Salvatore ➳The Vampire Diaries [1]

04;

—Pero te duele.

—Estoy bien –repitió, cerrando los ojos, su cuerpo temblando–. Solo... solo no quiero hablar de eso.

—Estas temblando –la sostuvo.

—Papá... –lloriqueó cuando Damon la apretó contra el–. Q-Quiero que esto termine...

Su corazón de apretó. —Ya va a pasar, bebé, ya va a pasar.

—No puedo más... Duele mucho.

La voz en su cabeza gritó, gritó tan fuerte que retumbó por todos los recónditos de su cabeza y ella solo gimió, tratando de contener ese grito que también quería dejar sus labios.

Ya no podía. Se estaba dando por vencida.

—Déjame darte, sangre, Dena.

Hazlo.

—D-De acuerdo.

El ruido que provocaba la gente al caminar por las pobladas calles del centro de la cuidad era aturdidor y más para ella que no estaba acostumbrada a salir para estas fechas del año. Más bien, que no estaba acostumbrada a salir de casa sola.

Escondió su cabeza entre el sombrero, tratado de pasar desapercibida, apurando el paso para no llegar tarde. Mientras camina por el mar de gente, su mente divagaba en todas las cosas que habían pasado los años anteriores, en esos buenos recuerdos que siempre mantendría como los más valiosos que pudieran existir, esos recuerdos que solo iban a ser suyos y de nadie más.

Una sonrisa triste se forma en sus labios al pensar en las cosas que pasarían a partir de ahora, no sabía por primera vez que pasaría, no podía ver el futuro si cerraba los ojos, porque solo había oscuridad, oscuridad absoluta.

Lo siento.

Fue apenas un susurro, uno lo suficientemente audible como para hacerla apretar los labios a la misma vez que las ganas de llorar la invadían.

—Yo también.

Cuando finalmente estuvo frente a su destino, corrió el portón de la entrada, empujándolo con la mano, para después subir el pequeño porche de la casa, aproximándose hasta la puerta, abriéndola sin hacer mucho ruido y entrando a la pequeña casa, se detuvo un segundo mirando a todos lados en busca de su padre. Al no verlo ni sentirlo, arrastró los pies por el pasillo directo a su habitación, en donde se quitó el molesto vestido para ponerse ropa más cómoda.