Capítulo 8

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HELENA

Si hubiera apostado dinero con alguien a que mi propia familia me vendería, lo hubiera perdido seguro. Pero en el fondo no me sorprendía, Mircella siempre me tuvo manía por mis padres.

- ¿ Sorprendida ? - comienza a hablar.

- No mucho, eres bastante previsible - digo queriéndola molestar.

Su risa escandalosa me provoca jaqueca. Cierra la puerta y se sitúa delante de mí. Me siento en la silla para que vea que no le tengo miedo y hago que veo la televisión, pienso tocarle bien los ovarios.

- No pude ser muy previsible si te atrapamos tan fácilmente.

Sigo contemplando la televisión.

- ¿ Me estás escuchando ? - dice alzando la voz.

Es el momento perfecto para que la típica bola de paja que se ve en las películas del oeste apareciese en escena.

Camina hacia mí con paso fuerte y enfadada.

- ¡ Te estoy diciendo que me escuches ! - grita del todo. Y veo cómo sus manos me agarran del cuello pero es demasiado tarde para ella. La agarro de las manos y la estampo contra el suelo. Punto para mí, la última vez que hice esto, Fabio ni se movió.

- Entérate bien primita, puede que tu estúpida banda o quien mierda te esté haciendo caso esté a tu disposición pero no te olvides quién soy yo. Porque es muy difícil derrotar a una persona que nunca se rinde - digo entre dientes.

Ambas puertas se abren y entra Bayron con Mike, bueno, Miguel.

- ¿ Qué está pasando aquí ? - pregunta enfadado - Mircella te dije que no entrases.

Me acerco a él con todo el odio del mundo.

- Dile a tu puta que como me vuelva a tocar un solo pelo de mi cuerpo, la mato - me giro hacia ella y veo cómo me mira con terror - para mí no eres nadie Mircella, no eres de mi familia. Espero que duermas en mi casa esta noche, porque no dormirás tranquila en ningún otro lugar.

Y porque hueles a chocolate que tira para atrás.

Miguel coge a Mircella del brazo y la levanta con brusquedad - Te dije que no vinieras ni hicieras nada.

Ella me mira y veo chulería en su cara.

- Que sea la última vez que me hablas así Helena, no te olvides que somos nosotros los que decidiremos cuando morirías - dice con una sonrisa - y de paso me volveré a follar a Leonardo que no para de meterse de todo desde que te arrancamos de su lado - esas palabras me duelen pero se que son mentira, Miguel la suelta al decir todo eso.

Así que me río, me río en toda su cara.

- Se nota que no le conoces para nada - me acerco a ella con una sonrisa de lunática y veo otra vez miedo en su mirada - vuelve a nombrarlo y te mataré con mis propias manos, tan lentamente que suplicarás que termine ya.

- Basta ya - dice Miguel alejándome de ella - Vete Mircella, esta noche quiero cenar a solas con Helena.

Ella lo mira enfadada y antes de que la puerta se cierre le grito.

- Siempre seré yo Mircella, no lo olvides.

Un golpe seco cierra las puertas y me siento en cama asimilando todo.

- Soy fuerte, soy fuerte - me repito una y otra vez. Pero una lágrima cae en mi mejilla. Es muy difícil enfrentarte a tu propia familia y aunque me fastidie pensarlo, siempre quise a Mircella, pero como dije, ya no era nadie para mí.

Lealtad (Crónicas de la mafia #2)Where stories live. Discover now