Capítulo 11: Infierno

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Me desperté antes de lo normal, miré el reloj y eran las 5 am, realmente la noche anterior me había costado dormir.

Me fui a mi habitación sin cenar y no salí de ahí.

Toqué mi cara y la noté húmeda, genial, me había pasado la noche llorando y no tenía ni idea. Me levanté de la cama y caminé a paso lento a mi baño, el cuerpo me dolía como mil demonios.

Me quité la camiseta, quedando en ropa interior y observé mi cuerpo y mi cara. Una oleada de tristeza y rabia me inundaron. Tenía dos enormes moretones de diferentes tonos en mi espalda, hacían juego con el moretón que me quedó en el abdomen y en la pierna derecha. Sin mencionar las pequeñas marcas de sangre y pequeños moretones que quedaron en mi mandíbula.

Realmente verme el cuerpo así , me hacía sentir triste, es decir, seré una maleducada y agresiva, pero sigo siendo una chica después de todo.

Me deshice de la ropa interior y entré en la ducha, encendí el agua y enseguida pude notar el escozor que sentía mi piel al ser rozada con el agua. Así era imposible ir a algún sitio, si el mínimo roce me causaba 300 tipos de dolores diferentes.

Al salir envolví la toalla a mi cuerpo y volví a mi habitación para ponerme algo de ropa.

Al final escogí ponerme unos pantalones largos de un marrón claro y fuerte (ya que en ciertas partes tenía un color, y en otras otro), un top sin mangas ni cuello de color granate con algunas tachuelas doradas, junto con unos tacones Jeffrey Campbell negros con pinchos y por último mi amada cazadora de cuerdo con tachuelas.

Si, quizás tengo una ligera obsesión con las tachuelas y los pinchos.

Miré el reloj y a penas eran las 6 de la mañana, aún tenía tiempo de sobras, así que decidí arreglarme un poco más.

Sequé un poco mi pelo y le puse espuma, para que se viese algo desarreglado, después me lo puse a un lado y empecé a maquillarme un poco. Me puse mi pinta labios color rojo, rímel y la raya de arriba. La verdad, no me mataba maquillando, aunque esta vez tuve que agregar un poco de base para tapar el color de los rasguños y moretones que tenía en la mandíbula y debajo del ojo izquierdo.

Cogí unas gafas negras y redondas, las llaves de Betty, mi mochila y bajé hacia la cocina. Cuando estuve ahí cogí una manzana y salí.

Eran las 6:30 así que aún tenía unas dos horas y media para vagar por el mundo. Subí a mi querida Betty, ya que no me apetecía ir con los chicos y encendí el motor. El sentir el ronroneo del motor me recordó al accidente en el cual mi hermano murió y yo tuve que presenciar.

*FLASHBACK*

- Ve más despacio. - dije temiendo lo peor. A penas tenía 12 años, así que aún era algo temerosa, mi hermano en ese entonces tenía 17.

Tenía unos ojos azules preciosos, el pelo corto, formando una pequeña montaña puntiaguda y una sonrisa que calmaba toda mi ira.

El me hizo caso y disminuyó la velocidad.
- ¿Está bien así Brooks? - preguntó dulcemente, yo me apreté más contra su cintura y asentí.

- Dentro de poco te iras...- comenté apenada. Estaba a punto de cumplir la mayoría de edad y eso significaba tener que marcharse del orfanato.

- Volveré a por vosotros y seremos muy felices - pude notar como sonreía. - tu tendrás tu propia habitación llena de muñecos y disfraces, Elliott tendrá sus propios juguetes, Ian se podrá apuntar a un equipo de fútbol, Will podrá estudiar teatro y Zac podrá jugar al lacrosse. - dijo demostrando su emoción. Si había alguien más positivo, era él.

Era el mejor hermano. Era mí ídolo, mi mejor amigo y mi ángel de la guarda.

- ¡Seremos felices! - grité con inocencia. Y todo eso, todos los sueños y esperanzas se fueron a la mierda en tan solo una curva.

Mi hermano y yo seguiamos hablando, cuando dos luces delante de nosotros no iluminó y no nos dió tiempo a reaccionar. Venía demasiado rápido e inestable.

Fue todo tan rápido y tan fuerte que no me dio tiempo a reaccionar, solo sentí un duro golpe en la espalda y una punzada en la cabeza, pero veía a mi lado y no había nada. Empecé a ponerme nerviosa, a penas podía moverme por el dolor pero cuando me enderecé, miré a mi lado y pude ver a mi hermano envuelto en sangre y heridas por todo el cuerpo.

Sus ojos ya no tenían el brillo de antes, estaban apagados y sin fuerzas, su boca donde antes tenía una gran sonrisa estaba llena de sangre. Se estaba muriendo.

- H-hey...- dije acercandome a su lado. - Sean...t-te pondrás ...bien. - dije mientras las lágrimas salían con fuerza de mis ojos. El dedicó una mirada llena de sufrimiento hacia mi. - N-no me dejes...te quiero Sean. - sollocé agarrándole la mano y zarandeando un poco su hombro.

El me dedicó una última sonrisa.

- C-cuídate...pequeña...- dijo con dificultad. - te quiero, se fuerte y...se feliz..- me miró como lo solía hacer cuando me veía triste. Con esa mirada de remordimiento y ternura a la vez.

Me estaba dejando. Y no podía hacer nada para evitarlo.

Sus ojos se cerraron y mi pulso se aceleró. No quería que me dejase, necesitaba a mi hermano como se necesita al oxígeno para respirar. Era mi ancla, mi ídolo, el que me protegía de todo lo malo.

- ¡N-no! ¡No me dejes sola! - grité largando un río de lágrimas. - P-porfavor...solo...quédate. - susurré aún sollozando.

Me abracé a él y pude notar como su calidez ya no estaba, solo era un cuerpo frío e inerte. Lloré y lloré.

Empecé a pensar en todo lo que había hecho por mi y por mis hermanos, por todo lo que pasó y todos los sueños que tenía. Jamás iba a verlo de nuevo.

Empecé a hiper ventilar y marearme, me entró un ataque de pánico.

*FIN DE FLASHBACK*

Una lágrima recorrió mi mejilla al recordar eso, yo rápidamente la aparté y me fui con Betty a no sabía donde.

Después de la muerte de mi hermano mi vida se convirtió en algo peor que el infierno.



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