Capitulo 27

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Baje la vista para mirar mi vestido de baile consciente que por primera vez de lo que llevaba puesto.

― Oh, yo...yo...no acostumbro a pasearme así por la casa. Fue solo que...

― Se te ve estupenda ― declaró Nick se acerco al pie de la escalera ― Ven aquí.

― Solo estaba...― volví a empezar, pero Nick extendió la mano para tomar la mía y me hizo bajar los escalones que faltaban para llegar al vestíbulo del frente.

― No bromeo, se te ve estupenda-insistió, inclinando la cabeza a un costado ― El negro te sienta bien.

Lo miré escéptica, esperando que empezara a burlarse de mí.

-¿Debido a mi...personalidad resplandeciente?-pregunté con sarcasmo.

-No –dijo lentamente-supongo que se debe a que tu pelo es brillante...No vas a llevarlo recogido ¿no?

Demasiado consciente de mí misma, me toque el pelo sujeto con las horquillas.

― Pensé...

― No, es absolutamente necesario que lo lleves suelto

― Espera ― Saqué las tres horquillas. ― ¿Ves? Ahora es demasiado.

― De ninguna manera ― dijo Nick ― Ahora está mejor.

Extendió la mano y la deslizó por las de mi cabello. Sus dedos rozaron mis hombros desnudos y se detuvieron allí de forma casi imperceptible.

De golpe, me quedé sin aliento. Había permanecido igualmente cerca de Nick aquel día en el laboratorio, pero esto era diferente. El aire que había entre nosotros estaba electrizado. De alguna manera, resultaba maravilloso y perfecto estar de pie junto a él, con mi vestido para el Baile de Otoño, sintiendo su contacto ligero y cálido en los hombros.

― Oye ― dijo Nick con suavidad ― ¿Cómo haces para que se te formen esos tirabuzones en el pelo?

― Hmmm... ¿Esto? ― dije yo ― Me lo enrosco en un dedo.

Nick hizo un bucle con su propio dedo y mi pelo, y luego lo soltó, mientras miraba como se deshacía.

― Claro...Así ― dijo.

Levanté la vista y me encontré con su mirada.

Olí el sol y el viento en su pelo y su ropa. Era un olor bueno, limpio. Me hizo pensar en el otoño y en las hojas y en manzanas asadas y en la Noche de Brujas y en fogatas y en pilas de heno, y en otras cosas que no recordaba desde hacía años. Durante un momento, pareció que toda mi infancia estaba incluida en el aroma de Nick Jonas, mientras el permanecía cerca de mí al pie de la escalera en esa tarde de otoño, con la brillante luz del sol que entraba por las ventanas.

Nick todavía me miraba, sonriendo con tanta dulzura que supe que, si le decía lo que pensaba en esos momentos él contestaría ―Se con exactitud a qué te refieres‖ Su expresión era tan distinta a la de constante vanidad que le era propia, que bajé los ojos confundida.

Su frente tocó la mía. Nuestras narices chocaron con algo de sorpresa. Pensé que iba a besarme pero ni siquiera pensé en detenerlo. Sus labios rozaron apenas los míos.

Luego él se aparto y me miró, sus ojos verdes estaban llenos de esa inquietud que sólo le había visto unas pocas veces, sólo que ahora estaban más penetrantes, y mucho más tiernos. Cerré los ojos y Nick volvió a besarme con más urgencia esta vez.

Sus manos se hundieron en mi pelo para sostenerme la cabeza.

Mi mente se nubló. O no, el mundo se estaba nublando Nick me sostenía con la adorable presión de sus manos en mi nuca. Apoyé las palmas de mis propias manos en su pecho y me estremecí sorprendida. Él temblaba.

Me hizo apoyar de espaldas en la baranda de la escalera. Las barras de madera se me clavaron en los hombros, pero no me importó. Puse la mano en su nuca. Su pelo era tan suave como imaginaba. Y desee que no dejara de besarme nunca.

La puerta de la calle se abrió de golpe y papá entró como una tromba, seguido de mi madre, que llevaba a Debbie sobre la cadera.

Grité con lo cual probablemente destrocé el tímpano de Nick, y nos separamos de un salto.

― Por Dios, ¿Qué sucede? ― dijo mamá

― Nada ― Me toqué la nuca con gesto nervioso. Tenía la piel húmeda ― Me asustaron eso es todo.

― Lo siento querida ― dijo ella ― ¿Durmieron una linda siesta?

Mi madre comenzó a desatar los lazos del pelo de Debbie.

― ¿Nick? ¿______?

Pero nosotros no respondimos. Estábamos demasiado ocupados mirándonos fijo, con la clase de sonrisa prolongada, lenta e intima que en general se asocia a parejas que se han visto separadas por la guerra o alguna calamidad, y luego vuelven a reunirse.

― Hola, ¿Qué tal? ― dijo Nick con suavidad.

― Hola ― le conteste en un susurro.

Era domingo, un día después de nuestro beso, y Nick había venido a lustrar el auto. Pero en lugar de ponerse enseguida a trabajar, me sorprendió en la cocina. Yo le había dado la mitad de mi sándwich tostado de queso, y ahora estábamos sentados a la mesa, limitándonos a mirarnos fijo.

No podía creer lo bien que me sentía allí con él ¿De veras era ese el chico al que tanto había odiado durante el primer mes de clases? Está bien, tal vez no fuera exactamente odio. Pero el me había vuelto loca al hacerme sentir tan aburrida, tan estirada, tan... hija del director.

Sentada con él en esa mañana soleada, mirándolo mientras tomaba un largo sorbo de agua, observándolo mientras él me observaba a mí, que terminaba el sándwich de queso, me sentía cualquier cosa menos aburrida.

Adorable Rebelde ; Nick Jonas Y Tu . (Adaptada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora