- Eres patético – dice Nicholas – obligar a una mujer a estar contigo, es lo más bajo, me das pena.

- No me interesa lo que pienses – me agarra de las piernas y me sube a su hombro.

Odio ir así, me siento una mercadería. Se gira y comienza a caminar. Levanto mi vista, Nicholas me mira con enojo, pero a la vez con tristeza. Mueve sus labios en un "no te preocupes" a lo que yo respondo "te esperare, te quiero". Nicholas desaparece, ¿va hacer algo? Espero que ahora que me están por matar en cualquier paso en falso que el de, no lo haga.

Seguimos caminando, hasta salir del bosque. Me deja en el suelo, pero me agarra del brazo. Hay una camioneta de las que los blancos siempre usan. Me sube del lado del acompañante y luego se sube del otro lado, el de conductor. Me quedo mirando por la ventanilla, que cansada estoy de todo esto. Avanzamos a gran velocidad por la carretera, vamos a volver, todo un viaje hasta aquí, para que ya este volviendo.

- Mei, no quiero que estés enojada conmigo - ¿es broma?

- No quieres que me enoje contigo, pero siempre estas obligándome a irme donde no quiero, yo no quiero irme.

- Es mí deber proteger humanos de vampiros, y particularmente a ti no te dejare en manos del vampiro más despiadado de los últimos siglos. – suspira –además de ver cómo te besaba – diría que yo lo estaba besando – no quiero ni pensar las cosas que te ha obligado hacer

- No me ha obligado a hacer nada –bueno si, pero yo quería hacerlo de todas formas "bésame aquí" oh dios, los juegos de Nicholas.

- No me lo creo – me vuelvo a mirarlo

- Créelo, yo he hecho las cosas que él me pide, con alegría, yo lo quiero –me mira sorprendido

- ¿es broma? – niego – Mei ¿Cómo pudiste enamorarte de alguien así? – me enamore de un Nicholas que ustedes no conocen, oh sí, pero es perfecto para mí. - ¿sabes las cosas que ha hecho ese hombre?

- No me interesa que es lo que ha hecho antes, a mí me trata de otra manera, eso es lo que me importa.

- ¿de otra manera? – sonríe – asique el gran Nicholas Van De Saar, se ha enamorado – ríe entre dientes – podemos usar eso en su contra - ¿Qué?

- Chris, llegas a hacerle daño y puedo asegurarte que conocerás a una Mei que ni yo llegue a conocer.

- No me interesa Mei, ya lo dije, no dejare que estes con el bajo ninguna circunstancia

- Estás loco

- Puede ser - ¿hasta qué punto?

Me giro nuevamente a la ventanilla, él puede matarme, asique no me conviene hacerme la valiente o la enojada.

Hemos viajado, al menos 8 horas ¿Qué tan lejos nos habíamos ido? Empiezo a reconocer el lugar, la casa Whiteville ¡mama! Oh hace tanto no la veo, espero este bien. Nos acercamos a la entrada y allí lo veo, mi padre, nos está esperando con una sonrisa. Aunque haya hecho lo que hiso con nosotras por alguna razón, no consigo querer a este hombre. Bajo de la camioneta y prácticamente lo ignoro, solo quiero ver a mi madre, es lo único bueno que tiene este lugar.

Comienzo caminando pero no puedo soportarlo, corro por los pasillos de la mansión Whiteville, hasta llegar a su cuarto, abro la puerta pero ella no está.

- La señora Becker está en el jardín – dice una voz femenina detrás mío, ¡esa voz! Me giro y allí esta ella

- ¡Juliet! – la abrazo con fuerzas

Cicatrices I: Marcas en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora