Epílogo.

841 62 10
                                    

Abroché mi bata y corrí por el pasillo, saltando el gato que estaba acostado en medio de este, y llegando al salón. Mike estaba tirado en el sofá jugando a la play. Tenía cara de que estaba jugando una partida de vida o muerte, como la mayoría.

- Nena, coge el mando y siéntate aquí.- Dijo sin mirarme.- La última vez ganamos.

- La última vez teníamos tiempo.- Gus, nuestro gato, pasaba alrededor de mis piernas.- Cariño, tenemos que irnos en una hora, no sé cuantas veces te lo he gritado.

- ¿Una hora ya? Mierda.

Se levantó corriendo del sofá y apagó el televisor. Al pasar por mi lado besó mis labios rápido y se metió en el baño principal. Suspiré con una sonrisa y recogí los mandos de su play y los metí en la cajita que le había comprado para eso.

Después de estar en su gira americana y en la australiana volvimos a Londres para navidad, y Mike me pidió que nos fuéramos a vivir los dos juntos. Adorábamos vivir con los chicos, pero eso nos restaba muchísima privacidad, aunque realmente ellos pasaban demasiado tiempo en nuestra casa.

Habíamos encontrado un piso grande, cerca de los chicos, y muy cerca del centro. Tenía 3 habitaciones, una de ellas habilitada para mi hermana ya que iba a venir a hacer un curso de inglés a Londres durante 4 meses, dos baños, la cocina enorme y el salón también enorme.

Habíamos adoptado un gato, muy parecido a Fred, pero muchísimo mas activo que el, y habíamos decidido llamarle Gus, no se porqué, pero se me ocurrió a mi ese nombre y Mike estuvo de acuerdo.

Eche un ultimo vistazo al salón ordenado y al enorme árbol de navidad que habíamos comprado que estaba al lado de la ventana y me dirigí de vuelta a la habitación. Mike todavía seguía en la ducha, así que dí un par de golpes en la puerta del baño, ya sabía el que eso quería decir que se apurara.

Entré en la habitación y la atravesé para meterme de nuevo en el baño que había allí y seguir con lo que estaba haciendo. Acabé de rizarme todo el pelo por fin. Me lo despeiné un poco, para que quedara mas informal y natural, y le eché un poco de laca para que aguantara toda la noche.

Me maquillé, pintando el parpado movible de dorado y negro, usando un eyeliner para pintarme una raya fina en el, y pinté mis labios de color rojo oscuro, casi granate.

Cuando mi maquillaje y mi pelo estaba listo, salí del baño. Mike estaba allí, con una toalla anudada a su cintura, y secándose su pelo, ahora castaño, con otra toalla.

- Sigue haciéndole daño a mi vida verte solo con una toalla.- Le dije, acercándome a el y dándole un beso.

- Sé que no llevas nada mas que la ropa interior por debajo de esa bata, eso a mi no me hace ningún bien tampoco.

Ambos comenzamos a reírnos y nos separamos el uno del otro para vestirnos, se nos hacía tarde. Mike había optado por unos pantalones pitillo negros que, por una vez, no estaban rotos en las rodillas, una camisa blanca y una americana del mismo color que los pantalones, y como no, sus botas favoritas. A pesar de todo lo que yo había insistido en que se comprara otros zapatos, el era demasiado cabezota.

Yo había optado por un mono negro, de pantalón largo y espalda al aire que había visto en una tienda en Los Angeles, y me había encaprichado demasiado con el, junto con unos zapatos dorados con un tacón muy alto y plataforma, y un bolso de mano del mismo color que los zapatos.

Me miré al espejo de la habitación una vez que ya estaba lista de todo, y Mike se puso a mi lado, con el móvil en la mano, para sacar una foto de ambos contra el espejo.

You're my only reason. | m.cDonde viven las historias. Descúbrelo ahora