Capítulo 20: Tú eres mi familia.

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Capítulo 20: Tú eres mi familia.

Jane

El camino al hospital en autobús fue tranquilo, la verdad es que no me gustaba demasiado cogerlo. No sabía el porqué, pero me ocurría desde niña.

Estuve mensajeándome con Am y Carol sobre cualquier tontería, normalmente siempre sacábamos temas poco comunes y debatíamos sobre ellos. También curioseé la foto de perfil de Elliot en la que aparecíamos los dos, interesante.

Tras estar observándola durante un rato, descubrí por qué me sonaba tan familiar, era la foto que nos habíamos sacado en la tienda de electrónica, aquella del centro comercial. Mi pregunta era cómo la había recuperado. Elliot era predeciblemente impredecible y eso me gustaba.

Apareció que me estaba escribiendo, por lo que apagué el móvil. No es que no quisiera hablar con él, pero no quería pasarme la parada.

Ya en el hospital, sólo tuve que darle los datos de mi madre a la enfermera de la recepción y esta me indicó la habitación y el camino para llegar a ella. Otra cosa que me ponía bastante incómoda eran los ascensores. No sabía cómo actuar, por lo que junté las manos en mi regazo. Saludé cohibida a la gente que entraba y a la que salía. Deberían poner menos plantas en el edificio.

Busqué el número de habitación de mi madre, 523, casualidades de la vida. Debo decir que me equivoqué de camino una vez, sí, la orientación no era uno de mis puntos fuertes. Pero, al final, la encontré.

-¿Mamá? -susurré bajito ya que tenía los ojos cerrados. Intenté cerrar la puerta con suavidad, pero está dio un golpe sordo, debía ser que estaba rota.

-Tranquila Jane, ya estaba despierta -comentó mi madre sin yo habérselo preguntado. Poder de madre.

-Menos mal -suspiré-. ¿Qué tal vas?

-Yo muy bien -respondió con una sonrisa animada, parecía que no estaba tan gruñona como días anteriores-, y creo que tú también.

Me quedé descolocada cuando dijo eso, además, a continuación me guiñó el ojo.

-Emm... yo estoy bien -contesté, aunque sonó más como una pregunta. Separé la silla que estaba pegada a su cama y me senté.

-Ay, Jane, no sé si te haces la tonta o es que tienes los genes de tu padre. Estoy hablando de tu amigo especial, ¿Elías? -Su sonrisa maliciosa revelaba que sabía algo más.

-Elliot -dije bajito. Siempre con el mismo tema. Que pesadilla.

-Ya sabía que se llamaba así, sólo quería ver cómo te sonrojabas al decir su nombre. Y no has negado que sea tu amigo especial -terminó triunfante. Pero si fuera poco, hizo un corazón juntando las dos manos.

-Porque... es un amigo, un buen amigo -respondí intentado soñar lo más creíble posible. Pero, como siempre, fallé. Ni yo misma me creía.

-Lo que tú digas -cambió de tema, aunque notaba que no estaba de acuerdo con lo que yo decía-. ¿Y besa bien?

-No te lo puedes imaginar, más que bien... -Me callé al comprobar que había caído en su trampa.

-Tú sola te has descubierto, cariño. Nunca subestimes a tu madre, sabe más de lo que tú crees -mencionó arrimando mi silla a su cama.

-Supongo que papá te lo habrá contado -dije apartándome un mechón de la cara. Mi padre siempre le contaba a mi madre todo, sobre todo las cosas malas que hacíamos.

-Dame gracias que le detuve, no sé cómo encontró la dirección, pero iba a ir a su casa para hablar con su familia -explicó un poco nerviosa.

Era bastante alarmante que papá hubiera encontrado su dirección, todavía me preguntaba cómo la había conseguido. Se me ocurrió que me podría ayudar a descubrir dónde vivían cientos de famosos que no me importaría conocer.

Más allá de la música © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora