Capitulo 10

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― Es verdad, te gusta hacer ostentación de tus dotes, Anne ― dije a toda velocidad antes de que papá pudiera continuar. No quería seguir hablando de Doc Ellis y, si algo aprendí a lo largo de los años, es que, por lo general, puedo dejar a papá fuera de una conversación por medio de una pelea con mis hermanas.

Él se echó hacia atrás en la silla, derrotado, con una expresión el semblante que decía: ¿Es que todos los padres con cuatro hijas son intimidados así?

― Un minuto, ______. Quiero preguntarte algo me atajó papá esa noche cuando entré en la cocina para comer algo liviano. Él estaba bañando a Debbie en la pileta.

― ¡Ta! ― gritó Debbie, muerta de risa, y tiró agua por todos lados al verme.

― Hola, Debbie preciosa ― dije yo, inclinándome para besar su cabecita llena de jabón.

― ¡Ga! ― me contestó. Todavía no ha pronunciado su primera palabra, pero mamá asegura que lo hará en el momento menos pensado.

Tomé una manzana de la frutera que había sobre la mesada, mientras esperaba que mi padre dijera lo que tenía entre ceja y ceja.

Él levantó a Debbie, la paró sobre la mesada y comenzó a secarla con una toalla color rosa.

― ¡Ra! ― chilló Debbie loca de contenta. Le encanta que la sequen.

― ______l ― volvió a decir papá ― ¿Hay algo que sepas y quieras decirme sobre las pruebas de Doc Ellis?

Mordí la manzana.

― No ― dije con cautela.

Mi padre y yo hicimos un trato hace mucho tiempo. Nuca me hace preguntas directas sobre incidentes ocurridos en el colegio; le limita a preguntarme si hay algo que quiera decirle. O tengo la libertad de decir sí o no y lo dejamos así.

― Me lo imaginé.

Siguió secando a Debbie, envolviéndola por completo en la toalla rosa. Los observé a ambos bajo el brillo amarillento de la luz de la cocina. Papá parecía cansado, pero sus manos tocaban

A Debbie con infinita paciencia, como si no tuviera nada mejor que hacer que secar a un bebé a seco.

― Lamento lo de la prueba ― dijo por fin ― se lo mucho que estudiaste.

Lo cual les demuestra la fe absoluta que me tiene mi padre. Me acerqué y lo abracé desde atrás. Enfrente vi una sobra que se movía y me pregunté si sería Bruce. ¿Podría vernos a los tres a la luz de la lámpara de la cocina?

Sacudí la cabeza, decidida a desterrar todo pensamiento relativo a Nick Jonas.

El sábado por la mañana estaba sentada en la puerta de atrás con el camisón puesto, diciendo: ―Sí, mamá... sí, comeré las albóndigas... sí, sacaré la basura... No, no voy a ir a ninguna fiesta...

Ese fin de semana, mis padres iban a llevar a mis hermanas a hacer una gira turística por el norte de Michigan. No tenía que ir con ellos porqué viajar en auto me descompone con facilidad.

Y si así no hubiera sido, lo habría simulado, porque no hay nada más aburrido que pasear en auto haciendo comentarios sobre las hojas rojas o doradas. Me sorprende que Anne y Liz todavía no sean listas como para poner objeciones. En realidad, pienso que durante gran parte del viaje juegan a la batalla naval.

Mi madre cambió de posición a Debbie y la apoyó en su otra cadera.

― Y no hagas llamadas a larga distancia ― dijo para terminar.

― Mamá, ¿a quién voy a llamar?

― Ah no sé... ― sonrió. ― Supongo que me estaba esforzando por encontrar un último consejo.

― Créeme ya cubriste todos los rubros.

Papá tocó la bocina. Era el único sentado en el auto. Anne y Liz permanecían de pie junto al portón trasero abierto, sobre quien iba a ir atrás en la camioneta. Si pudiera darle un consejo a papá, le diría: No conseguirás hacer que una mujer suba al auto, hasta que no esté lista para subir al auto. En realidad, ya he transmitido este pequeño fragmento de sabiduría, pero él parece no creerlo.

― Adiós querida ― dijo mamá. Me dio un beso en la mejilla y salió en dirección al auto.

Cerré la puerta con una legre suspiro. La casa estaba a mi disposición por veinticuatro horas. Katie iba a venir pronto para pasar el día y la noche conmigo. Tendríamos todo el fin de semana para charlar y dormir y comer cosas poco nutritivas y hacer todo eso que los padres desaprueban.

Decidí sorprender a Katie y hacer panqueques para una combinación de desayuno/almuerzo. Preparé la masa y puse a calentar la sartén. Los primeros panqueques salieron quemados y pegoteados, de modo que los tiré a la basura. Estaba haciendo uno enorme en forma de Ratón Mickey, cuando sonó el timbre.

Atravesé corriendo toda la casa y abrí de golpe.

― Apúrate y entra ― dije ―, porque estoy haciendo panqueques y no...

Me interrumpí horrorizada. No era Katie quien estaba parado en el porche. Era Nick Jonas, que sonreía con aire de indolente.

― ¿Puedo pedirte un poco de destapador de cañerías?

Me cruce de brazos.

― Muy chistoso. Adiós.

― Epa ― protesto NIck ―. No es una broma; la bañera de casa está a punto de desbordarse y mis padres se fueron con el auto y... ¿acaso crees que inventé todo esto sólo para verte en tu excepcionalmente corto camisón?

Me ruboricé hasta la raíz de los cabellos. Llevaba puesto ese tonto baby-doll de satén color café que me había regalado mi abuela. Me regala uno para navidad y otro para mi cumpleaños. No sé con exactitud lo que está tratando de decirme. En fin, aquel en particular no sólo era corto, sino que tenía ya un par de años y me quedaba un poco chico.

Apreté las manos contra el ridículo ruedo corto por si pasaba una ráfaga de viento, y dije con voz helada:

― Hay muchas casas en la cuadra. Ve a pedirle a alguien que no odies a muerte...
Una alarma zumbó enojada en la cocina. Dejé de hablar y me apresuré a volver allí. La cocina estaba llena de humo y mi panqueque en forma de Ratón Mickey era una ruina carbonizada. Saqué la sartén del fuego y trate de abrir una ventana.

― Caramba ― dijo una voz detrás de mí ― ¿te parece que nos tapemos la boca con unos trapos mojados?

Me di vuelta de golpe. Nick estaba parado justo ahí, en la cocina. Agité la mano para disipar un poco el humo que tenía frente a la cara y lo miré con ojos relampagueantes.

― ¿qué haces aquí?

― Vine a pedir prestado un poco de destapador de cañerías ― dijo con paciencia ― Creo que acabamos de hablar de eso.

― Y yo dije que no podías hacerlo ― le contesté en forma cortante. La alarma volvió a sonar y yo me paré enOops! de pie para desactivarla.

Nick se echó a reír.

Adorable Rebelde ; Nick Jonas Y Tu . (Adaptada) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora