaban dormir con ella siendo pequeños.

- Si, en casa también me olía - respondo acercándome a mis padres que ya habían llevado y hablaban con Elsa y Riccardo.

Es increíble cómo somos los humanos, el padre de Helena estaba lleno de vida teniendo a su mujer a su lado, y sabía que ahora tendría la cabeza bien puesta para ir a por el cabrón que tenía a su hija.

Elsa se giró y al verme me dio un gran abrazo. No me lo esperaba así que tardé en reaccionar, tenía el mismo color de pelo que su hija y era doloroso estar abrazada a ella creyendo que era Helena. Se separó de mí y besó mi frente como tantas veces lo hacía mi madre.

Lealtad (Crónicas de la mafia #2)Where stories live. Discover now