Capítulo 6

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—¿Será que puedes abrir? —Se escuchó un grito desde el otro lado del estudio.

No contesté.

El timbre volvió a sonar.

—¡Es una orden proveniente de tu actual jefe!

Frustrada, me puse de pie y me dirigí a abrir la puerta que quien quiera que fuera, llevaba más de diez minutos.

—Buenas tardes, disculpe la demora, ¿en qué puedo servirle? —Traté de ser lo más amable posible, aunque lo que estaba era molesta.

—Buenas, tengo un pedido para el 201 a nombre del señor Ryan McShane.

—Sí, señor, es aquí —dije tensa —. ¿Le debo algo?

Me entregó un paquete de comida. —No, señorita. Ya está todo pago.

Le agradecí, luego cerré la puerta y me dirigí a la cocina a entregarle el dichoso paquete a mi jefe, que por cierto, no llevábamos ni un par de horas conviviendo y ya quería estrangularlo. Quería que le presentara algo para mañana y me había interrumpido más de lo que podría haber pensado. Ni si quiera tenía idea de qué estaba haciendo aquí, se suponía que él estaría nuevamente en entrenamiento. Es más, ni Tyler me había molestado desde el altercado de ayer.

—Su paquete, jefe —dije con cierto sarcasmo, mientras lo ponía sobre la isla de la cocina.

—¿Por qué te demoraste tanto en abrir la puerta? —preguntó.

Le miré con rabia ante tal descaro. Él no se dio cuenta porque estaba de espalda y tenía las manos sucias de algún extraño ingrediente que olía extremadamente mal.

—Con todo respeto, a diferencia de ti, me encuentro en el estudio trabajando para poder presentarte algo mañana, pero si sigues así, me temo que lo que vas a recibir será un papel en blanco.

Se volteó y sus ojos me vieron como si no tuviera idea de lo que decía.

—¿Crees que lo que estoy haciendo no es tan importante como lo que tú haces? — cuestionó —. ¿Eres juez o algo parecido para hacer semejante conclusión?

—Mira, solo te estoy pidiendo que antes de ocuparte, revises las cosas que tienes pendientes para que no me andes interrumpiendo. Esta es la tercera vez que lo haces.

—Y no será la última. —Me retó.

—Entonces dile a Tyler que te consiga una secretaria porque esta es la última vez que me pondré de pie para hacerte favor alguno que no tenga que ver con mi trabajo.

—¿Eso crees? ¿Así de segura estás?

No me gustaba el tono que usaba, porque de alguna manera me decía que él ya sabía que yo le reclamaría, y no me impresionaría saber que tiene algún as bajo la manga para no perder contra mí.

—Ryan, por favor, ¿de verdad quieres tener algo para mañana? Deja de interrumpirme para que pueda presentarte algo decente. —Suspiré —. Escucha, si intentas sabotearme, hazlo fuera del trabajo; no solo me perjudicas a mí, si no a ti. Somos del mismo equipo, ¿recuerdas?

—No intentaba sabotearte —dijo entre dientes.

—No me digas. —Viré los ojos —. Apuesto que tu capacidad de ser sincero es de la misma magnitud que diferenciar lo profesional de lo personal.

—Piensa lo que quieras. No pienso darte explicaciones de lo que hago o dejo de hacer. Allá tú si no me quieres creer. —Se volteó, dando por terminada la conversación.

Apreté mis puños y me di media vuelta para volver al estudio.

Por más que intentaba llevar la fiesta en paz, él era muy difícil. Podría asegurar que sería la primera persona a la que pudiera odiar en mi vida.

Apartamento 201 ©Where stories live. Discover now