Le miro y sonrío corriendo hacia él, el tobillo me dolía pero me daba igual. Le abrazo y lo estrujo como puedo.

- No puedo respirar - dice contra mi oído. Toco su cara y revuelvo su pelo - ¡Vine en avión! Un avión gigantesco y súper guay - el pequeño Leonardo alzó la vista y se separó de mi.

Me giro hacia los demás y gesticulo ¿Cómo? Con una gran sonrisa.

El niño que hizo posible que saliese de allí caminó hacia Leonardo dando pequeños saltos.

- Hola Leonardo - dice riéndose. Creo que le hacía gracia conocer a alguien con su mismo nombre - de mayor quiero ser como tú. Eres súper guay, como un súper héroe.

Mi amor se agacha y sonríe con esa sonrisa suya que tanto echaba de menos pero que nunca dejé de recordar.

- La verdad... Es que sí, soy bastante guay. Como un Vengador.

Creo que todos carraspeamos ante su chulería, que vanidoso era.

- Bueno, ya que todos la habéis visto, creo que Helena se merece un descanso - mi madre se acerca a mi no sin antes acariciar la cabeza del pequeño Leonardo.

- No, no. Todavía hay mucho que hacer - digo mirándoles a todos.

- No - dice Leo - tienes que descansar.

Alzo una ceja y camino con paso casi firme por culpa del pie.

- Mira Leone, que seas mi novio no significa que me des órdenes. Estoy un poco hasta - miro al pequeño que me mira con cariño, tengo que hablar bien delante de él - hasta las narices de que me manden cosas últimamente. Así que me ducharé me lavaré bien el pelo y me vestiré con mi ropa - y digo esto último con efusión - y bajaré y nos iremos todos a ver a Fabio primero y después a sacarle información a ese - miro otra vez para el niño - ese ser.

Leonardo me sonríe y hace lo único que no me esperaba. Cogerme por la cintura y llevarme como si fuese un saco de patatas.

- A dormir - dice riéndose dándome una palmada en el culo y subiendo las escaleras.

- Oye Leonardo, que es mi hija - le dice mi padre.

- Perdón, perdón Ricardo - se gira y les veo a todos boca abajo - me llevo a la doctora a dormir, después nos encargaremos de los problemas que seguro que cuando despertemos seguirán mágicamente en el mismo sitio.

Escucho la adorable risa del pequeño y enseguida sonrío.

Leo me dejó encima de mi cama y cerró la puerta con llave. Miro a mi alrededor y veo que todo está exactamente igual que cuando me fui a la fiesta del Otoño.

- Parece que hace años que me fui - digo en un susurro.

Él se acerca y se quita la camiseta delante de mí. Madre mía, esto sí que no lo recordaba ya.

- Vi el vídeo que me dejaste - dice subiéndose encima de la cama, coge mi cara y besa mis labios con ternura - y si, al final tuviste suerte y me salieron abdominales.

No me lo puedo creer, es cierto que dije eso, pero en el otro vídeo. Me pongo colorada y me echo a reír como una loca tapándome con la almohada.

- Que tonto eres Leone por Dios.

- Bueno, pero estoy enamorado de ti, tú de mí, y por fin podemos ser felices y comer perdices.

Le beso y acaricio su cara, como echaba de menos todo de él.

- Esto todavía no ha acabado y lo sabes. No sabemos si... - me quedo callada. No quiero decirlo en voz alta para no herirle.

- No sabemos si mi tío tiene algo que ver. Lo sé. Helena, todo eso ahora mismo me da igual, te tengo conmigo, y pienso aprovechar cada momento. Vayámonos lejos de Italia durante unos días, solos tú y yo - dice con voz esperanzadora.

- ¿Que? No, Leo. Tenemos que saber quién trabajaba con Miguel, averiguar si es cierto que Teo tuvo algo que ver en todo esto, me da miedo preguntar por él.

Niega con la cabeza y besa mi nariz.

- No creo que Teo tenga algo que ver con esto. Y eso que sabes que no es una persona grata para mí. Pero no creo que fuese capaz de hacerte daño. Seguramente nuestros padres vayan a interrogarle ahora. No quiero pensar en nada que no seamos tú y yo ahora. Fue tu padre quien dijo de traerte a casa y que vieses a todos, ambos queremos que te sientas segura Helena.

- Estoy segura estando contigo, llevo quince días fuera de casa y parece que llevo diez años. Me duele hasta el pensar, estoy cansada de tener miedo, de dormir con un ojo abierto por si Miguel entraba - pero al momento me arrepiento de decir eso.

Veo como se enfurece pero le beso con todas las ganas del mundo. Él me aprieta contra sí y acaricia mi espalda. Me separo y me quito su cazadora. Me mira como si tuviera hambre y era cierto, ambos teníamos ganas el uno del otro, pero me sorprende lo que hace a continuación.

Se separa de mí y besa toda mi cara.

- Te juro que me muero de ganas por estar perdido en ti, pero tienes que descansar y yo también lo necesito - besa los dedos de mis manos y me lleva hasta su pecho.

Le miré bien y comprobé que estaba un poco más delgado, no tenía ese color de piel sano. Yo lo había pasado mal, pero ahora entendía que para él también fue duro. Me metí bajo las sábanas y me acurruqué a su lado, le abracé con el brazo libre que tenía y entrelacé mis piernas con las suyas.

Leo tenía razón, los problemas seguirían estando cuando despertásemos, pero estando juntos de nuevo sabía con certeza que podríamos con todo. Quizás Teo no tuviera nada que ver con mi secuestro, quizás Fabio decidiese contar su secreto a Leonardo pronto, quizás Augusto el tío de Leo no estuviese involucrado en esto y quizás Miguel estuviese tan loco para inventarse esas cosas. Tenía demasiadas preguntas pero estaba demasiado cansada para formularlas.
Mi cuerpo se relajó por primera vez en tantos días y sentí como nuestras respiraciones se acompasaron, hasta que me quedé dormida en los brazos de la persona que más amaba y en el lugar donde más protegida me sentía.

¡ Hola ! Este es un capítulo light pero necesario, creo que nuestros protagonistas necesitaban un descanso ¿verdad?

Quería agradeceros vuestros comentarios en Del papel a mi vida, tengo muchas ganas de mostraros la nueva historia.

Un beso grande y gracias por vuestras estrellitas y comentarios

Lealtad (Crónicas de la mafia #2)Where stories live. Discover now