Prólogo

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La tierra bajo ella parecía reaccionar a su simple presencia, lo cual la hacía demasiado feliz. A sus apenas cuatro años, su entendimiento con la naturaleza cruzaba lo normal, pero parecía que nadie le tomaba real importancia, hasta ese día. Selene, su hermana mayor, se encontraba junto a ella, completamente petrificada al notar lo que su pequeña hermana estaba haciendo. Pronto se escucharon pasos acercarse. Cecilia salía al patio trasero con la intención de cerciorarse de que todo estuviera en orden.

-¿Pasa algo cariño?-pregunto mirándola tiernamente. Su hija mayor solo apunto a donde se encontraba su hermana para luego salir corriendo al interior de la casa.

La más pequeña, Gaia, estaba sentada frente a los rosales, aparentemente hablando sola mientras veía las flores. Cecilia se acercó a ella, fue entonces cuando la pequeña murmuró "crece mucho" y una rosa roja empezó a ascender con dirección al cielo. La mujer, completamente asombrada por lo que pasaba se dedicó a apreciar aquella flor. La niña parecía feliz con lo que sucedía, su carita demostraba emoción y satisfacción, y después las pequeñas manitas hicieron señas hacia abajo y como si la rosa supiera a qué se refería, empezó a bajar.

Una vez estuvo a su altura normal, Gaia empezó a hacerle cumplidos. Cecilia seguía en shock, no sabía cómo reaccionar ante tal acontecimiento, entonces, como pudo, camino hasta quedar al lado de su pequeña hija, aun sorprendida.

-Gaia, ¿qué es lo que le ha pasado a la rosa?-pregunto de forma atropellada, por culpa del estado de shock.

-Nada mami, solo que le he pedido a la rosa que crezca, es que se mira muy bonita allá arriba-dijo mientras apuntaba hacia el cielo-pero me decía que se cansa cuando está arriba-dijo mientras jugaba con sus manitas.

-¿Tú haces que crezca tanto? ¿Cómo?-le cuestionó a Gaia.

- Solo se lo pido, así-dijo mientas subía sus manos a la vez que decía "crece", pero esta vez, nada paso- no quiere, dice que le da vergüenza contigo aquí-

- ¿Por qué le da vergüenza conmigo?-Pregunto consternada la madre.

-Dice que tú no la mirarás igual-esas palabras derrochaba inocencia, pues la niña no sabía que lo que hacía era algo fuera de lo normal.

- No la miraré diferente, te lo prometo-

- No me lo digas a mí, díselo a la rosa- sonrió la pequeña.

- No te miraré diferente rosa, te lo prometo-mencionó aquello un poco extrañada, pues cualquier persona coherente pensaría que estaba loca por hablar con una rosa.

Después de las palabras de Cecilia, Gaia le volvió a pedir al rosal que creciera, y esta vez así lo hizo. Era algo increíble, su hija menor hacía que las plantas crecieran a voluntad. Parecía que aquel angelito tenía una conexión única con la naturaleza, y no sabía qué hacer. La conmoción había sido tanta que Cecilia lloraba frente a su hija. Su llanto era ocasionado por los recuerdos de su embarazo, todos los doctores daban por hecho que esa pequeña no nacería, que moriría en los primeros meses, pero ahora la veía frente a ella, sana, y con dones que nadie en la tierra poseía. Esa niña era un regalo de Dios, una bendición para la humanidad.

Unas manitas detuvieron los pensamientos de Cecilia, sin que ella se diera cuenta Gaia la había abrazado, y le movía el cabello del mismo modo que ella lo hacía cuando su pequeña se caía y lloraba, ocasionando que la mujer llorara con mayor intensidad.

-Tranquila mami, ya hare que baje, tu rosa no se irá-dijo y dirigió a la rosa hacia abajo, y luego volteo con su mamá con una sonrisa en la cara, pero miraba que su madre seguía llorando, así que tomo su cara y seco sus lágrimas con aquellos deditos, y luego empezó a buscar algo en Cecilia.

-¿Qué haces Gaia?-pregunto, esnifando.

-Buscando que te duele, porque parece que no llorabas por tu rosa, ¿qué te duele?-mencionó la niña mientras ladeaba su cabeza, así como un cachorrito que encontraba algo totalmente nuevo para sí.

Cecilia solo atinó a darle un beso en la frente a su hija, quien la veía a los ojos con mucha intensidad.

-No me duele nada pequeña, lo que pasa es que tengo mucha hambre-dijo quitándose las lágrimas que corrían por su rostro-ahora quiero que me prometas que no lo harás en otra parte ¿entendido?-

-¿Por qué? ¿Está mal lo que hago?-los ojos de la niña se cristalizaron.

- No cariño, por supuesto que no, todo lo contrario, pero esto solo puede quedar entre nosotras, tu hermana y tu papá-

-Está bien- y así fue como la pequeña Gaia había dado significado ysentido a su nombre; Gaia, Diosa de la Tierra.


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Primera versión: 01/01/2016

Edición: 19/12/2021


Para quienes han estado aquí desde hace tiempo, solo paso a decirles que la primera parte de la historia será editada, solo cosas de estilo y algunos aspectos o pensamientos que la verdad ya no van conmigo. Por eso, si llegan a releer la historia, verán que es levemente distinta a como lo que leyeron antes. 

Mystic: The little AvengerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora