Capítulo IX.

5.3K 158 51
                                    


6 de febrero

Querido Diario:

Creo que mi vida mejoró enormemente desde que volví del campamento. De verdad, antes del él jamás me había sentido tan feliz, tan libre, tan yo mismo. Como si estuviera viviendo una farsa que no terminaba de creerme. Ya fuera por el tabú o el miedo o los estigmas sociales, pero siempre esta parte de mí quedó enterrada hasta estos días. Quizás Sammy lo vio en mí y por eso me hizo todo esto. No lo sé, pero la verdad estoy feliz de que haya pasado.

Hace unas horas, antes de ponerme un camisón de seda traslúcida que me llega a la cintura (se ha convertido en mi pijama junto con unos shorts de lycra) le di un giro completo a mi cuarto. Sammy me envió un mensaje y me ordenó que quitara todas las cosas de chico y las guardara. La idea venía rodeando mi cabeza por un tiempo, así que dije "¿Por qué no?" y así lo hice.

Primero vacié los cajones donde tenía mis bóxers y playeras y las cambié por la ropa que me había traído del campamento. ¡Se veía tan lindo! Muchas de mis prenda son de color rosa y, la verdad, se ve mejor que mi antigua ropa. Quité los pósters que estaban en mi pared de Lamborghini y McLaren y los saqué. En fin, saqué todas mis cosas del cuarto hasta quedarme sólo con mi equipo de football americano, el cual metí al clóset. Podría serme útil después.

En fin, mi cuarto se veía en ese momento neutral pues las paredes eran de un azul rey pero las cosas eran propias del cuarto de una adolescente. Entonces pensé "Haz las cosas o no las hagas, nunca las intentes", era una frase que nos decían en el football y decidí aplicarla.

Tardé bastante y terminé muerto, pero logré pintar mi cuarto de ése masculino azul a un tierno rosa pastel. Cuando terminé me tiré en la cama. Me sentía mil veces más cómodo. Le daba un parecido al cuarto de Noah, pero el mío no tenía pósters de One Direction o Justin Bieber, aun.

Me metí a bañar entonces. Aproveché para depilar is piernas y mis brazos. Me rasuré un corazón en el bello púbico y sentí como mi cuerpo comenzaba a excitarse de nuevo. Mi cabello ya llegaba a la altura de mis hombros, así que tuve que comenzar a acondicionarlo. Cuando terminé de bañarme me sequé y me puse algo cómodo para andar por la casa. Me puse unas mallas negras y una playera de manga larga que me queda bastante grande.

Fui a la cocina por un poco de ensalada (Noah me pasó una dieta increíble. Baja tus niveles de testosterona, haciendo que tu cuerpo adelgacé en algunas zonas y otras crezcan. Dice que lleva varias semanas haciéndolas y que le ha empezado a cambiar la voz). Cuando entré vi a mi hermano sentado en el desayunador, estaba viendo una revista de videojuegos mientras mordía un sandwich de roast beef. Se me quedó viendo y sacudió la cabeza sin decir nada.

-Tengo muchísimo frío, ¿tú no? -dije para argumentar mis mallas. Caminé hasta el refrigerador y saqué un bowl con ensalada-, ¿qué tal te fue en la práctica de hoy?

-Bien -contestó antes de darle un nuevo mordisco a su sandwich-, casi bateo un homerun. El entrenador dice que tengo la oportunidad de llevar al equipo a las finales.

-Que bueno, hermanito, me alegro por ti -dije y me senté frente a él en el desayunador-. No me sorprende que seas tan bueno, tienes unas músculos enormes -presioné su bíceps derecho y él sonrió antes de levantarse.

-Tú también tenías oportunidades de sacar adelante al equipo de football pero te convertiste en un niñita -comencé a alegar con él, pero no me escuchó-. No, no. No te reprochó nada, al final es tu vida, haz con ella lo que gustes, te voy a querer siempre. Digo, eres mi hermano, te voy a aceptar como seas, pero no me pidas que te apoye, porque yo no entiendo lo que pasa por tu cabeza -se dirigió a las repisas-. Se me terminó la proteína, ¿me das de la tuya? -y antes de que pudiera contestar, la tomó-. Lo que quiero decir es que, así como yo respeto tu libertad de hacer con tu vida lo que sea, tú respeta mi libertad de no congeniar con tus ideas. ¿Estamos?

Diario de un femboy.Where stories live. Discover now