—Katherine –advirtió Stefan.


—Eres una perra –Damon gruñó lanzándole otra estaca, la cual dio justo en el estómago de Katherine–. Responde, loca ¿para qué quieres la piedra?


—Yo... ugh... –gimió sacándose el pedazo de madera–. La necesito...


— ¿La necesitas? Já –rió sin gracia–. ¿Para qué quieres tú una piedra que está vinculada con los perritos del bosque?


—Para muchas cosas, cariño. Esa piedra vale más de lo que piensas, muchísimo más.


—Katherine, eso no fue lo que te pregunto Damon –dijo Stefan–. Solo dinos para que la quieres, que es eso tan importante que tiene de especial aparte de estar vinculada a los licántropos –sus ojos se oscurecieron–. Dinos para que podamos pasar a lo más divertido y te mate con mis propias manos.


Alzó las cejas divertidas, escuchando con su oído vampiro como alguien corría por las escaleras y supo que ya se habían dado cuenta. —Mejor pasemos a lo divertido.


Damon soltó otro gruñido y se lanzó en si dirección dispuesto a atacarla, romperle el cuello o en todo caso, sacarle el corazón. Sin embargo, antes de que si quiera llegara a tocar a la vampiro con sus propias manos, una voz hizo eco en la habitación, obligándolo a detenerse a escasos centímetros de Katherine.


— ¡No! ¡Paren! –Jeremy se detuvo en la entrada, mirándolo afligido–. ¡Está vinculada a Elena!


Tanto Damon y Stefan voltearon hacia el humano antes de mirar a la doppelganger, quien tenía una genuina sonrisa en su rostro, una que decía que les había ganado una vez más.


—Sorpresa –murmuró con gracia.


— ¿De que estas hablando?


—Están vinculadas –Jeremy respondió–, lo que hacen a Katherine le pasa a Elena.


—Eres una perra astuta –gruñó Damon.


—Gracias, Jeremy –le dijo Stefan–. Ve a ver como esta Elena.


Jeremy asintió, yéndose de ahí, para ver a su hermana sin decir ninguna protesta al respecto.


—En cuanto el hechizo este roto voy a arrancarte el corazón, perra.


Se podía sentir la tensión en el aire. —Dios, estoy excitada –acomodó su cabello–. ¿Desde viendo te volviste tan sexy?


Stefan frunció el ceño. —Deja de jugar.


—No estoy jugando, Stefan –miró sus uñas–. ¿Acaso estas celoso?


—Katherine –interrumpió la voz de Lucy, la bruja que había manipulado para hacer el hechizo que la vinculaba con Elena, en la habitación, con la pierda de luna en su mano–. El hechizo está roto, puedes irte.

Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]Where stories live. Discover now