Es jodidamente deslumbrante así, y eso me está convirtiendo en un idiota posesivo.

—Para alguien que dice que mi mierda de macho alfa no funcionará con él, bien que te gusta tirarme los celos en la cara. —Lo follo hasta que está destrozado y sin aliento, mostrándole lo macho alfa que puedo llegar a ser.

—Dilo —susurra—. Rompe la regla.

—Beomgyu. —Fuerzo sus ojos hacia los míos.

—Dilo. Confío en ti. Puedes asumir la responsabilidad.

Él confía en mí. Eso me golpea fuerte y letal, destripándome y llenándome de orgullo al mismo tiempo. Sus dedos tiran de mi cabello, sus piernas con fuerza se aprietan alrededor de mi cintura, su respiración es tan ronca que nunca olvidaré su sonido sexy.

Embisto en él lentamente, tocando fondo y luego quedándome en el lugar hasta que gime de nuevo. Con la mano en su garganta, empujo su cabeza contra la pared y presiono mis labios debajo de su mandíbula.

—¿Te gusta que te folle con mi polla, pequeño?

—Joder —jadea—. De nuevo.

Presiono mi pecho contra el suyo, sosteniéndolo allí con solo mi cuerpo y sus piernas alrededor de mis caderas. Sacando sus manos de mi cabello, las sujeto a la pared sobre su cabeza, mis dedos envolviendo sus delgadas muñecas. Muevo mis caderas, embistiéndolo hacia la pared, dejándolo caer mientras me salgo, estableciendo un movimiento que es a la vez lento e hipnótico.

—¿Mi polla se siente bien, pequeño?

—Sí.

—¿Qué tan bien? —giro mis caderas.

—Tan jodidamente bien.

—Mírame —exijo.

Beomgyu gime, mirándome sin nada más que lujuria. Reviso sus ojos, asegurándome de que nada le esté evocando un trauma, y luego hablo en contra de sus labios.

—¿Mejor que un consolador?

Él respira entrecortadamente cuando salgo, luego me entierro profundamente dentro de él, su polla gotea entre nuestros abdómenes. Cuando no responde, vuelvo a preguntar, pero esta vez aprieto sus muñecas hasta que hace una mueca.

—Joder, pequeño, estás poniendo a prueba mi paciencia. —Lo miro fijamente y, para mi puto deleite, él me devuelve la mirada.

Salgo y dejo que sus pies se apoyen en el suelo. Se queja y tropieza hacia adelante, pero no lo sostengo. Doy un paso atrás de nuevo, manteniendo mis ojos en él.

—Ponte sobre él. —Asiento hacia mi escritorio.

La mirada que me lanza Beomgyu tiene una intención clara, pero está confusa por la vergüenza. La mirada dice 'oblígame', pero la vergüenza de querer ser forzado añade una nube a sus ojos. Le arrancaré esa vergüenza y le recordaré que puede gustarle lo que quiera y que siempre estaré aquí para ello.

Con una mirada más de cada uno de nosotros, cierro el espacio entre nosotros, agarro su nuca y lo obligo a darse la vuelta y inclinarse sobre mi escritorio.

—Yeonjun —gime, pero sale desafiante y lleno de actitud.

—Manos sobre el escritorio, Beomgyu. Ahora. —Cuando se toma su tiempo, le aprieto la nuca y le doy una nalgada.

—Joder —jadea, con las manos planas sobre la superficie del escritorio—. Oh, Dios mío.

Empujo su cabeza hacia abajo hasta que se dobla por la mitad, con el pecho apoyado en el escritorio y el culo justo frente a mí. Con la orden de quedarse quieto, paso mi mano por su columna, provocándolo tanto como me provoco a mí mismo. Es hora de quitarle la connotación negativa al apodo. Su papá siempre le dijo que fuera un pequeño bueno, así que...

Walking red flag | YeongyuWhere stories live. Discover now