Capítulo 11. EL

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¡Al fin! Nunca me había sentido tan feliz de llegar al territorio del lobo, ya había detectado el aroma de Kagome pero para mi mala suerte se mezclaba con el hedor de ese lobo sarnoso. 

Maldito.

Los rastros llegaban hasta la cascada que extrañamente estaba libre de lobos.

Me detuve en la copa de un árbol cerca de donde comenzaba la caída de la cascada, y entonces los vi ambos, estaban tendidos y el estaba a sus pies, sonriéndole. La sangre se me subió a la cabeza, como desearía matarlo, hice crujir mis nudillos de rabia, Koga se acercó a ella y la besó en la frente. 

¡Como se atrevía a besar a mi Kagome! ¡Mía!

Y no lo había visto antes, ella siempre había estado por mi y para mi, como la extrañaba... y ese cretino creía que podía besarla cuando quisiera... ¡estaba muy equivocado!

Me dispuse a ir y partirle la cara pero noté que se retiraba dejándola sola en el suelo, no supe que hacer... era el momento pero... me detuve a pensar ¿qué le diría?. Después de enterarse que ella los vió... todo el valor que había tenido por impulso se había ido al verla ahí sola.

Vi que ella se levantaba tambaleándose, ¡¿qué diablos...?! ¿A caso estaba herida? Se sentó en la orilla del acantilado dejándome verla a la cara, a pesar de estar a una gran distancia podía verla a la perfección ya que mi vista no era como la un humano, podía ver lo hermosa que lucía... Kagome... ¿qué te puedo decir...?

"¿Qué haces Inuyasha?, eso era lo de menos, tienes que ir y hablar con ella, no puedes dejar las cosas como están, ¡y en definitiva, no puedes dejarla al lado de Koga!"

Salté sin pensarlo dos veces bajando hasta el acantilado donde ella se encontraba, por no hacerle frente me puse tras ella viendo su tersa y tentadora piel, haciendo que las yemas de mis dedos hormiguearan por tocar espalda bañada en plata ,el viento empujo su delicioso aroma hasta donde yo estaba dejándome disfrutarlo... pero algo no estaba bien ¿sería por el hedor a territorio lobo?, un sollozo me distrajo de mis pensamientos, ¿estaba llorando?

—K...Kagome...—ella se sobresaltó al escuchar mu voz, giró un poco su cabeza para verme de reojo solamente, sentí como mi sangre huía de mi cabeza al ver su gélida mirada.

—¿Qué haces aquí?

—Vine... vine a buscarte.-¿Qué me pasa? Este no soy yo. Sacudí mi cabeza para aclarar mis ideas, ella giro su cabeza para dejar de verme.

—No deberías estar aquí.

—No seas tonta, tú eres al que no debería estar aquí. ¿en que pensabas? ¿porqué viniste con él?

—Ahum—soltó una sonrisa sarcástica, se levanto firme y se giró hacia mi... ¿qué...? 

Cuando llegué había pensado que de veía hermosa pero era más que eso, estaba ahí, parada frente a mí, como una reina de un extraño mundo, nunca la había visto con vestido, mucho menos uno como ese, el vestido brillaba con la luz de la luna media y su piel era mas tersa que nunca, su esbelta y bien formada figura era cubierta a la perfección por las sedas blancas, estas incluso caían abrazando el contorno de sus piernas torneadas... 

¡Dioses...!

¡¿Como fue que nunca lo había notado antes?! Mis instintos me gritaban que corriera a tomarla en mis brazos y la besara, que la tomara y la llevara lejos de aquí.

Un momento... ¿qué había dicho Sango?

"Ciertamente el dejó en claro sus intenciones con el regalo" había dicho Miroku mientras yo fingía dormir.

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