C18: El ladrón de las papas fritas.

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¿Esta chica tiene corazón de piedra o es anti-amor? Cualquiera de las dos podía ser la respuesta ya que, ¿quién en su sano juicio se resiste a Derek? Lizbeth era dura, pareciera que jamás en su vida había experimentado una chispa de amor, esa palabra que con espejismo fácilmente se convierte en "Roma".

El amor no es fácil de definir y muchas veces vivirlo tampoco es tan fácil, para algunos trae sufrimiento y dolor, pero es más fuerte que la venganza y la maldad y el más sincero sobre la faz de la Tierra. Al fin y al cabo, ¿cómo sería el mundo sin el amor ni el sufrimiento? No tendría sentido ni vivir.
Cierto, no todos creen que la felicidad depende del amor y que el corazón sólo bombea sangre.

Tal vez Lizbeth, en su condición de ciega, no había experimentado amor antes. Los ciegos pueden sentir, son humanos, están hechos de carne y hueso, tienen sentimientos como cualquier ser y lo suyo no es considerado un defecto ni discapacidad para muchos.

Derek tampoco tenía muy claro lo que era el amor, pero, ¿quién ha dicho que Lizbeth no podía mostrárselo y él no podía despertar algo en ella?

Lizbeth se levantó. Derek la miró.

— ¿Estás enojada? —preguntó, para soportarla molesta había que tener hasta armadura ya que no era un trabajo nada sencillo.

—Sí, ¿quién te ha dado el derecho de coquetear conmigo? —preguntó ella tosca, fastidiada y enojada, por supuesto.

—No fue mi intención y no sabía que debía pedirte permiso. ¿Lizbeth puedo coquetear contigo? —dijo burlándose ya que jamás le preguntaría aquella barbaridad.

—Calla, Derek —dijo Lizbeth harta.

—Puedes callarme tú —su tono de voz sonaba coqueto.

—Genial —Derek sintió la mano de la chica golpear su mejilla—. Ahora sí, cierra la boca.

—No me refería a un golpe, hermosura —siguió con el mismo tono de voz.

— ¿Te referías a un beso, idiota? Ni lo sueñes —lo rechazó con evidente asco y disgusto.

— ¿Crees que quiero besarte? —dijo Derek con repugnancia también.

—No quiero eso, ni hoy, ni mañana, ni nunca —frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—Muñeca, tú sueñas con besarme —volvió a decir con esa voz presumida.

— ¡No! —bufó ella, negando otra vez.

Ambos se dirigieron a la cocina, Lizbeth seria y disgustada, Derek aguantando las carcajadas.

Lavaron sus manos y sonó el timbre. Derek fue hasta la puerta y la abrió.

—Buenos días, ¿se encuentra la profesora Lizbeth? —preguntó una mujer peinada con una coleta, a su lado un niño rubio sonreía.

—Espere —Derek se dirigió a la cocina—. La solicitan profesora Lizbeth —dijo burlón.

Lizbeth no dijo nada, sólo fue a saludarlos y a recibir a su alumno que estaba aprendiendo a leer en el sistema Braille. Se sentaron en la mesa, alumno y profesora.

—Bien, estaré arriba. Sí necesitan algo, sólo griten mi nombre —y dicho esto subió las escaleras y se encerró en su habitación.

Una vez más sacó el formulario que debía llenar para su trabajo en McDonald's y se sentó en la silla del escritorio para escribir los datos requeridos.
Rellenó el papel con la ayuda de los documentos que le habían dado en el laboratorio.

Nombre: Derek.
Apellidos: Hinault Marshall.
Teléfono de Casa: N/A.
Teléfono Móvil: N/A.
Dirección: N/A.
Ciudad: Ocala.
Estado: Florida.
Código Postal (ZIP): N/A.
Fecha de Nacimiento: Septiembre 12.
Trabajó en McDonald's anteriormente: No.

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