Capítulo III

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El termómetro suena y lo miro, mientras ruego que no tenga temperatura, mierda 39.5, estoy en la ruina, con razón no puedo moverme, y no paro de sudar. Maldito Nicholas, todos por sus idioteces, espero no tener que verlo hoy. Mi móvil suena y me asombro al ver la pantalla.

- Juliet, maldita, ¿Por qué no me has llamado en todo este tiempo?

- Lo siento, lo siento, sabes cómo es de difícil las materias de ingreso, te juro que puse en penitencia mi móvil y hace meses que lo mantuve apagado, solo para no distraerme y estudiar todo el día

- ¿y cómo te ha ido?

- ¡muy bien! – grita emocionada

- Me alegro mucho por ti – que difícil es hablar con la nariz tapada.

- ¿estas enferma?

- Si

- ¿mucho?

- No, solo he tomado un poco de frio de más – mejor ni recordar.

- Espero mejores. Cuéntame ¿Qué hay de nuevo en tu vida? – si supieras.

- Nada, todo normal, la facultad es entretenida, excepto por un chico bastante insistente que está empecinado en seguirme por todos lados, luego todo normal – si fuera de madera me crecería la nariz como a pinocho.

- Siempre enamorando chicos vos – ríe del otro lado - ¿segura que todo va bien? - ¿Por qué todo el mundo pareciera saber que algo muy extraño pasa en mi vida?

- Todo bien Juliet

- Bueno, voy dejar que descanses.

- Está bien, pero volveré a llamarte, espero no te olvides de mí de nuevo.

- Nunca lo hice Mei, que te compongas, en la tarde te llamo.

- Adiós

- Adiós amiga

Dejo el móvil en mi mesa de noche y me acuesto para dormir un poco más. Cosa que logro enseguida.

Me despierto y un par de ojos rojos me miran con destellos de enojo, oh no, ha vuelto. Está enojado y ahora me siento muy débil para que pase lo mismo de ayer. El solo hecho de pensar en el agua helada, hace que me duela cada vertebra de mi columna.

- ¡por favor! ¡no! – extiende la mano para pegarme, recuerda lo que te enseñó - ¡por favor amo, no me haga daño!

- -¡Mei! - ¿mama? – ya basta hija, despierta.

Me levanto de un salto de la cama, que real que fue eso. Me siento demasiado mal y mi cama esta empapada en sudor. Mi mama está sentada a mi lado con una preocupación que se nota en su cara, toca mi frente y se da cuenta de que mi fiebre es alta.

- Mei estas volando de fiebre, estabas delirando – oh, eso explica mucho.

- ¿Qué sucede mama?

- Lo mismo quiero saber yo ¿por favor amo, no me haga daño? – oh, dios, ¿Cómo cubro mi mentira ahora?

- Estaba soñando que era una mascota – justo como me trata mi dueño, vampiro, pongo los ojos en blanco sin que ella lo note al recordar, al idiota de Nicholas.

- ¿estas segura? – me ponen nerviosa que me pregunten tanto sobre el tema

- Si mama, necesito descansar, ¿sí? – ella asiente y besa mi frente.

Cicatrices I: Marcas en la pielDonde viven las historias. Descúbrelo ahora