Capitulo 1

1.9K 82 5
                                    

Temprano un día de verano de 1746...

Una mañana de mayo, amaneció apaciblemente en el seireitei; el sol apareció envuelto en la cálida telaraña de un amanecer rosado y avivado por los delicados cantos de los pájaros hasta que...

-¡es ridículo! Eso es lo que es. ¡Absolutamente ridículo!

Kuchiki byakuya, el cuarto duque del seireitei, meneo la cabeza y se quejó frente al desayuno, un plato lleno de sus manjares favoritos: huevos hervidos y fiambre de cordero. Clavo el tenedor en un trozo de melon y, a juzgar por su expresión mientras lo masticaba, con la boca torcida, cualquiera diría que la fruta estaba podrida.
Al otro extremo de la mesa, estaba su gracia, la duquesa hisana, una impotente mujer de actitud regia, nariz recta, frente altiva y pelo negro salpicado ligeramente de gris.
A diferencia de los gritos alterados del duque, la duquesa ofrecía la imagen perfecta de la tranquilidad.

El escándalo de su marido no la había asustado en los más mínimo puesto que en aquellos veinticinco años, el tiempo que llevaban casados, había aprendido a tomarse con calma los momentos de furia del duque. A pesar de que aveces era impulsivo, byakuya casi nunca hacia daño a nadie.

-que sucede esta vez, querido?- preguntó al fin porque sabia que el estaba esperando que se lo preguntara.

-¡Bah!- respondió el enseguida -nada, solo otro fascículo de ese artículo periódico, la espectadora femenina- El duque agito un pequeño folleto en el aire. -es una lastima desperdiciar papel en imprimir esto-

La duquesa bebio un sorbo de te, y lo miro de reojo. Vio que uno de los botones de la chaqueta de día estaba flojo y se dijo que haría que se lo arreglaran. Le gustaba mucho esa chaqueta.

-¿de donde lo has sacado?

- lo escuche de otros nobles, así que hice que me enviaran una copia. Me han dicho que es el tema de conversación en todos los salones de la soul society. ¡Una ofensa para el rey y para el país! Hisana, mira que pone en las primeras páginas: «una carta a favor de la igualdad entre hombres y mujeres» ¡igualdad! ¿Entre hombres y mujeres?¿has oído alguna vez una tontería de este calibre?

La duquesa que sabia que era mejor callar sus propias opiniones, se limitó a menear la cabeza y se concentró en la fina capa de mermelada que había encima de la tostada.

-no querido, creo que no

-¿quien se atrevería a escribir una insensatez como esta?

-no tengo la menor idea querido

-aquí lo firma «una dama de calidad», pero no me imagino a ninguna de nuestras amistades escribiendo algo tan extremo como esto. Me han dicho que hay apuestas sobre la identidad de la autora. Vale cualquiera, desde criadas hasta duquesas, lo mas probable es que la rebelde sea la hija natural de algún liberal desgr...

-¡byakuya! Las niñas... Te ruego que controles tu vocabulario

El duque se tragó la grosería y frunció el ceño. Tiro el panfleto encima de la mesa, cogío la taza de té y bebió un largo trago y luego se pasó varios momentos pensando en silencio. Sin embargo el silencio sobre ese asunto no se alargo demasiado.

-si esta «dama de calidad», como se hace llamar, se atreve a escribir algo así, al menos debería tener el valor de añadir su verdadero nombre al final de la carta. Que todo el reino sepa quien es para que puedan avergonzar a su marido, a su padre o a quien sea responsable de esta chica y obligarle a que meta en vereda a esa rebelde indecente.

-si querido- respondió la duquesa suspirando.

-lo que hace falta es disciplina, hisana, siempre e dicho que en cada casa tiene que haber disciplina. Me recriminas que ate tan corto a nuestras hijas, pero podrías apostar por tus mejores medias de seda a que ninguna de nuestras hijas firmaría jamás una bobada como esta. Nuestras hijas conocen perfectamente el orden de las cosas, el lugar que ocupa una mujer y lo que debe hacer.

Juego de apariencias  «ichiruki»Where stories live. Discover now