Capítulo 19: Me estás corrompiendo.

Start from the beginning
                                    

-¿Ahora vas a huir? -preguntó rozando sus labios con los míos. Colocó sus manos alrededor de mis muslos pegándome a él.

-Puede que no -dije envolviendo su cuello con mis manos juntando nuestras bocas.

Este beso fue más salvaje que los anteriores, nuestras lenguas mantenían una batalla constante. Era más necesitado, indicando que cada uno necesitaba más del otro.

-Lamento interrumpir esta escenita, pero tengo que coger unas cosas. Luego hablaremos tú y yo -. Me sobresalté al oír la voz de mi padre. No sabía cuándo había entrado, pero solo quería que se me tragase la tierra. Notaba que antes mis mejillas estaban calientes, por lo que ahora estarían a punto de explotar.

-Sí, claro -contesté aclarándome la garganta. Hice un amago de querer bajar y Elliot me soltó torpemente. Podía ver que él estaba ruborizado mientras mi padre le escaneaba con la mirada, decidiendo si sería bueno para mí.

Aunque no estaba segura, a veces los padres son muy predecibles, y otras, todo lo contrario.

-Esto... iré al baño -comentó Elliot nervioso. Lo notaba porque se rascaba la nuca; siempre lo hacia cuando estaba nervioso.

-Mejor -medio gruñó papá fulminándolo con la mirada. El pobre Elliot, que nunca había estado en mi casa, lucía desorientado. Se fue por el pasillo de la derecha que, por fortuna, daba al baño.

-¿Y este quién? -inquirió mi padre apoyándose en la mesa. Tenía esa característica pose de los policías cuando interrogaban al sospechoso, brazos flexionados en la mesa, espalda encorvada y mirada intimidante. Pero, a diferencia de los policías, él no sabía cómo poner diversas caras, y parecía más una mueca graciosa.

-Un amigo -respondí pensándolo. Me senté en uno de los taburetes de la cocina y me arreglé un poco el pelo, que se había despeinado.

-Con que un amigo -añadió de forma burlesca-. Y, ¿puedo preguntar por qué te estabas besando con tu "amigo"?  -finalizó remarcando las comillas al pronunciar la última palabra.

-La verdad es que no sé, solo ocurrió -respondí encogiéndome de hombros. Preferí ocultarle lo de los demás besos, además, eso no era mentir del todo.

-Ocurrió sin más, ¿no? -preguntó encarándome-. Pues ahora voy a hablar muy clarito con... ese para dejarle las cosas claras. Con mi niñita no se juega, a saber dónde han estado esos labios. Puede que sea un borracho, o peor, un drogadicto. Voy a llamar a Logan para que compruebe su historial, hoy en día no te puedes fiar de nadie, y menos de los adolescentes -he de añadir que Logan era un buen amigo de mi padre, y era policía. Pero de esos que tienen mucho poder-, que están enganchados a las maquinitas y al "ifone" -explicó con su peculiar forma de llamar a los iPhones.

-No papá, alto -le corté-. Elliot no es un chico de esos y me niego a que le investigues, pero, ¡qué clase de locura es esa! Él es un chico majísimo y muy educado -por no decir buen besador, pensé.

-Así que el susodicho se llama Elliot -comentó acariciando su perilla, como un mafioso de esas películas que tanto le gustaban a Carol-. Al menos no tiene nombre de narcotraficante.

Me entraron ganas de darme cabezazos contra la pared. A todo esto, ¿cuáles son los nombres de los narcotraficantes? Prefería no preguntar.

-Claro, porque él no es un narcotraficante -contesté poniendo los ojos en blanco-. De verdad, Elliot es un buen amigo, no me va a hacer nada.

-Espera, ¿no seréis de esa clase de amigos? Me explico -cuestionó al ver mi cara de confusión-. ¿Cómo se dice? Si, amigos con beneficios.

-¡No! -negué repetidamente con la cabeza-. Mira, podemos hacer una cosa, si a ti te parece bien, claro. Un día de estos le invitamos a cenar y lo descubres tú mismo -propuse extendiendo mi mano-. ¿Trato?

Más allá de la música © Where stories live. Discover now