Capítulo 113: "Marcada"

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Comencé a recorrer todos los alrededor, camiones viejos, talleres, herramientas, no había nada, ni una pequeña casa o cabaña, o alguna especie de celda. De pronto me tropecé con algo, al darme la vuelta me di cuenta que era un candado, al quitar la tierra de encima, vi que era una puerta que iba a una especie de sótano, – Será posible que... – no terminé de pensarlo y fui al taller corriendo, cogí un martillo y golpeé el candado con todas mis fuerzas. Este se rompió, abrí la puerta y vi una especie de escalera.

Bajé cuidadosamente y me encontré con un pasadizo oscuro, al final de este había una pared, pero al verlo bien, me di cuenta que había una puerta. Me asomé y miré por las rendijas, – ¿Hola? – dije en espera de alguna respuesta, pero nadie me contestó. De pronto unos ojos color café se asomaron, – ¡______! – me dijo una voz que sonó algo débil, – No puede ser, mamá, en verdad eres tú – le dije, las lágrimas comenzaban a salir de mis ojos. No podía verla, pero simplemente el escuchar su voz era suficiente para mí. – ¿Cómo estás? ¿Estás herida? – le dije, me contestó que no. Quise abrir la puerta, tenía un candado, – Te sacaré de aquí, te lo prometo – le dije, – Por favor, vete. Si Philip se entera que... – me dijo pero una voz no la dejó terminar. – Demasiado tarde, él ya se enteró –, al voltear me di cuenta que era Philip, estaba parado al pie de la escalera y detrás de él estaba Merle.

– Llévatela a la casa – le dijo Philip a Merle. Él se acercó y me agarró de la cintura, – Suéltame – le grité y me comenzó a llevarme a las escaleras. Subimos las escaleras, Merle me tenía sujeta y así me llevó a mi casa. No me soltaba de la cintura, a pesar de tener solo una mano, tenía mucha fuerza. Al llegar, entramos y me tiró al suelo, salió y cerró la puerta, – Déjame salir, quiero verla – grité golpeando la puerta. Di media vuelta, busqué mis machetes y cuchillo, no estaban donde los había dejado, – Maldición – dije y el gobernador entró, le dijo a Merle que se fuera y cerró la puerta...

- Philip: Ahora conversaremos tú y yo.

- ____: No tenemos nada de que conversar. Lo que le haces no tiene nombre, la tienes encerrada como un animal. ¡Déjala salir!

- Philip: No creo que eso sea posible.

- ____: ¿Por qué me haces esto? ¿Por qué?

- Philip: Necesito que seas fuerte.

- ____: No, quieres que me convierta en un monstruo como tú, pero no lo seré, aunque te odie con todas mis fuerzas.

- Philip: A veces el odiar es mejor, sentir odio te hará más fuerte.

- ____: Déjame salir (lo hice a un lado y quise abrir la puerta, pero él me cogió del cuello y comenzó a ahorcarme)

- Philip: Harás lo que yo te diga, ¿me entendiste?

- ____: Jamás volveré a confiar en ti, me escaparé y me iré con ella.

- Philip: No lo harás, porque antes la mataré.

- ____: No, si yo lo permito...

Mientras me sujetaba del cuello, con mi mano busqué algo con que golpearlo, tomé una botella y se la rompí en el rostro, él gritó de dolor, me golpeó el estómago y me tiró hacia un lado. Me faltaba el aire, estando en el suelo me giré y lo miré, su rostro estaba bañado en sangre, se arrodilló, tenía una de sus manos tapando su ojo derecho y esta estaba bañada en sangre. Cuando retiró su mano, me di cuenta que tenía un pedazo de vidrio incrustado en su ojo, al golpearlo con la botella, su ojo había recibido el impacto del golpe. – Te mereces eso – le dije e intenté levantarme, pero al estar de rodillas sentí un fuerte golpe en la espalda que me hizo caer al suelo.

Al voltear y verlo, tenía en su mano un fuete, que sirve para golpear a los caballos, pero esta vez me golpeó a mí, dos, tres, cuatro veces. Cerré los puños por el dolor, podía sentir mi propia sangre humedecer mi ropa. Lo volví a mirar, – Te mereces eso – me dijo, se fue a la puerta, la abrió, – Si vuelves a hacer lo que hiciste hoy, no tendré piedad y yo mismo te traeré su cabeza – me dijo y salió del lugar, encerrándome.

No podía moverme, el dolor era insoportable. Quise levantarme, pero era como si tuviese una piedra en mi espalda, muy pesada. Apoyé mi rostro sobre el suelo, las lágrimas salían de mis ojos, tenía tantas ganas de matarlo, ya no era mi padre, quizá al principio lo fue pero ahora no, nunca más lo volvería a llamar padre, pero estaba atrapada nuevamente, si intentaba hacer otra de mis locuras la mataría, y esta vez era en serio, no lo dudaría. Me levanté con un gran esfuerzo, caminé despacio, muy lento hasta que llegué al baño. Me puse de espaldas al espejo, me saqué el polo que tenía, estaba roto, y observé las marcas. Toda mi espalda estaba roja, y cuatro marcas se hacían visibles, cada vez que me movía, caminaba o respiraba, me dolía. Me tiré a mi cama boca abajo y simplemente me quedé dormida.

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u.u

:(




The Walking Dead Serie - Novela Daryl Dixon (Norman Reedus) y túWhere stories live. Discover now