Sonreí con melancolía al verlo y observé mi viejo cepillo de dientes descansar en el recipiente de cristal donde, durante varios meses, había sido el sitio donde siempre lo colocaba.
Cuando mandé a Liam a recoger todas mis cosas se le olvidó cogerlo y no tuve más remedio que comprarme otro. Jamás llegué a pensar que Harry todavía lo conservaría, y mucho menos en el mismo sitio donde lo había dejado la última vez.
Cogí el cepillo de dientes junto al dentífrico que había a su lado y después de mojarlo levemente, le puse un poco de pasta de dientes encima. Lo llevé a mi boca y cepillé mis dientes como unos tres minutos hasta que sentí mi boca limpia de todo rastro de aquel horrible mal olor.
Cuando me vi más o menos presentable, hice mis necesidades y comprobé que el aliento ya no me olía mal, sino a menta, salí del baño y me dirigí hacia la puerta. Abrí esta misma y asomé un poco la cabeza con cautela, descubriendo agradablemente que no había nadie en el pasillo.
Bien, al menos mi dignidad seguiría intacta hasta llegar a las escaleras.
Caminé fuera de la habitación y empecé a bajar las escaleras, tratando de hacer el menos ruido posible. Sería mucho más vergonzoso si me escuchase llegar y me mirase todo el tramo de escaleras que me faltase por bajar. Joder, si eso llegase a suceder saldría corriendo de casa.
A medida que iba bajando las escaleras una grave voz se iba escuchando cada vez más cerca y el olor a comida recién hecha se iba sintiendo más fuerte que en la habitación. Descendí el último escalón y crucé el gran salón hasta llegar a la cocina.
La mata rizada de Harry fue lo primero que mis ojos captaron, y luego se dirigieron hasta una taza de chocolate humeante y unos pancakes que habían encima del mostrador de mármol blanco.
¿Me había preparado el desayuno?
- Oh, hola. Buenos días- el saludo de Harry me hizo dirigir de nuevo la vista a él y mis piernas flaquearon al encontrar sus ojos clavados en mí- Ven, siéntate. Te he hecho el desayuno- musitó sonriente, confirmando mis dudas, y señalando los taburetes giratorios que habían alrededor del mostrador. Apreté mis labios en una línea recta y me dirigí hasta uno de los taburetes para subirme a él, tratando de que el corto vestido que llevaba no mostrara algo que no debiese. Harry deslizó la taza de chocolate y el plato con los pancakes hasta colocarlos delante mío y me miró expectante.
- Uhm...Gra-gracias- logré tartamudear, cogiendo la taza entre mis temblorosas manos. ¿Pero qué diablos me pasaba?
- ¿Cómo estás?- demandó mientras rodeaba el mostrador tranquilamente. Se sentó en el taburete que estaba a mi lado y dejó su taza de café encima de la barra.
Le di un pequeño sorbo al chocolate caliente y me mordí el labio, observando a Harry de reojo. Se veía tan atractivo con sus pantalones de chándal y el jersey gris que llevaba...
«Céntrate, maldita sea» me recordó mi subconsciente y me di una bofetada mental para hacerme salir de mi propio trance.
- Uhm...Me duele bastante la-la cabeza, pero no es nada que no pueda soportar- modestamente respondí. En realidad el constante dolor y las repetidas punzadas molestas en mis sienes me estaban matando.
Harry asintió ante mi respuesta y alargó su brazo hasta alcanzar algo de plástico plateado, mientras yo cogía un trozo de pancake y lo llevaba a mi boca.
- Toma- murmuró antes de entregarme blister con unas pastillas dentro- Es para el dolor de cabeza. Estarás mejor si te lo tomas- tragué el trozo masticado mientras observaba el blister, y lo cogí, sacando una pastilla de él.
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Mi príncipe azul |H.S|
Fanfiction- No, Harry, lo siento- aunque mi cuerpo no quisiese, di media vuelta y abrí la puerta metálica. Antes de que esta se cerrara del todo, oí a Harry gritar. - ¡No se quedará así! ¿¡Me oyes!? ¡Pienso conquistarte!- dejé de caminar de golpe, procesando...
Capítulo 80
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