C27: Carta y tristeza.

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Al día siguiente, el jefe del laboratorio bajó de la camioneta azul y al despedirse de sus compañeros, caminó una cuadra hasta la casa de los Montblack.

El sobre de la carta se arrugaba en sus manos y su atuendo de cartero disimulaba su verdadera identidad. Los científicos se habían asegurado de la presencia del robot en la casa para que todo saliera a la perfección.

Tocó el timbre y le sonrió a la señora Alice cuando la vio asomarse por la puerta.

—Hola. ¿Qué se le ofrece?

—Hola. Busco a Derek Hinault —respondió.

Ella lo observó de pies a cabeza antes de alzar la voz y pronunciar el nombre de Derek.

Derek estaba en la cocina, dejó lo que hacía y se aproximó a la entrada.

—Te buscan —le informó Alice y se retiró.

Derek estrechó su mano.

—Esto es para ti —el cartero le entregó el sobre blanco, y sin esperar más desapareció del campo de visión de Derek antes de que su nerviosismo pudiera levantar sospechas.

Cerró la puerta y enseguida subió a la segunda planta. Se sentó en la cama de su habitación y se dedicó a leer.

Derek:

Habíamos tardado en llevar a cabo tu búsqueda. Eres una de las piezas más innovadoras, una creación que nos pertenece. No es un capricho, tu relación con el exterior nos perjudica incluyéndote a ti. Si se enteran de tu existencia, los problemas legales vendrán y también tu posible destrucción.

Deseamos evitar este gran problema. No te destruiremos si decides venir por tu propia voluntad. Adjunto a esta hoja, se encuentra un papel con la dirección del laboratorio.

Recuerda que, si decides entregarte, no puedes divulgar que vienes al laboratorio ni mucho menos mostrar esta carta. Es por el bienestar de tus creadores y de tu existencia.

Atentamente,

El Laboratorio Experimental de Ciencias de Florida (LECF).

Dobló el papel a la mitad. Esto no lo ayudaba en absoluto. Tenía muchos asuntos encima como para que algo más se sumara a su lista. Debía terminar con el problema del asesinato y manejar la situación del laboratorio con mucho cuidado.

Miró la hora de su móvil y colgó su mochila al hombro. Debía asistir a su primer turno de trabajo. Dejó la carta en la gaveta de la mesita de noche y salió, tropezó con Juliette cuando iba a bajar las escaleras.

— ¿A dónde vas? —preguntó la castaña.

—McDonald's —contestó y descendió por los escalones.

—Te acompaño.

Le avisaron a la madre de Juliette que se irían y, acto seguido, emprendieron el camino al local de comida rápida.

— ¿Qué tienes con Liz? —soltó la chica de repente.

Derek la miró de reojo.

—Nada —replicó con sencillez.

—Sé que te gusta —insistió Juliette como si aquello fuera algo obvio y muy evidente.

—No es algo mutuo —aclaró con una chispa de decepción y quizá un poco de tristeza, en su voz.

—Mi hermana le tiene miedo al amor —comentó.

Llegaron a la parada de autobús y se sentaron en una banca.

—No lo comprendo. ¿Cómo puede oponerse a amar? —Derek parecía incrédulo y confundido.

—Tal vez los riesgos del amor a hacen dudar.

— ¿Cuáles riesgos?

—Yo considero que el mayor riesgo al amar es el temor de no ser correspondidos. Amar sin ser correspondidos es como lanzarse al vacío o querer volar sin alas —manifestó Juliette, lo expresaba con tristeza como si pudiera sentir lo que sus palabras describían.

— ¿Has sufrido eso? —Derek fijó su mirada en el rostro de ella para buscar la respuesta en sus ojos.

La muchacha bajó la vista al suelo.

El autobús llegó, Derek y Juliette se juntaron con la gente que se acumulaba para subir. Consiguieron estar en los últimos asientos.

—Sí, he vivido eso —ella suspiró y continuó—. Pero supongo que es algo normal, no siempre puedes salir victorioso. Debes aprender del fracaso, ¿no?

Derek asintió intentando captar la información que la chica había trasmitido.

—Lizbeth es...

—Dura, terca, difícil, insoportable, insistente y fría ―interrumpió Juliette y completó su oración.

—No me refería a eso —recriminó él.

—La describí a la perfección —sonrió orgullosa.

—Todas esas cualidades forman su encanto.

—Enamorado —Juliette se limitó a rodar los ojos.

Ambos salieron del vehículo abarrotado de personas que se detuvo en el centro.

—No me culpes, no sé cómo ocurrió —se excusó él bromeando.

—Caíste hechizado —rió alegremente, Juliette.

—Como digas.

—No estaría mal que fueras mi cuñado.

Derek la miró sorprendido, como si su acompañante hubiese escupido una locura.

Al llegar, empujó la puerta del McDonald's y se despidió de la joven.

El jefe lo esperaba detrás de la puerta y no se veía feliz.

—Llegas tarde —le reclamó.

—Disculpe, señor.

— ¡Deja de excusarte y ponte este uniforme! —sujetaba un gancho del cual colgaba su nuevo atuendo.

Derek se dirigió rápido al baño de caballeros, entró al cubículo libre. Descolgó la camiseta beige y se vistió con ella, al igual que el pantalón negro de vestir y los mocasines. Guardó la ropa que anteriormente usaba. Detalló por unos segundos su reflejo en el espejo y volvió con el jefe. Éste le dio su placa con el nombre y, también, le entregó su gorra negra.

—Con esto limpiarás —le lanzó un trapo amarillo.

Derek sólo asintió.

Por ser la 1 p.m. había una gran cantidad de personas almorzando en el sitio, y por lo tanto, las mesas necesitaban ser limpiadas. Él inició su trabajo.

Limpiar las mesas no fue lo único de lo que se encargó esa tarde, tuvo que trapear y barrer varias veces.

A las 7 p.m., cuando su turno se había terminado, tomó el transporte de regreso a casa de los Montblack.

Tocó el timbre y Juliette abrió con los ojos llorosos, y para su sorpresa no era la única así ya que al entrar, vio que toda la familia reunida en el sofá llevaba la misma expresión que ella. Se podía percibir la tristeza en el aire.

El señor Montblack sollozaba abrazado a su hija ciega.

La casa estaba inundada en el recuerdo de la partida de un ser querido, sin saber que tenían al culpable en frente.


N.A.: ¡Hola! Sé que no he actualizado en un largo tiempo, pero los exámenes mensuales empezaron en marzo y no me daban tiempo para terminar de escribir el capítulo. Muchas gracias a todos los que siguen leyendo, votando y comentando porque me hacen querer continuar con esto.

¡Feliz jueves!


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