Capítulo 10.

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—¡AAH!—mi hombro herido... su mano había tocado la herida haciéndome perder las fuerzas que había estado reservando, mis piernas flaquearon.

De no ser por Koga había caído de rodillas, el me tomo de la espalda evitando que llegara al suelo, ¿qué diablos paso? 

—¿Qué paso Kagome? Responde...

—E... estoy bien-dije algo aturdida.

—Eso dijiste hace un rato, pero no puedo creerte.

—Koga...—traté de que mi voz sonara calmada y creíble. Ya no quería que se preocuparan por mi, ya no.

—No te creo, déjame verte,—me dejó de bruces en el suelo y se dirigió a mi espalda. Temía que se diera cuenta. Desabrochó el botón de la gargantilla de mi vestido para retirar la tela de mi hombro, pasó sus dedos con extremo cuidado, entre mi piel herida haciéndome sentir un ardor soportable.

—Kagome, eso no se ve para nada bien...—sonaba asustado.

Eso ya lo sabía, había visto antes ataques de ese tipo de oso en demonios. En el tiempo que Kaede me enseñaba a usar las hierbas medicinales. Las consecuencias eran devastadoras... ya que sus garras contenían un potente veneno, para nuestra buena suerte la mayoría sobrevivían. 

La cuestión era que yo no era un demonio.

Había tenido la esperanza de que mi poder de sacerdotisa purificara por si sola, pero solo me sentía peor a cada instante, se que si no fuera por el maquillaje, mi piel luciría como un papel.

—Estoy bien Koga, en verdad, mi poder lo sanara en cualquier momento.

Me miro con sospecha, no me creía.

—La única diferencia que hay desde la ultima vez que dijiste eso es que esto está mas grande.—dijo abrochando mi vestido.

—Créeme.—dije clavando mi mirada en la suya para parecer más convincente. Una vez más intentó acercarse a mi para continuar en donde nos habíamos quedado... no... esta vez baje la mirada para negarme.

—Kagome—tomo mi barbilla y levanto mi cara—...Se mi esposa.

¡¡¡QQQQUUUUUEEEEEEE!!!!

—Se que estas herida por lo que sea que te haya hecho Inuyasha... pero yo... bueno, sabes que me enamore desde que te secuestre—dijo sonriendo con descaro... ¿había dicho Inuyasha? ¿no era perro ni nada por el estilo?.—Se que yo puedo cuidar tu corazón...

Enmudecí 

—No me digas nada, no por ahora, solo lo he dicho porque debías saberlo. Así que respóndeme el día que estés lista.

¿Lista? Ni siquiera sabía si sería capaz de alcanzar a juntar la Perla, el tiempo se me terminaba y él ahora me hablaba de un futuro juntos... definitivamente no podía aceptarlo.

—¿Qué dices Kagome?—dijo esperanzado

—Creo que tienes razón, hablaremos de esto después.—Sonrío sinceramente, el solo quería que yo supiera sus intenciones.

—Bien ahora te llevare a casa- extendió sus manos para ayudar a levantarme, pero lo detuve.

—Me gustaría quedarme aquí un poco más... a solas....—vi hacia el valle para evitar su mirada. Pero se acuclillo y clavó su mirada en mi estudiándome...

—Ok, llámame si necesitas algo- se acercó a mis labios y deteniéndose antes de llegar a ellos, entonces cambió de decisión , dejó un dulce beso en mi frente. Y desapareció en el bosque.

La noche aun seguía con todo su esplendor, era mágica... y Koga se había encargado de que fuera así. Me levante lentamente sintiendo una punzada en mi espalda, me tambalee hasta la orilla del acantilado y me senté dándole la espalda a la cascada, si Koga me hubiera visto ardería Troya.

Si Inuyasha supiera que me estoy resignando a la muerte se pondría histérico... pensé con ironía. Ni siquiera yo me lo creía, pero esta vez estaba decidida no ser una carga sentí la brisa de la cascada contra la piel de mi espalda. Fije mi atención en la nada, tal vez mi destino era este después de todo, tenía que verlo, tenía que entregarle los fragmentos a Inuyasha.

Confiaba plenamente en Koga pero sentía que lo correcto era que Inuyasha los tuviera, después de todo así comenzó todo. Como me gustaría verlo, después de todo lo quería, lo amaba... al menos despedirme y limar el enojo que tenía hacia él.

Aunque estuviera con ella, después de todo al parecer teníamos destinos distintos, en todo caso si no me alcanzaba el tiempo, le enviaría el fragmento con Shippou en cuanto sintiera que se acercaba en momento.

Ya no vería a Sota, ni a mamá, ni al abuelo, Sango... sentí como mis ojos se humedecían brotando sin mi permiso, Kagome... tienes que ser fuerte, no debes llorar recuérdalo.

"Que bueno que estoy sola"

Destinos DistintosWhere stories live. Discover now