Sentía mi respiración pesada, como mis ojos se dilataban ante la espantosa imagen que presenciaban. Mi labio inferior temblaba de impotencia al ver todos esos cuerpos mutilados, carentes de vida y sin un ápice de cordura.//Me llamo Sakura Haruno, so...
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-Sakura-
Todo el mundo charlaba amenamente cómo si nada hubiera pasado, cómo si el mundo no se hubiera ido a la mierda sin tener idea del porqué. Risas y comentarios sobre la vida cotidiana, una vida que jamás regresaría, inundaban la camioneta.
Soy Sakura Haruno, superviviente del virus RESH junto con otro grupo de personas. Ahora mismo nos dirigimos por un paso subterráneo a una base militar que la familia de Serpiente posee. Me encuentro sentada en una esquina de la camioneta, sola, observando y analizando las caras de los demás presentes.
Hinata no se había querido separar de mi, pero inevitablemente el cansancio la venció y terminó durmiéndose sobre Naruto. Un poco más allá de ellos se encontraban Ino y Sai abrazados y a su izquierda la pareja...Sospechosa.
Esa tal Karin no me daba buena espina, parece ocultar un secreto muy gordo, algo relacionado con la enfermedad. Su novio ni siquiera habla con alguien que no sea ella...Y eso solo empezaba a alimentar mis sospechas.
Los niños estaban jugando frente a mí mientras yo sostengo a la bebé en mis brazos. Es tan pequeña y frágil, se iba a criar en un mundo apocalíptico...Sí es que no pasaba algo innombrable antes. No, yo la protegería, esta criatura debería vivir, puede que no sea muy cariñosa, pero cuidaría de ella y de su hermano como si fueran mis hijos. También a Akira.
Ellos no pasarían lo mismo que yo...
-¿Pensando en tener hijos, rosadita?- Genial, ahora venía mi pequeño alfa...-Ya sabes, según tú soy un machito...Quizá debería escogerte como la Beta de mi manada...- Me giré fulminándolo sonrojada.
-Más quisieras, feo...- Saqué mi lengua en son de burla.- Y no quiero tener hijos, nunca he querido. Aparte ahora hay tres a nuestro cargo, no creo que hagan falta más niños.- Noté como Ino se removía en la distancia con una expresión incómoda.
-Pues mi apellido debe continuar...- Sólo estaba jugando conmigo, el muy cerdo...
-Pues continúalo, seguro que tienes algunas candidatas.- Y me sorprendí al oír unas suaves carcajadas desde lo más profundo de su pecho. Su risa era verdadera.
-Me tienes en alta estima.- Se sentó junto a mi.- Es muy pequeña...- Se refería a la bebé.
-¿Quieres cogerla?- Y sin que tuviera tiempo a decir nada la coloqué en sus brazos.
