Capítulo 24. ELLA.

1.1K 105 3
                                    

Volvía muy relajada de mi época, fue un regreso difícil, mi mamá me abrazó y lloro, tanto que no pude evitar derrumbarme con ella, sobre todo cuando preguntó por Inuyasha. 

Obviamente no le iba a contar lo que para mi fue la peor parte de esto, así que me mantuve fingiendo que lo peor que me paso fue que por poco moría.

Mientras había estado allá trate de pensar en todo, en tomar una decisión, pero sobre todo tenia en mi mente esa magnifica sensación que Sesshomaru había dejado en mi piel. Cada que dejaba un espacio libre en mi mente él era quien se apoderaba de cada espacio. Mi piel se ponía chinita solo de recordarlo sobre de mi mientras estábamos a solas en la casita de la montaña.

Me gustaría que Inuyasha no estuviera en mi mente pero era imposible sacarlo de ella a pesar de que su hermano se apoderaba de la mayor parte... y además estaba Koga, el dulce Koga, a quien me encantaría corresponderle de todas las maneras habidas y por haber, a quien me gustaría decirle que, si, ya que el me ofrecía lo que más quería un mujer, una seguridad. Sin embargo no podía hacerlo, lo quería demasiado para fallarle de una manera tan cruel como la de decirle un "te amo" sin sentirlo.

No me sentía culpable ya que, de alguna manera, yo sabía que él estaba consiente de ello. Y mi ventaja era que esa chica Ayame, seguramente Koga superará mi rechazo como amante, porque quería mantenerlo en mi vida. El me protege y ve por mi, me procura.

"Ay Kagome, lo tienes todo con el pero te gusta complicarte la existencia con hombres prohibidos, empezando con Inuyasha, quien no es libre ni siquiera de admitir que te quiere. Y Sesshomaru, el hermano de Inuyasha y un hombre despiadado, que odia lo que soy..."

Fui a la escuela solo por tres días ya que se atravesó sábado y domingo, y cada uno de ellos lo disfrute como nunca, las atenciones de todos en especial de Hoyo me enternecieron, al parecer el abuelo inventó una nueva enfermedad, en este caso terminal, en caso de que no volviera, mis amigas me dijeron que ellas marcaban a diario por teléfono y el abuelo siempre estaba llorando. 

Pobre abuelo... pobre mamá los preocupé demasiado, el único que no se enteró por completo de la situación fue Sota, mamá decidió ocultárselo y solo le dijo que había enfermado. 

Estos días me sirvieron para tomar una decisión, la primer de todas es olvidarme de Inuyasha y hacer lo posible por que él sea feliz. Como arrancármelo del corazón no sabia pero todo se acomodaría conforme el tiempo pasara. 

Ahora él estaba con Kikyo y por más que me doliera, debía de poner una sonrisa ante él.

Di un salto al pozo esta vez con comida como para un batallón ya que mi mamá quería agradecerles a todos por sus atenciones conmigo. Me habría gustado permanecer más tiempo pero seguramente Koga ya estaría esperando mi regreso como quedamos, a demás me inquietaba la presencia de Kagura, esa mujer es muy malvada y no me gustaría ni imaginar lo que sería capaz de hacerle a Lovin y las demás.

En un santiamén estaba del otro lado del pozo y tome sonriendo la mano de Koga.

—Hola, gracias Koga—dije mientras dejaba abrazarme por él, ciertamente que cómodos eran sus brazos, fue como volver en el pozo y abrazar a Sota o a Hoyo.

Los lobos estaban ahí incluyendo a tres de mis lobas favoritas y me recibieron con mucha alegría.

Entonces vi a Inuyasha y estuve a punto de correr a abrazarlo, por puro impulso, aunque algo me dijo que no debía hacerlo ya que había tomado una decisión y honestamente mis arranques de sentimientos podrían hacer todo más difícil, él me sonrió, de esa forma suya tan sincera y limpia como la de un niño al que llevan a un parque de diversiones.

Destinos DistintosWhere stories live. Discover now