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Eider's PoV

Cuando salí de la ducha, ya con mi pijama de superman, Ian estaba en mi cama y dormía plácidamente. Sabía que debía ir al sofá, pero el cansancio se acumulaba en mi ser impidiendo que baje siquiera un escalón. Vale, tanto no lo impedía, pero no quería ir.

Como estaba dormido, no se enteraría de que dormí en mi cama, ya que me levantaría antes que él para ir a la escuela. No debería de hacer como si nada pasó y que no le conté nada, pero él lo hacía y eso me resultaba incómodo. Aun así me estiré a su lado, manteniéndome alejada de él lo máximo posible. Él se había quitado la camiseta y solo lo cubría una fina sábana blanca. Me quedé observándolo. Lucía tranquilo, estaba sumido en un profundo sueño. Mi cabeza no dejaba de dar vueltas cuando me giré para poder dormir y de esta manera no despistarme mirando a Ian.

Todavía no entendía por qué Mark me había pedido una cita, todavía no sabía por qué me sentía mal al haber ido a esa cita después de que Ian me pidiera que no lo hiciera.

Porque te gusta. A mí no me gusta. Eso no es cierto. Ya, cállate.

En ese momento no sabía por qué sentía una enorme sensación de estar protegida al estar al lado de Ian, solo cuando estaba cerca suyo. Lo único que sabía era que podía aparentar que lo odiaba, pero en mi interior sabía que cada vez me agradaba más y eso me asustaba.

Le temes al amor.

Las sensaciones que me hacía sentir cuando susurraba en mi oído, incluso cuando me llamaba princesita, cuando me rodeaba con sus brazos en la moto... Me hacían sentir "especial" de algun modo.

Me giré para mirarlo de nuevo, sus respiraciones eran profundas, tranquilas y constantes. Su cuerpo emanaba un calor abrasador. De vez en cuando murmuraba palabras inteligibles, me causaba gracia, parecía un niño pequeño con apariencia de adulto. Me vinieron unas ganas inmensas de acariciar su rostro.

¿Por qué no lo haces? ¡Está dormido! No se va a enterar.

No pude reprimir más las ganas que tenía y acaricié su rostro. Era sumamente suave, a pesar de la barba que empezaba a crecer en su mandíbula. Rodeé su cuerpo con mi brazo y acaricié su espalda. Su cuerpo me daba calor, pero no quería separarme de él. Y con esa sensación en mi cuerpo, me sumí en un precioso sueño. Un sueño con chicos de ojos azules y cabello castaño oscuro.

Me desperté por culpa de unos golpecitos en mi hombro. La persona, más bien una especie de bestia, empezó a zarandearme cuando vio que yo no abría los ojos. Una vez abiertos me quedé parada, Ian sonreía con la cara muy cerca de mi rostro. Lo empujé poniendo mis manos en su pecho, todavía desnudo, para apartarlo de mí.

-Buenos días, princesita- dijo con una sonrisa en su cara. Se veía genial incluso recién levantado, con su pelo oscuro desordenado y los ojos somnolientos.

-Mmh... buenos días Idiota...-rasqué mis ojos y estiré todos mis músculos. Fue un gesto poco femenino, pero no me importó.

-¿No se suponía que dormías en el sofá? - preguntó con diversión en sus ojos.

-Tu lo has dicho "se suponía" -dije divertida.

Ian salió de la habitación riendo y negando con la cabeza. Me levanté de la cama con el pelo todavía húmedo por la ducha de anoche y suspiré viendo mi espantosa cara en el espejo.

Pero eso no me impidió que volviera a darme una ducha. Ya, ya. Sé que me duché anoche y no hice nada durante la noche. Bueno, me duché igualmente. Cuando cerré los ojos bajo el agua fría que caía sobre mí, solo podía ver unos profundos ojos azules, solo podía recordar la sensación de mi brazo en contacto con el torso desnudo de Ian. Y ahí estuve, debajo del agua durante unos 10 minutos fantaseando con el idiota de mi asistente.

Salí del baño, cogí mi ropa interior y me metí en el vestidor. Unos jeans negros, una camiseta de estilo marinero con rayas azules y blancas y unas converse blancas junto con una chaquetita del mismo color de estas, fueron la elección de hoy.

Bajé las escaleras sin prisa, me dolía un poco la cabeza. Encontré a Ian saliendo de la cocina ya vestido. No tenía ni idea de dónde sacó la ropa, pero tampoco me interesaba. Tenía una magdalena de chocolate en su boca. Cuando acabó de comérsela me entregó una a mí, que tenía en la otra mano. La cogí y comencé a caminar hacia la puerta. Cuando me giré, me invadió un mareo terrible que hizo que me tambalease. Ian me miraba con el ceño fruncido.

-¿Estas bien, princesita?- preguntó con un ademán de preocupación en sus ojos.

-Sí, solo ha sido un pequeño mareo de nada - contesté encaminándome al bicho infernal.

Ian no quiso contestar y se posicionó detrás de mí. Y otra vez estaba ahí esa sensación de mareo, pero no dije nada, no quería preocupar a Ian.

My AssistantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora