Capitulo II

14K 707 129
                                    

Tengo que hacer algo antes de que ya no tenga vuelta atras. Si me toca ahí de nuevo, no voy a poder resistirme, y no pienso entregarme con el miedo que le tengo. No puedo mover mis manos, asique mis pies son mi opción. Levanto una con la idea de golpear sus testículos. Pero mi golpe parece ni siquiera haberle dolido en lo más mínimo. Sonríe en mi cuello y vuelve pasar su lengua por ahí, dios no lo resisto, me hace gemir de placer y no puedo evitarlo, es muy tortuoso.

- Basta – le digo con enojo.

- Estoy seguro de que no quieres que me detenga – es verdad, mi cuerpo no quiere que se detenga, pero mi cabeza solo tiene por meta salir de ahí.

- Suéltame.

Vuelve a sonreír. Me gira y me coloca de frente la pared, mientras que con su cuerpo me aprisiona. Por favor que se detenga, por favor. Tengo mucho miedo y en fuerza no logro ganarle, creo que nadie lograría ganarle. Siento su mano deslizar se por mi cintura y me horrorizo al notar que ahora está entre mis piernas.

- ¡no! – dios mío – por favor, ya para

- En unos segundos me pedirás por favor que continúe – vuelve a acercarse a mi cuello.

Estoy perdida, está logrando que lo haga. Vuelve a besar la zona sensible de mi cuello, y la puntada deliciosa en mi entrepierna, vuelve a arquearme y a hacerme gemir. En ese mismo momento siento como un dedo de la mano que tengo entre mis piernas, presiona mi clítoris y ya no tengo vuelta atrás. Comienza a moverlo y la combinación de los besos en mi herida y los roces ahí abajo, me hunden en un placer inimaginable.

- Ah – gimo, no lo puedo controlar.

Al escucharme siento como el suspira en mi cuello. Sigue moviéndose y no puedo resistirme, mi cuerpo se eleva, me enciende y justo cuando estoy por llegar a lo más alto se detiene. Es muy frustrante. Me siento incompleta, no se mueve, su mano sigue en mi entrepierna y ruego por un movimiento, solo uno pequeño que me lleve a devuelta a donde estaba. Su boca ha dejado mi cuello y sonríe.

- No – jadeo, justo ahora no quiero que pare.

- ¿Qué pasa? – dice mientras sonríe - ¿Qué quieres? – oh dios, que torturante es.

- No pares.

- ¿Cómo se dice?

- Por favor.

Sonríe y vuelve a besar mi cuello. Su dedo vuelve a moverse, gracias a dios. Que sensación mágica, vuelvo a la entrada de mi convulsión.

- Ah – grito cuando llego a la cima de un espléndido clímax.

Mi cuerpo se relaja, mientras él se separa de mi cuello y saca su mano de mi sexo. Oh dios que he hecho, no puedo creer que se lo haya pedido. Me vuelve a girar, sin soltar mis manos y simplemente no puedo ni mirarlo ¡qué vergüenza!

Levanta su otra mano, esta mojada y me apena saber porque lo está. Lo escucho lamerla y eso me ha asombrado. Levanto mi vista y veo como saborea sonriente, el líquido que tiene en sus dedos, ese que ha salido de mí.

- Muy bien – dice soltando mis manos, me refriego las muñecas, me duelen – eso estuvo muy bien – no puedo creer que lo haya hecho, mis piernas se aflojan y me siento en el suelo.

- Déjame sola – le ordeno.

- Nos vemos a la noche preciosa – siento una ráfaga de viento y al levantar mi vista veo que ya no está.

Cicatrices I: Marcas en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora