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Cuando me desperté la puerta se abrió dejando ver a una mujer de entre unos 50 años de pelo marrón canoso recogido en un moño alto, con las facciones un tanto envejecidas y vistiendo una bata blanca que cubría hasta por debajo de las rodillas y toda su ropa.

-¿Cómo te encuentras?- dijo la mujer sonriendo tiernamente.

-Bien, supongo- dije y ella asintió.

-Tienes principio de hipotermia, deberás tomarte estas pastillas durante una semana- me entregó un papel con el típico garabato de enfermero que ni Dios entendía con el nombre de las pastillas. Ella sonríe y cuando está dispuesta salir por la puerta esta se abre dejándome ver a Ian.

-¿Te encuentras bien Eider? Sabía que no debía dejarte venir a la escuela hoy- dijo rápidamente sin dejarme hablar.

-Estoy bien Ian, solo ayúdame a levantarme.-Ian cogió mi mano y me ayudó a ponerme de pie. Cuando estuve de nuevo sobre mis pies me tambaleé un poco e Ian me alzó en sus brazos como si fuera una princesa. Su mano por debajo de mis rodillas enviaba pequeñas corrientes eléctricas a través de todo mi cuerpo.

-Estas muy pálida- dijo comenzando a caminar hacia la salida de la enfermería.

-Ian, bájame y ve a clase. No quiero que te dejen en detención por mi culpa- espeté intentando soltarme de su agarre. Pero me giré a mirarle y sonrió cínicamente.

-No me castigarán, nunca lo hacen. ¿No ves que mi físico hace suspirar a toda la población femenina?- afirmó mas que preguntó.

Qué ganas de partirle la boca...

-Mira que eres tonto...

-Este tonto te encanta- dijo de manera egocéntrica con una sonrisa en la cara. Ya no pude resistirme y le di un golpe en el hombro.

-No me encantas, idiota- puse los ojos en blanco.

Empezamos a caminar dirección al despacho del director para pedir permiso y poder irnos, Ian se encaprichó en llevarme a casa. Y por mucho que le agradecía ese detalle jamás se lo diría. Después de picar a la puerta la secretaria nos abrió y nos llevó con el director.

-Buenos días Sr. Director- dijo Ian serio.

-Buenos días Señorito Collins- dijo el director serio pero con un toque de diversión - ¿A qué se debe esta visita, jóvenes?

-Eider fue a la enfermería porque la encontré desmayada en el suelo, la llevé a la enfermería y la enfermera nos dijo que tenía principio de hipotermia. Sus padres me dejaron a su cargo asi que como no está en condiciones de hacer clase nos marchamos los dos.- Estaba muy serio mirando los ojos del director. No me dejó contarlo a mí.

Será mal educado.

-¿No tiene boca la señorita James? -preguntó burlón el director, a lo que Ian frunció el ceño y las ganas de estamparle de mi puño en su cara aumentaron al nombrarme así -Bueno, llamaré a sus padres para comprobar que dicen la verdad, ya no me fío de usted, Collins -dijo seriamente mirando a Ian.

-Mis padres están de viaje en España, a esta hora allí es de noche y estarán todavía durmiendo -el nerviosismo era notorio en mi voz y aunque no tuviera ganas de quedarme en la escuela, sentía que tenía que quedarme. La verdad, quería quedarme para pegar a Mark por gilipollas.

El director estaba pensativo, suponía que debatiendo si dejarnos salir o no. Su mirada estaba perdida en algún punto de la pared pero al final la dirigió hacia a mí y asintió lentamente.

-Está bien señorita James, la dejaré salir -debía de ser una broma. Tenía que salir de ahí antes de que su cara quedara peor que un cuadro de Picasso.

Tiene suerte por ser el director.

-Pero si me entero de que me están mintiendo, tendrán graves problemas conmigo -amenazó. Vale, mi paciencia estaba ya al límite.

-Se lo prometo, señor director, esta vez va en serio -afirmó Ian y él señaló la puerta mandándonos fuera.

Necesito pegarle bien fuerte a ese cabrón.

Salimos de dirección y nos dirigimos a la salida. Notaba mis pasos cada vez más pesados y mis párpados amenazaban con cerrarse. Necesitaba mi cama para poder dormir.

-Hola amorcito.

Debe de ser una broma.

-¿A dónde vas con esta fulana? -maldita zorra. Megan miraba a Ian con recelo y cuando los ojos se posaron en mí, me miraban con asco.

Descargaré lo del director contigo, maldita zorra.

-En primer lugar -empecé a decir acercándome formando puños con mis manos -no soy ninguna fulana como tú. En segundo lugar, no llames a la gente con tu segundo nombre. Y por último, si eres una zorra rastrera envidiosa, no es mi problema -no pude evitar sacar mi sonrisa de victoria, pero Ian me agarró de los hombros alejándome de ella.

Este quiere quedarse estéril.

Megan estaba que echaba humo por las orejas como en los dibujos animados.

-¿Por qué no nos vamos a seguir con lo de antes, Ian? -maldita perra.

-¿No te han puesto hoy bozal? -bufé y me crucé de brazos. Ian se pasó una mano por el pelo y miró a la fulana con extensiones.

-No voy a ir a ningún sitio contigo -espetó Ian algo molesto.

-Pero amorcito... -será rastrera.

-Ni amorcito ni nada, vete con Mark que yo me voy con mi princesita.

Eso me dejó sin palabras. Ha admitido delante de Megan que soy su princesita. Espera, ¿su princesita? ¿Desde cuando soy suya?

Debería de estar enfadada y molesta por culpa de la zorra esa, pero estaba más sorprendida que otra cosa. ¿Ha dicho que soy suya?

¿Soy suya?

-¿Tú qué? -espetó la plástica mirándome con asco y sacándome de mis pensamientos.

Ian no le respondió, me agarró la mano y me llevó hacia el bicho infernal. Todavía tenía que asimilar lo que había pasado, pero ya no tenía ganas de pegar a alguien, tenía ganas de abrazar a Ian.

¿Es esto real?

My AssistantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora