—Supongo que es lo que ves frente a ti.

—¿Y detrás de mí no?

—Sí, sabelotodo. Lo que puedes ver con tus ojos es la realidad.

—¿Qué pasa con las cosas que no podemos ver? No puedo ver el viento, pero es la realidad.

—Cierto. No puedo ver nuestra química, pero la siento. —Miro sus ojos—. Y sé que tú también la sientes. Esa es la realidad.

—¿Tu realidad o la mía? —da otro bocado y sonríe a los contenedores—. Tú crees que tenemos química. Yo creo que tenemos tensión.

—¿Cual es la diferencia?

—Depende de a quién le preguntes.

—¿A ti? —me encanta esto. No sé por qué me encanta, pero así es. Mastica antes de responder.

—La química es química. Tus hormonas y feromonas llaman a las mías, atrayéndolas y encendiéndolas. Así es como lo ves. Eso es química. Yo lo veo como frustración. Te dije repetidamente que retrocedieras, pero no me escuchaste, y ahora quiero mantenerte cerca para poder encontrar el botón correcto que presionar y hacer que te rindas. Eso es tensión.

—Buena suerte. Creo que mis hormonas superarán tu tensión y olvidarás que incluso estás buscando mi gran botón rojo. Yo no me doy por vencido.

—¿Nunca? —me mira a través de sus gafas, sin ninguna vergüenza a la hora de mirarme fijamente en busca de una respuesta real.

—No, a menos que lo digas y sienta que realmente lo dices en serio.

—Entonces esa es nuestra realidad —dice, cruzando las piernas—. Somos oponentes, pero estamos jugando dos juegos diferentes. Supongo que tendremos que descubrir qué dictará la victoria.

—Supongo que sí. —Saco un trozo de papel de mi bolsillo—. La prueba del VIH es negativa. Estoy esperando el resto de mis resultados. —Se la tiro y él la abre, se toma su tiempo para leerlo todo y luego lo deja en su mesa de noche.

—Será mejor que empieces con el romance. —Su sonrisa es...

Mierda, amo esa sonrisa casi tanto como amo cuando pone sus ojos en blanco. 

Es atrevido pero directo, y de alguna manera sutil en todo, al mismo tiempo que es notoriamente obvio ¿Cómo hace todo eso?

—Estoy empezando a pensar que la forma tradicional de romance no es lo que quieres.

—Supongo que tendrás que aprender mi lenguaje del amor si quieres entrar en mis pantalones.

—¿Amor?

—¿Te da miedo la palabra? —pregunta con un brillo malvado en sus ojos. Como él no ha sido alguien que me mienta, no tiene sentido mentirle.

—Un poco. Es como la realidad. Realmente no sé qué es ni cómo saber si lo siento.

No sé si alguna vez lo he sentido... o si alguien alguna vez me ha amado.

—¿Tus padres?

Resoplo.

—Joder, no ¿Los tuyos?

—¿Que si me aman? —él pregunta.

—Sí.

Él niega con la cabeza.

—Mi mamá no. Mi papá... hay diferencias entre el amor y una dinámica de poder.—Se encoge de hombros y sus ojos se oscurecen. Parpadea y sigue adelante, diciéndome sin decirme que no pregunte al respecto—. ¿Por qué estudias negocios?

Walking red flag | YeongyuWhere stories live. Discover now