Capitulo 38 Luna de miel

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Después de la gran fiesta el castillo respiraba en silencio, las antorchas se apagaban lentamente mientras la noche avanzaba, envolviéndolo todo en una penumbra suave, casi cálida. La luna ya no entraba por los vitrales: se ocultaba detrás de las nubes como si respetara la intimidad de lo que allí ocurría.

Ulises y Ana estaban acostados, cubiertos por las sábanas de terciopelo negro. No dormían. No lo necesitaban. Solo se miraban, uno frente al otro, como si buscaran en tos ojos del otro las respuestas a todo lo que vendría.

Ana jugaba con los dedos de Ulises, deslizándolos sobre su piel con suavidad.

-¿Alguna vez pensaste que estaríamos aquí? -preguntó en voz baja.

-No. Ni siquiera sabía que eras real. -Ulises sonrió. Antes de conocerte, pensaba que el amor eterno era solo una historia para los libros. Pero entonces... apareciste tú.

Ana apoyó su cabeza sobre su pecho, y él acarició su cabello, con la ternura de quien sostiene el corazón del universo entre sus manos.

-A veces me pregunto si soy lo suficientemente fuerte para todo esto-confesó Ana-.

-No tienes que ser fuerte todo el tiempo -susurró él. Puedes ser vulnerable conmigo.

Ana levantó la mirada, con los ojos brillando como cristales oscuros.

-Te amo tanto que me asusta.

-A mí también -dijo Ulises-. Pero prefiero vivir mil años con ese miedo a un solo día sin ti.

Un silencio los envolvió. No incómodo, no vacío. Uno profundo. Un silencio que hablaba más que mil palabras.

-¿Recuerdas nuestro primer baile? -preguntó ella.

-Sí... Llevabas un vestido azul y no dejabas de mirar al suelo como si no quisieras que te notaran.

-Y tú no dejabas de mirarme -sonrió Ana.

-Desde ese instante, supe que eras mi condena... y mi salvación.

Ana se acercó y lo besó, no con urgencia, sino con devoción. Era un beso lento, como una promesa dicha al oído del tiempo. Un beso que no necesitaba ser explicado, solo sentido.

Después, se quedaron abrazados en la oscuridad. No había peligro inmediato, no había guerra, ni enemigos. Solo había ellos. Por una noche, el mundo se detuvo.

Ana cerró los ojos, acurrucada en su pecho.

Y así, en la torre más alta de un castillo olvidado, entre susurros y promesas, dos almas sellaron su pacto eterno. No con ceremonias ni alianzas, sino con palabras dichas al borde de un corazón inmortal.

Al siguiente día..............................................

La habitación permanecía en penumbra, envuelta en un silencio tan profundo que parecía que el tiempo mismo se hubiese detenido entre sus muros de piedra. Afuera, el cielo comenzaba a teñirse de un azul tenue, casi imperceptible, anunciando el primer amanecer desde que Ana y Ulises habían sellado su unión.

Ella se despertó primero. Acurrucada en el pecho de Ulises, sintió cómo su respiración era lenta, pausada. No dormía del todo, pero estaba tranquilo. Parecía en paz.

Se incorporó suavemente, sin hacer ruido, y caminó descalza hacia el ventanal de la torre. La neblina se deslizaba por las montañas como un manto pálido, y por primera vez en años... no sintió miedo del amanecer.

Porque ya no era el final del día.

Era el comienzo de su eternidad.

Ulises se movió detrás de ella. Aún con el cabello despeinado y el torso desnudo, se acercó sin decir palabra, rodeándola por detrás con sus brazos. Apoyó su mentón en su hombro.

-¿Despierta tan temprano?-murmuró con voz rasposa.

-No quiero descansar. Quiero recordar este momento... todo lo que sienta hoy. Porque, aunque vivamos mil años más, este... -Ana lo miró de reojo- este es único.

Él no respondió con palabras. Solo besó su cuello con ternura. Ambos se quedaron mirando por el ventanal mientras los primeros rayos de luz comenzaban a colarse a lo lejos, sin llegar aún a tocar la torre.

-¿Te das cuenta? -dijo Ulises-. Este es nuestro primer amanecer como algo que ya no somos... y algo que aún estamos aprendiendo a ser.

-Si-dijo Ana en un suspiro-. Y no me asusta.

-A mí tampoco. Porque estoy contigo.

Su luna de miel duró un mes entero, durante el cual recorrieron cada rincón de la mística y sombría región de Transilvania. Viajaron sin rumbo fijo, dejándose llevar por su instinto, explorando los rincones más oscuros de las ciudades, visitando castillos olvidados por el tiempo, cementerios antiguos, y pueblos que parecían detenidos en otra época. También cruzaron algunas regiones de Rumania, donde la niebla parecía tener vida.

Cada mañana despertaban juntos, acurrucados bajo las gruesas mantas de terciopelo negro en una de las habitaciones del castillo donde se alojaban. Abrir los ojos y verse el uno al otro era más que un sueño cumplido: era una promesa silenciosa de eternidad.

Pero lo que más disfrutaban eran las noches. Volar juntos bajo la luna llena era su momento favorito del día. Extendían sus alas y surcaban el cielo estrellado, dejando tras de sí una estela de risas suaves y promesas susurradas. Sobrevolaban valles silenciosos, lagos oscuros como el abismo y árboles que parecían inclinarse al paso de su sombra.

Siempre que regresaban al castillo, Ana se encargaba de preparar la cena para Ulises. Su especialidad eran unas exquisitas alitas de murciélago. La acompañaban con copas de sangre añeja, un regalo muy especial recibido el día de su boda, conservado en botellas de cristal tallado.

Cada brindis era un pacto. Cada noche, una celebración de su amor inmortal.

Transilvania fue testigo de su unión, de su vuelo y de su promesa eterna de amar incluso cuando la eternidad pareciera quedarse corta.

Espero que les haya gustado este cap de luna de miel, ya casi 40 capituloss no pense que llegaria a escribir tanto, eso significa que ya quedan pocos capitulos de esta historia tal vez unos 8 capitulos o 10 y nos depedimos😭😭😭
No olviden comentar y votar asi me hacen saber que les esta gustando la historia!!!

~~~Dolor,traición Y Amor~~~Où les histoires vivent. Découvrez maintenant