C16: Consolándola.

440 56 7
                                    

Dos palabras que encerraban tantas cosas, pero Derek no les dio mucha importancia en ese momento. Dejó el pequeño diccionario en su sitio y salió de aquel pasillo. Había una gran fila en la zona de la caja para pagar, el lugar estaba lleno de gente y muchos estaban alborotados por tener en sus manos el nuevo libro que había llegado.

Derek salió de la librería. Las calles se encontraban llenas de gente apresurada, los dueños apenas comenzaban a abrir sus locales y tiendas. El olor a café y panqueques horneados impregnaban las colapsadas avenidas.

Caminó hasta un semáforo y pudo rememorar en sus recuerdos el día en que Lizbeth se cayó en el pavimento porque él deseaba ayudarla. A la final había decidido dejarla sola con su dolor, pero ¿qué hubiera pasado sí él se hubiera quedado con ella? Es una respuesta incierta.

La tienda Tommy Hilfiger  ya estaba abierta. Él entró y empezó a buscar algo a su gusto.

Luego de una tarde llena de compras en otras tiendas más y cuando ya había adquirido el nuevo móvil, Derek volvió a casa de los Montblack. Tocó el timbre y la señora Alice abrió la puerta. Él la saludó y entró.

Subió hasta su habitación, había sido un día algo largo, pero normal por suerte. Dejó las bolsas sobre la cama y bajó a ayudar con la cena. Ayudar significa sentarse en la mesa a esperar, al igual que el señor Montblack hacía. No se atrevía a tocar ni un plato por el miedo a que su torpeza lo traicionara.

Lizbeth y su madre se sentaron en la mesa, cuando ya la misma estaba servida.

 —Papá, ¿llamaste al médico? —preguntó Lizbeth a su padre mientras dirigía una probada del plato a su boca.

El señor Montblack miró a su esposa antes de responder.

—Lizbeth, no me gusta la idea de esa operación, ya lo hemos hablado antes.

— ¿Por qué? Esa cirugía es importante para mí —se quejó ella.

—El médico dice que es peligroso —intervino Alice quien también estaba en contra.

—Necesito esa cirugía, además él es médico y ya ha hecho tantas operaciones que debería saber hacerlo lo suficientemente bien —insistió con disgusto.

Derek sólo escuchaba todo sin entender nada.

— ¡No dejaré que te hagan esa cirugía si es riesgosa! —exclamó el señor Montblack frustrado ante la idea de que su hija entrara a un quirófano para ese tipo de operaciones.

— ¡Ustedes quieren que yo me quede así de por vida! —gritó Lizbeth con rabia y tristeza en su voz.

— ¡Cierra la boca! Tú misma sabes que eso es falso —dijo el señor Montblack enojado por el comentario, se sentía tenso.

Lizbeth se levantó sin acabar su plato de garbanzos, el cual seguía casi intacto, sólo había comido unas cinco cucharadas. Se dirigió al jardín saliendo por la puerta trasera de la cocina con cuidado de no caer, agarrándose de todos los objetos que estaban a su alcance para identificar el camino y tomar equilibrio.

—La terquedad la sacó de ti —le dijo a su esposa, quien frunció el ceño al escucharlo.

—Pues no me reclames, el mal genio que tiene es tu culpa —contraatacó ella.

Cuando el señor Montblack estaba tenso, agobiado, frustrado, o cualquier sentimiento similar; hacía comentarios y decía cosas inapropiadas, lo primero que pensaba lo decía sin importar qué tan hiriente podían ser sus palabras o a quién estaban dirigidas.

Derek se levantó sin decir nada, agarró su plato, el cual sí había terminado y lo dejó en la cocina. Lavó sus manos con agua y jabón, y se dirigió al jardín trasero.

Había brisa y Lizbeth se encontraba acostada en la grama artificial. Derek se acostó a su lado y vio como lágrimas rodaban por sus mejillas. Lizbeth notó la presencia de alguien ya que escuchó los pasos.

—Vete —dijo ella entre sollozos y tapó su rostro con las manos.

— ¿Por qué lloras? —le preguntó preocupado.

Lizbeth reconoció su voz.

—No estoy llorando, sólo ahogó los sentimientos por los ojos —sollozó Lizbeth.

—Pues mejor resplandecer los sentimientos con una sonrisa —la animó Derek.

—La tristeza no se suprime con una sonrisa, ¿ya te vas? —suspiró ella.

—No me iré. Lizbeth, ellos son tus padres, desean lo mejor para ti —dijo Derek con tono suave.

— ¿Lo mejor es dejarme ciega? Nada me haría más feliz que volver a ver aunque sea un sólo día, no sé ni para que tengo ojos sí sólo sirven para derramar lágrimas.

—Los ojos son la ventana del alma, no lo olvides, princesa —Derek tomó su mano con delicadeza.

—Oh vamos, que patético —rió ella.

—Podrá ser patético, pero te hizo reír —sonrío Derek y acarició el dorso de su mano.

—Llevó muchos años con mi defecto, pero odio dar lástima, la gente me trata como sí fuera una inútil invalida —más lágrimas corrían por su rostro sin poder evitarlo.

— ¿Defecto? ¡Lizbeth, eso no es un defecto! —la regañó enojado.

—Lo es —insistió con terquedad.

—Mucha gente puede ver, pero cuando se trata de mirar dentro del corazón o los sentimientos, son unos completos ciegos. No veas esto como un defecto, eres afortunada —Derek quería hacerla reflexionar, le hablaba y cada palabra era sincera.

— ¿Afortunada? —Lizbeth estaba incrédula.

—Sí, puedes imaginar tu propio mundo, no te llevas desilusiones sobre nada y si quieres imaginar el mundo lleno de paraísos sin ver la realidad, puedes hacerlo —respondió sonriendo, aunque sabía que ella no podía verlo.

—Aún así, me estoy perdiendo muchas maravillas —dijo ella triste.

— ¿Cómo yo? —preguntó él en tono divertido.

—Tonto —Lizbeth soltó una carcajada.

—Bien, eso soy —aceptó él riendo— pero este tonto te ha hecho reír.

—Eso no lo negaré.

—Te admiro, Lizbeth. Admiro como llevas tu vida, eres independiente a pesar de todo —sus palabras sonaban sinceras e hicieron que ella sonriera.

—Gracias por todo —bostezó, le pesaban los ojos y no pudo evitar recostar su cabeza sobre el hombro de Derek, quien no la apartó.

Lizbeth se quedó un rato en esa posición, Derek miraba las estrellas del cielo y así la chica quedó dormida en el hombro del torpe que, por primera vez, la consolaba de esa manera tan especial.

N.A. ¡Hola! Les dejo otro capítulo, espero que les guste y muchas gracias a los que leen, comentan y votan :)

Experimento 366Where stories live. Discover now