Prólogo.

8.1K 229 138
                                    

29 de agosto

No soy fan de los diarios, honestamente, pero bueno, lo hago porque es una actividad que me han dejado en el campamento y porque no quiero ser el único chico sin escribir antes de dormir.

Supongo que debo presentarme contigo, así que aquí voy: mi nombre es Alex, tengo diecinueve años y sí, estoy en un campamento de verano. ¿Por qué? Pregúntele eso a mis padres. Se la pasan diciendo que soy un buscapleitos y que necesito relacionarme con más chicos de mi edad y que esto formara mi carácter y bla bla bla. Hubieras visto la cara de mi hermano menor, Daniel. Esa mierdita se estaba burlando de mí, se tapaba la boca y me señalaba con el dedo mientras yo me subía al autobús. ¡Tenía ganas de bajar y romperle la boca!

No creas que soy un sádico, así es como nos llevamos él y yo. A pesar de que soy más grande por tres años y que mido uno ochenta y peso noventa kilos, a él parece no importarle. No me respeta el hijo de perra. Pero bueno, aun así me cae bien. Es mi hermano, pero mi hermano menor, eso no lo tiene que olvidar.

Déjame contarte del campamento. Por lo que es visto, es un lugar... cómodo. O sea, las camas son un suplicio, me acosté sobre la mía para escribir y rechina y huele a polvo, pero salvo eso todo el lugar es agradable. Somos unos treinta chicos. Nos alojamos en cabañas desperdigadas por el bosque de a dos chicos por cabaña. No sé quien será mi compañero, ahora estoy solo aquí dentro y, la verdad, espero que siga así.

Seguramente por eso me mandaron mis papás aquí. Por eso y... por algo más. Ya te contaré un día porque ahora me duele la mano. Te repito, no estoy acostumbrado a escribir.

Nos vemos.

Alex.

30 de agosto

Corrijo: este lugar es insufrible. Ayer todo iba bien hasta que a los guías se les ocurrió la magnifica, la grata, la perfecta idea de cantar en una fogata. EN UNA PUTA FOGATA. ¿Qué tenemos? ¿seis años?

Pues parece que sí. Ahí me tienes como estúpido aplaudiendo mientras el guía cuyonombrenomeacuerdo tocaba la guitarra. Te juro que sentí como mis huesos rechinaban. Pero bueno, fue sólo un rato (un rato que se me hizo eterno).

Mi cabaña quedó sola por el resto de la noche, eso me dio mucho gusto. ¡Tenía la cabaña para mí solo!

Hasta hoy en la mañana.

¿Quién es mi compañero? No tengo idea, el único rastro que dejó de su presencia aquí son... una... dos... tres... cinco. Cinco maletas sobre su cama (obviamente le dejé la cama de abajo porque nadie, y menos un chico que no conozco dormirá sobre mí). Lo único que me alarma es que sus maletas son de color rosa fosforescente como el que usan las chicas en sus shorts cuando salen a correr.

Eso me lleva a otra cosa: No hay chicas a veinte kilómetros a la redonda. Así es. No hay una sola y mi entrepierna comienza a picar y con el nuevo inquilino en el mismo cuarto que yo será un poco incómodo "rascarme".

Pero bueno, volviendo al campamento. Hoy no hubo gran cosa. Lo único que hicimos fue jugar tochito. ¡Por favor! Hice pedazos a todos. En casa (a unos mil años luz de aquí) soy quarterback de mi equipo. ¡Vamos zorros! Le lancé el balón a un chico tan fuerte que ni lo vio venir. Le explotó en la cara, hubieras visto. Sus lentes salieron volando y su nariz sangró. Muy chistoso la verdad. Desagrable, pero chistoso. Me regañaron los guías. Bola de maricas. Creo que saben por qué estoy aquí porque en ese momento me aislaron de los demás.

Oh, bueno. ¿Qué se puede hacer?

Ruega y pídele a Dios que hoy no saquen la guitarra ¡por favor!.

Diario de un femboy.Where stories live. Discover now