Capítulo 3

4.2K 251 97
                                    

Era más alto que lo que yo suponía. No era tan delgado, pero tampoco tan grueso, tez clara, poco bronceada, ojos de color dorados, dientes demasiado perfectos, como si hubiese tenido brackets por mucho tiempo, cabello entre castaño oscuro y negro... Podría decir que era, ¿atractivo?

«Santo, si Brent estuviera aquí, moriría.» —pensé.

—¿Si quiera me está escuchando? —preguntó irritado, después de chasquear sus dedos para espabilarme.

—¿Disculpe? —seguía un poco sorprendida.

—Por favor, paciencia —se dijo a sí mismo por lo bajo —. Mire, ¿será que se pueden dar prisa? Mi novia tiene hambre.

Le miré extrañada. —¿Y qué tiene que ver conmigo que su novia tenga hambre?

—Usted la ha atendido y le dijo que regresaba en diez minutos, señorita. Ha pasado media hora. ¿Podrían ser un poco más condescendientes? —pero no lo decía amablemente, usaba un tono como fastidiado, molesto. —Reí por lo bajo. Ya sabía por donde iba a esto. —¿Qué es lo que le parece gracioso? —me miró serio —. Un poco de respeto no le vendría mal.

—No le estoy faltando el respeto...—intenté explicar, pero me interrumpió, levantando su mano para que no siguiera.

—Solo respóndame si va a traernos de comer o no, pero dejen de estar jugando con la gente, que eso no es gracioso.

Bueno, al parecer no me había equivocado. El chico era algo prepotente.

—Pues no. — Esta vez me miró sorprendido —. Yo no sé quien cree usted quien soy, pero le aseguro que está equivocado. No trabajo aquí, ni mucho menos trabajaría para servirle a gente que puede servirse su propia comida.

En ningún momento quería empezar una disputa con él, pero alguien tenía que detenerle. Parecía que quería salirse con la suya teniendo la última palabra.

—Mi novia me ha dicho que ha sido usted la que la atendió —explicó, un poco asombrado por mi respuesta —.  Y el último comentario estuvo demás.

—Al igual que los suyos en los siguientes —miré mi reloj —, dos minutos. Ya le he dicho que no he sido yo.

—Discúlpeme entonces —dijo entre dientes —, eso no lo sabía.

—Es la segunda vez que se lo digo, pero no quiere escuchar. —Repliqué, porque sabía que no lo sentía de verdad —. Y la disculpa se la hubiera ahorrado si solo hubiese preguntado.

—En retrospectiva, cualquier persona, incluso usted, parece sabia, ¿no cree? —Se cruzó de brazos.

Era un tremendo tonto.

—Lo que yo creo es que su novia está muriéndose de hambre y el soso de su novio está acá; perdiendo el tiempo —solté —, y no hizo falta estar en retrospectiva para saberlo.

—Tiene razón, Rey Salomón. —Hizo una mini reverencia, para luego irse lejos de mí —. Con su permiso.

¿Rey Salomón?

Definitivamente era un tonto.

Me di la vuelta para ir al baño sin mirar atrás.

***

—¿Qué has dicho? —Me miró Brent, algo sorprendido —. No puedes estar hablando en serio.

—¿Por qué jugaría con eso, Brent? —pregunté sarcástica.

—¿Para molestarme, quizá?

—Desearía que fuera el caso, pero no. —Le miré fulminante —. En serio acabo de encontrarme con McShane.

Apartamento 201 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora