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Sus fuertes brazos, sin saber cómo, me hacían sentir segura y a salvo. No me gustaba esa sensación, quería que siempre estuviera ahí para protegerme y yo sabía perfectamente que podía protegerme a mí misma solita. ¿Por qué debería querer a un chico apuesto y musculoso cuidando de mí?

Los pasos de Ian parecían decididos mientras subía las escaleras. Su vista estaba al frente y me sentía poderosa al poder admirar su perfil sin que me dijera nada. Me gustaría acariciarle la mejilla, incluso girarle la cara y besarle. Pero soy demasiado miedosa; si me rechazase, moriría. Así que simplemente me digné a verle. Cuando llegó a mi cuarto, conseguí bajar de sus fuertes brazos. Agarré todas las cosas necesarias para ducharme y me fui directa al lavabo.

Me desnudé y el frío se hizo presente en todo mi cuerpo de nuevo. Me deslicé rápidamente debajo del agua ardiendo y dejé a mi mente divagar. Odiaba el agua caliente, pero lo que más necesitaba en ese momento era algo calentito por encima.

Salí del baño con mi pijama de batman y con un moño mal hecho en la cabeza. Miré a Ian que yacía sentado en el borde de la cama y me tumbé en esta. Parecía perdido. ¿Qué le pasaba? Ese no era el chico arrogante que conocí. Necesitaba que volviera a reírse como él solo sabía, así que cogí un cojín y se lo tiré en la cabeza. Él la giró lentamente como si fuera a asesinarme después de mirarme. Yo sonreí inocentemente a lo que alzó una ceja. Maldita sea. ¿Cómo lo hacía?

-Deja de hacer eso con la ceja, me pone nerviosa. Yo no sé hacer eso -la tristeza que me transmitían sus ojos cambió por un segundo a una pizca de diversión.

-Oh vamos, no es tan difícil -he ahí mi chico bipolar y egocéntrico. Un momento, ¿mi chico?

-Para mí lo es -me crucé de brazos e intenté levantar una sola ceja. Era imposible.

Ian reía a carcajadas mientras veía mi cara contraerse de mil maneras intentando hacer la maldita cosa esa con la ceja. Él se acercó a mí y levanto la piel de encima de mi ceja con el dedo y susurró "intenta mantenerla ahí". Juro que lo intenté. Pero no lo conseguí. El sonido de su risa se infiltraba en mis oídos como si le hubiera dado permiso y se introducía en mi corazón. Podía sentir cómo este latía contra mis costillas. Dolía.

-Iré a hacerte una sopa, no te esfuerces mucho con lo de la ceja -rió haciendo que cada vez notara el corazón latir más rápido.

-Cuando vuelvas la tendré perfectamente enarcada y tu barbilla llegará al suelo -salió del cuarto a mitad de mi frase. Maldito.

Seguí probando hasta que llegó a la habitación. Por mala suerte no lo conseguí, pero me apetecía esa sopa. Olía delicioso. Me incorporé y dejé mi espalda descansar en la pared. Ian se sentó en la misma posición al lado mio. Me pasó un plato de sopa y el se quedó con otro. Cuando nos acabamos la sopa me apoyé en su hombro.

Y así pasamos toda la tarde, mirando la tele. Vimos unas cuantas películas pero casi al final me quedé dormida. Me quedé dormida en el hombro de mi asistente.

Me desperté al oír unos leves ronquidos. Ya sabía a quien pertenecían, pero aún así giré mi cabeza para verlo. Tuve que reprimir una carcajada cuando lo vi. Tenia la boca abierta, con un hilo de baba cayendo por la comisura izquierda de su boca, la cabeza inclinada también hacia ese lado, los pelos despeinados y emitiendo esos ronquidos tan... sexys. Cogí mi móvil de la mesita de noche, 2:41AM. Madre mía. Me levanté con cuidado para no despertarlo e Ian dijo algo completamente inteligible. ¿Con qué estaría soñando? Abrí la cámara de mi móvil y le hice una foto para recordar el momento y quizá para luego chantajearlo con algo. Si no hacía caso, subía la foto. Días después me reiría de él con esa foto.

