Slythendor. [Dramione. Harry Potter]

Decisiones.

Los gemelos aparecieron riendo como de costumbre. Malfoy había dejado atrás a Trevor y su burbuja, pero aquel encuentro traía consigo un mal presentimiento. Incluso la amenaza de su madre volvía a hacerse presente en su cabeza con más firmeza que antes, y estaba más que claro que tenía razón. 

—Oye Malfoy, ¿dónde está Wicket?

El rubio se encogió de hombros y pasó entre medio de ellos, sin prestarles demasiada atención.

—¿Soy su niñera acaso? — Preguntó molesto.

Fred y George se miraron, sin entender la situación.

—¿Qué está sucediendo, Malfoy? En un minuto están como mejores amigos y al otro ambos tienen cara de haber visto al mismísimo Señor Tenebroso. Y ni hablar de su humor.

Draco bufó por lo bajo y siguió caminando, tratando de que no le afectase o molestase lo que le decían los gemelos.

—Malfoy, contesta. — La voz de Fred se oyó por encima de mandé George, claramente ofuscado.

El aludido paró de repente para observarlo por encima de su hombro. Sabía que ellos no merecían aquel trato, pero está situación de familia feliz y amigos prefectos se le estaba yendo de las manos. Incluso lo que se traía con Granger se le estaba escapando.

—Preguntaselo a él. No soy el único que guarda secretos. — Y dicho esto, reanudó su camino, esperando que no lo siguieran. 

Al entrar a la choza acogedora, como la había bautizado para sus adentros, colgó su bufanda en el perchero más próximo y dejó caer su peso sobre la puerta. Suspiro derrotado y pasó sus manos por el rostro en señal de hastío.

—Parece que algo no marcha bien. — Dijo la suave voz de Hermione frente suyo. Draco quitó sus manos y la contempló con una prudente distancia.

—Nada marcha bien. — Murmuró con voz ronca. 

—Ya veo. — Se limitó a contestar. Se acercó en tímidos pasos y posó tiernamente su mano en la mejilla izquierda del muchacho. Draco cerró los ojos al tacto y suspiró. No, nada de eso estaba bien, y lo sabía. Una madre no te aconseja en vano. —Puedes decírmelo, si te apetece.

—Claro que me apetece, peor prefiero no hacerlo. No soy la clase de chico que cuenta sus problemas abiertamente. — Comentó con sorna sin poder evitarlo. La chica frunció el ceño, y supo que lo había arruinado.

—Tampoco eres la clase de chico que piensa mucho. No eres muy listo, Malfoy. Pero eres todo un experto en abrir tu bocota para decir idioteces hirientes. — La voz de Hermione se volvió dura, cargada de un enojo repentino. Apartó su mano del gesto cariñoso que le estaba otorgando y se cruzó de brazos, mirándolo expectante con una ceja arqueada. 

Al verse en esa situación familiar de hacía cinco años ya, Draco se echó a reír con ganas. Hermione lo miró furiosa y le propinó un puntapié. El rubio se agarró el pie lastimado entre quejas, pero no paró de reírse.

—¿Qué te causa tanta risa, maldito hurón? 

—Nosotros. Esto. Yo aquí. Todo...todo esto es completamente bizarro. Y por más esmero que le pongamos, siempre terminamos peleando por algo. — Draco paró de reírse y la miró por algunos instantes. Hermione seguía con sus brazos cruzados sobre su pecho, pero su rostro no mostraba odio del todo. Sentía pena por lo que Malfoy decía, porque muy adentro suyo, o no tanto, sabía que tenía razón: siempre terminaban enojados. 

—¿Y qué quieres que hagamos? — inquirio en un susurro. 

Malfoy se encogió de hombros: —No lo sé, Granger. Juro que no lo sé. Avanzamos un paso y retrocedemos tres. Nuestras casas se odian. Nuestros padres son la perfecta definición de opuestos. Y todo se está yendo por la borda. El viejo desapareció, la loca tomó el poder de Hogwarts...

—Los TIMO serán un verdadero desafío...— agregó ella, pensante.

—Voldemort está de regreso, estamos creando un ejército para defendernos que lleva el nombre de un prófugo, ¿Y tú estás preocupada por los exámenes? — Preguntó con sorpresa. No podía creerlo. Sabía que Granger era una ñoña, pero aquello era demasiado. 

Fue el turno de la leona de encogerse de hombros: —Cada quién se preocupa por lo que le concierne. 

Malfoy se quedó sin habla, mirándola entre estupefacto y embobado. En serio, aquella chica iba a volverlo loco de todas las maneras posibles.

—A lo que iba es...no sé que salga de todo esto,Granger. Ni siquiera sé si es lo correcto. 

Hermione río por lo bajo al tiempo que negaba con la cabeza.

—Lo correcto de seguro que no es. Pero podemos averiguar juntos a dónde nos lleva. 

Y allí estaba de vuelta: el coraje que les faltaba a todos en el grupo, y que ella siempre estaba infundiendo. Sus ojos brillaban con fuerza, esperando su respuesta. Malfoy se mantuvo en silencio, contemplando y admirandola. 

Para luego suspirar derrotado y acotar: —Qué más da, solo será un problema más. 

Y la besó, dejando morir en sus labios la respuesta sarcástica que estaba seguro que le iba a dar.