Slythendor. [Dramione. Harry Potter]

Hielo y Libros.

Hielo y Libros.

A pesar de que Hermione le hubiera prometido no abrir su bocota, él parecía que aún no se fiaba de las palabras de la chica. Incluso luego de que hayan pasado dos semanas.

Pero, a pesar de todo, tenía que reconocer que ella era mejor persona de lo que hubiese imaginado, y fue por tal motivo que ahora la estaba ayudando a cargar con unas cosas para su clase de Transformaciones.

-Esta caja pesa, ¿lo sabías? - Pudo escuchar un sí jadeante detrás de él. - Perfecto. Si lo sabes entonces, ¿por qué demonios no te apuras?

Hermione por educación no le respondió de mala manera. Al principio estaba sorprendida y encantada de que Draco le hubiera preguntado si necesitaba ayuda con su caja de libros, y había aceptado encantada. Pero luego de descubrir que seguía siendo el mismo idiota malhumorado y que no dejaba de joder la situación cada dos minutos, comenzó a arrepentirse.

-¿Por qué me ayudas? - preguntó entre un gemido lastimoso.

-Pues porque no quiero que abras tu pico, claro está.

-Es boca. No soy un maldito pájaro. - Se quejó. - Con la actitud que estas teniendo, estoy considerando abrirla. Tenlo en cuenta.

Draco se dio vuelta ofendido. La miró de mala manera y se acercó con rápidas zancadas a ella, haciendo que la caja tambalee.

-¿Qué actitud mala estoy teniendo? ¡Te estoy ayudando a cargar tus putos libros!

-¡Ten más respeto!

-¡Al carajo con eso! - respondió gritando. - Te estoy haciendo un favor y encima te quejas.

-¿Favor? Es un chantaje lo que tú haces.

-Da igual. Te estoy ayudando. – siguió testarudo.

-¿Sabes qué? Métete tu ayuda por el culo. - Y dicho esto, la chica agarró un extremo de la caja de cartón y comenzó a tirar para su lado. Malfoy hizo lo mismo pero para el suyo, y en el forcejeo la caja cedió y se rompió, haciendo caer todos los libros.

-¡McGonagall me matará! - Exclamó la chica asustada.

-¿Que estas cuchicheando? – preguntó el chico con temor.

Hermione esbozó una débil sonrisa temerosa.

-Los libros...eran de la profesora.

Ambos se callaron y se miraron en silencio, para luego agachar la cabeza y observar los viejos y preciados libros de la profesora Minerva rotos en el suelo.

Cuando se presentaron en la clase con los libros en sus brazos, la profesora estuvo a punto de tener un ataque de nervios.

-Se quedarán después de clase a repararlos. – Fue todo lo que tuvo para decir.

Los chicos asintieron y callados fueron a tomar asiento. Trevor y compañía los miraban curiosos. ¿Como habían esos dos llegado a romper los libros? Y mejor aún, ¿cómo habían acabado juntos? Eran preguntas que incluso la profesora quería saber con detalles.

La clase transcurrió en perfecto y mortal silencio, con el sonido de la pluma rasgando el papel siendo sólo lo escuchado. De vez en cuando, Harry miraba a su amiga con peculiar interés intentando averiguar qué era lo que pasaba, pero nada pudo conseguir. Incluso Trevor tenía el particular anhelo en interrogar a Malfoy.

Cuando la campana sonó y todos se prepararon para marcharse, Minerva se acercó a Hermione y la escrutó profundamente.

-Lo lamento. - se apresuró a decir esta última.