Bajé las escaleras con cuidado de no matarme ya que estaba todo a oscuras. Pero como soy tan patosa no sirvió de mucho el bajar cuidadosamente. Caí de culo una vez y tropecé varias. Maldita mi suerte.

Me dirigí a la cocina y encendí la luz. Parpadeé un par de veces para acostumbrarme a la claridad repentina. Abrí la nevera y cogí el pote de nata y el de ketchup. Volví a subir, no sin antes haber comido una magdalena para saciar el hambre de mi estómaguito.

Llegó la hora de la acción.

Me acerqué a Ian con los dos botes en mano. Le hice puntitos -simulando ser granos- y un bigote con el ketchup. Obviamente, le hice otra foto así. Con la nata le llené la mano, y le llené la boca. Mientras hacia esto ultimo se despertó y se restregó toda mano llena de nata por la cara y comenzó a toser llenando todas las sábanas de nata.

-¡Venga! ahora también tendrás que lavar las sábanas. - dije riendo a carcajadas. Subió su mirada hacia mí lentamente y paré de reír. Bueno, en verdad no del todo. Pero casi.

Ups creo que se ha enfadado.

-Yo que tú... empezaría a correr ya- dijo serio. Yo asimilé lo que acababa de decir y salí pitando con él corriendo detrás de mí.

No dejaba de reír como foca epiléptica mientras bajaba las escaleras. Casi me mato un par de veces por llevar los botes en las manos y no poder cogerme a la baranda. Crucé la cocina y salí por la puerta del otro extremo que daba a la sala. Ian parecía haber dejado de seguirme. Me agaché con las manos en mis rodillas para descansar y de repente noté una sustancia fría calar mi camiseta de pijama. Maldito.

-¿Recargando munición?- dije todavía de espaldas. Cogí bien mi pote de ketchup y me giré rápidamente apretándolo a la vez que esparcía toda la salsa por el cuerpo de Ian.

-¡Esto es guerra!- Gritó y apretó los dos potes que llevaba en sus manos, uno de mayonesa y otro de mostaza, creo. Hice lo mismo que él. Ambos reíamos.

Salí corriendo por toda la sala, resbalando a cada paso que daba y con Ian pisándome los talones. Lo despisté pasando por la puerta de la cocina y escondiéndome debajo de la mesa. Noté cómo pasó por mi lado pero siguió y salió. Pasados unos cuantos segundos en los que oía las pisadas de Ian correr de aquí para allá mientras gritaba mi nombre, salí. Me dirigí al jardín de la piscina y me escondí detrás de un árbol esperando cualquier momento para atacar. Cuando salió, esperé hasta que se pusiera a tiro, y cuando lo hizo, salté en su espalda apuntando ambos botes a su cara para luego apretarlos y llenarle toda la cara de salsa. Mmmh qué rico. Ian se desequilibró y caímos los dos al suelo.

-Mierda- me había quedado sin munición, e Ian se dio cuenta de eso. Estaba debajo suyo, y estaba dispuesto a llenarme de pringue. Me tapé los ojos para que no me entrara nada en ellos. Y de repente noto los dedos de Ian haciéndome cosquillas.

-Juego limpio, princesita.- yo no podía parar de reír y él tampoco. Le debería hacer gracia verme tirada en el suelo llena de mierda, con pelos de loca y riéndome como una foca epiléptica mientras se ahoga.

Pero bueno, fue la mejor noche que había vivido en años, y tenia fotos para reírme de él de por vida.











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Holaaaa!!

No veas la fiesta que tienen montada estos dos:$

Bueno chicas, muchas gracias a todas aquellas que votan y comentan y que sobretodo tienen paciencia y esperan capítulo!

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Graciaaas

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