Capitulo 7

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Seguro que ustedes conocen a algún profesor o a un miembro del cuerpo docente que está siempre malhumorado, que habla en tono monocorde y que nunca tiene contacto visual con los alumnos. Bueno, quizás no conozcan a ninguno, pero hay un término técnico para ese comportamiento: consunción psicológica. Cuando ciertas personas pasan cuarenta o más horas siendo objeto de burlas y mentiras por parte de los adolescentes, se vuelven grandes candidatas a contraerla. 

Lo cual me lleva a hablar de Doc Ellis. Doc Ellis es probablemente el peor caso de consunción psicológica de la historia, cosa que no resulta sorprendente si se tiene en cuenta que no sólo enseñaba geometría hace veinte años, cuando mamá cursaba la materia, sino veinte años antes, cuando papá estaba en el secundario. Eso debería darles una idea de la edad de Doc Ellis. Sus trajes también parecen haber resistido varias generaciones. Ya saben a qué me refiero: manchados, arrugados, con los puños raídos, solapas anchas. Está bien, está bien, sé que no debería juzgarlo por su falta de elegancia y, de hecho, no tengo porque hacerlo… Puedo juzgarlo por su personalidad, que, para decirlo corto, es insoportable. 
No sólo tiene la susodicha consunción psicológica derivada de haber enseñado demasiado tiempo en el secundario ― demasiadas décadas ― sino que, nunca deseó ser docente a ese nivel. El quería ser profesor universitario, pero su tesis doctoral fue rechazada ― al menos de acuerdo con la leyenda ― lo cual dio pie a que todo el mundo lo llamara ―Doc‖, por doctor, con un dejo de ligero sarcasmo. Su venganza consiste en ser lo más irritante posible y en presentar exámenes dificilísimos. 
El primer examen difícil estaba programado para la segunda semana del curso lectivo. Al comenzar la hora, Doc distribuyó las pruebas y ― con su voz cansada y cáustica ― anunció que podíamos empezar a ―desaprobar‖. Luego se apoderó de sus cigarrillos y salio al vestíbulo a fumar (ya les dije que sufre de consunción psicológica). 
A través del aula, intercambié miradas esperanzadas con Katie. Las dos somos un desastre en matemática, de modo que habíamos pasado el fin de semana estudiando para esa prueba. Al menos nos pareció que era todo el fin de semana, aunque probablemente hayan sido tres o cuatro horas. De todos modos, habíamos estudiado tanto que, por una vez, no me sentía condenada al fracaso. 
Resolví los tres primeros problemas bastante rápido, me encontré cometiendo un error en el cuarto y lo corregí. Estaba tan concentrada, que sólo al rato me di cuenta de que todos se reían por lo bajo y se agitaban en sus asientos. Desorientada, levanté la vista y vi a Nick Jonas volviendo los papeles del atril de Doc Allis.

Fruncí el ceño y miré en dirección a Katie, pero ella parecía tan confundida como yo. 
Nick encontró lo que buscaba y se aclaró la garganta. Se estiró el cuello de su camiseta de rugby hasta extenderlo de modo que pareciera el de las camisas pasadas de moda de Doc. 
― Ya pueden comenzar a copiarse ― dijo con la voz ronca de Doc Ellis, en tono de ustedes-son-mi-perdición. Y luego leyó las respuestas de la prueba. 
Oí el instantáneo deslizar de los lápices sobre el papel, pero estaba demasiado sorprendida como para moverme. No era que nunca me hubiese encontrado con alguien que se copiaba, ― eso es prácticamente un arte en el Colegio Knox ―, pero aquello resultaba tan… desfachatado. 
¡Y yo había estudiado tanto! Sentí que se me hacía un nudo en el estómago al pensar en todo el esfuerzo del fin de semana, en todas esas horas mal gastadas. 
― Para quienes no son tan despiertos como para entender las cosas a la primera vez ― siguió Nick con la voz monótona de Doc Ellis ―, permítanme que repita. Cuarenta y ocho grados, doscientos cincuenta y tres pies cuadrados, cinco grados… 
Era una buena imitación, debía admitirlo, pero de todas formas me dieron ganas de matar a Nick.
Pensaba todavía en el tema dos horas más tarde, mientras me abría paso a través del vestíbulo en dirección a la cafetería. Nick Conner estaba apoyado en mi armario como si fuera un mal sueño. En realidad, al acercarme más, me di cuenta de que era el armario de Juliet Miller. 
― Hola, ______― dijo. 
― No empieces, ¿eh? ― contesté con amargura. 
Hice girar mi combinación y abrí la puerta de metal con tanta furia que él pego un salto hacia atrás. 
― ¿Estás enojada conmigo otra vez? ― preguntó. 
― Di más bien‖todavía‖ ― farfulle. 
― Oh, vamos… ― dijo él ― Te prometo no volverme a burlar de tu puesto de embajadora de los estudiantes o del puesto de tu papá como director. ¿Qué tengo que hacer para que hagamos las paces? ¿Quieres escuchar la historia de aquella vez que mi papá intervino en una feria de ciencias en la escuela y nadie pasó por su quiosco? 
Lo miré sorprendida 
― ¿A qué se dedica? 
― ¡Ja! Sabía que te interesaría ― dijo Nick con tono presumido ―. Es dermatólogo.
― Olvida la pregunta -conteste tajante, furiosa porque habia logrado distraerme- Te habria matado por hacer trampa en la prueba de geometria, - se me pusieron los pelos de punta con solo pensarlo- se que eres nuevo aqui y probablemente quieres que todos te consideren muy listo o algo por el estilo,pero tal ves deberias pensar en los demas de vez en cuando, gente que de veras estudio mucho para pasar esa prueba o que...
― ¿ eso es lo que creees? 
― Nick me miro alzando una ceja ― ¿Que trataba de darmelas de listo?
Tire mis libros dentro del armario
― Oh. lo  siento 
― Dijo en tono sarcastico ― Supongo que soy muy injusta con alguien que obliga a toda la clase a copiarse...

Nick torció la boca. 

― ¿Por qué te crees tan santa? ¿Quieres escuchar las cosas desde mi punto de vista? ¿Cómo te suena eso? 
Cerré con violencia el armario y me crucé de brazos. 
― Te escucho. 
― Claro, y con ánimo realmente imparcial, no hay más que verte la cara. 

Adorable Rebelde ; Nick Jonas Y Tu . (Adaptada) Where stories live. Discover now