No puede ser ¿Cómo pude hacer algo así? Toco la herida aun húmeda de mi cuello ¿Cómo puede hacer algo así? Me levanto de prisa y me tiro en la cama, tengo muchas ganas de llorar, me siento sucia. Me he entregado a él, y solo lo he visto dos veces ¿Cómo pude hacer algo así?

No se cuánto tiempo pase así, pero me dormí.

**

Despierto, noto que es de noche, esta todo oscuro y yo sigo tirada en la cama desnuda. Tendría que haberme cambiado. La herida en mi cuello arde, me quema de esa manera deliciosa que suele hacerlo.

Tengo que salir, necesito un poco de aire, para no volverme loca. Me cambio rápido luego de prender la luz, me pongo mi saco, mi pañuelo y salgo de una vez de mi casa. No sé ni qué hora es, pero parece tarde, todos los negocios ya han cerrado ¿Cuánto dormí? Busco mi móvil y me doy cuenta que fui lo suficiente idiota como para olvidarlo. Mejor vuelvo, llega a pasar algo y no tengo con que avisar, además es muy tarde y puede ser peligroso.

Estoy a cinco cuadras, no veo a nadie caminar por las calles, mi barrio no es muy transitado. Esto me convence más de que tengo que volver.

Paso por la esquina para cruzar la calle, y veo a un hombre a mi lado, casi lo choco.

- Lo siento – digo y sigo mi camino.

Sigo mi camino y a mitad de cuadra me doy cuenta que me está siguiendo, apresuro el paso y el apresuro el suyo. Oh dios, está persiguiéndome, me apuro más, tengo que llegar a casa, solo falta una cuadra. Antes de llegar, me doy cuenta de que me ha alcanzado corriendo.

- ¿A dónde vas preciosa? – toma mi mano y ya entre en pánico.

- Suélteme – digo mientras tiro de mi mano, pero su agarre era fuerte y no me permitió soltarme.

- Quédate, vamos a divertiros un rato.

- No, he dicho que me suelte – la herida de mi cuello empieza a arder y Nicholas aparece detrás del hombre ¡sus ojos! ¡están rojos! Me quedo inmóvil y el hombre que tengo delante lo nota, al igual de que estoy mirando detrás de él.

- Ella es mía – Nicholas, agarra su cuello y de un movimiento lo muerde, oh dios, lo va a matar

- No, espera – no lo mates, no quiero ver a nadie morir.

- Déjame – ruega el hombre que apenas pueda moverse

- Ya, Nicholas, vas a matarlo – los ojos del hombre que tengo al frente se ponen blanco y deja de moverse ¡lo ha matado! -¡¿Qué hiciste?! – le grito – lo mataste – mis lágrimas salen de mis ojos, ha sido la peor escena de mi vida.

- Iba a tomar lo que es mío – dice el, con tono enojado.

- Pero no significa que tengas que matarlo.

- ¡y tú! – dice agarrándome del cuello – no quiero que vuelvas a decir mi nombre - ¿Qué?

- Me estas lastimando.

- Si no quieres que lo haga de enserio, que sea la última vez que lo pronuncias.

- Es tu nombre ¿Cómo quieres que te llame sino?

- Que sea mi nombre no te da el derecho de pronunciarlo, tu eres mía, mi esclava, ten respeto por tu dueño.

- ¿Qué demonios estas diciendo? – aprieta mas fuerte mi cuello, y empieza a lastimarme de verdad.

- Ten cuidado con lo que dices – sus ojos están rojos devuelta ¿Cómo es posible de que eso suceda? Muero de miedo.

- ¿Cómo quieres que te llame?

Cicatrices I: Marcas en la pielWhere stories live. Discover now