Sumire
El momento de la verdad había llegado, la mamá de Keke salió primero y me dijo que tomara unos momentos para mentalizarme antes de salir al comedor, estaba decidida pero al mismo tiempo tenía miedo; pero no a que me quedara sino a que en el último de los casos Keke tuviera que regresar.
Llegué al comedor y ya estaban todos los miembros de ambas familias, por el lado derecho de la mesa estaba el señor Huang acompañado de dos chicos muy apuestos, uno de ellos era delgado pero tenía rasgos muy finos casi tirando a afeminado, el otro era más fornido y se veía que le gustaba entrenar en gimnasio, por último estaba esa chica que había visto anteriormente, vestía de forma muy elegante y desprendía la misma aura que había sentido la última vez.
En cuando llegué a la mesa el padre de Keke me presentó ante la familia Huang, los saludé y me recibieron muy bien, acto seguido proseguí a sentarme al lado de la mamá de Keke. Ambos señores hablaban y reían en su idioma sin entender lo que decían; ambos chicos me miraban sorprendidos de que aunque no tenía rasgos de parentesco con la familia Tang me habían presentado como una de sus hijas, debo decir que ambos chicos se me hicieron atractivos, pero no al punto de compararlos con Keke, ya que ella se llevaba todos los méritos por mucho.
Pero esa chica... todo el rato se pasó viéndome sin decir nada, callada y solo se expresaba con "sí" y "no" moviendo su cabeza o su mano, algo así como si no quisiera hablar.
- ¿Cómo te sientes?
- Hasta ahora todo bien señora, pero quisiera preguntarle quien es esa chica.
- Ella es Huang Ling, es hija del señor Huang.
- Lo supuse, he intentado entablar una conversación con ella pero veo que es imposible.
- Ella es muy reservada y de hecho casi no sale de su casa, es raro que ella haya venido y me tiene preocupada.
- ¿Por qué lo dice?
- Es que... ella es una chica de la cual debemos tener cuidado.
- ¿En qué sentido?
- Digamos que ella tiene fama de ser técnicamente un genio, consigue lo que quiere y hasta la fecha no hay nada que no haya podido conseguir.
- ¿Se podría decir que es muy peligrosa?
- Algo así, es conocida como "el espíritu nocturno" ya que no suele dormir mucho y logra pasar desapercibida en todos lados, en algunas ocasiones me llegó a asustar cuando visitaba su casa ya que se aparecía de repente y tal cual aparecía no la volvías a ver hasta que su padre la llamaba.
Eso me dejó pensando ya que lo tenía muy difícil, pero debía hacer todo lo posible para no echar a perder esto. Una vez que terminó la cena pasamos a la sala donde nos tenían preparados algunos bocadillos para los jóvenes y algunas bebidas para los adultos. Sabía que la hora de mi actuación se estaba acercando y mi corazón latía a mil.
En eso uno de los chicos me pidió que saliéramos un momento al jardín así que lo acompañé, el cielo mostraba las estrellas y se veía la luna llena.
- La luna luce hermosa, ¿No te parece?
- Es realmente hermosa.
(El chico se queda en silencio, posterior comienza a reír)
- Vaya, no esperaba que me rechazaras de forma tan sutil.
- Me gusta ir un paso adelante.
- No esperaba ver a otra chica en la cena, esperaba ver a Keke.
- Ella está centrada en sus estudios y con sus proyectos, me pidió que los disculpara.
- No lo entiendo del todo, pero está bien.
- ¿Y bien?
- Tranquila, solo quería salir un momento de ese lugar, enserio no sé cómo los adultos pueden estar todo el rato platicando sin parar.
- ¿Acaso no te gustan las reuniones?
- Para serte sincero no, detesto estar en lugares con mucha bulla, no tengo con quien platicar.
- Hasta cierto punto es entendible, digo, hay veces que los adultos hablan de temas que no son de nuestro interés y terminan siendo algo aburridas.
- Tienes razón, es por ello que prefiero estar con mis amigos o en casa jugando videojuegos, pero papá insiste en que lo acompañemos a sus reuniones para seguir con los negocios familiares ya que quiere que sigamos con el legado pero a mí me da igual, no me llaman la atención esos temas, solo quiero hacer lo que quiero al ritmo que quiero.
- Entiendo...
- Bueno es hora de que regrese sino el viejo se enojara.
- Bien.
(El chico sale y Sumire se queda en la banca del jardín viendo el cielo, está tan perdida pensando que no se da cuenta que el otro chico está cerca de ella hasta que se sienta a un lado de ella rodeando su cintura con su brazo derecho)
- Veo que es cierto que la belleza de Japón cautiva a cualquier hombre.
- ¿Acaso soy una presa?
- Tranquila, solo estoy admirando tu belleza, desde que te vi quedé cautivado tal cual caballero al ver a su damisela en apuros.
- Pues si fueras "caballero" sabrías que es de mala educación tocar a las doncellas sin su consentimiento.
- Cierto, me disculpo.
- De acuerdo, ¿Pero podrías soltarme de una vez?
(El chico hace como que la suelta pero la abraza de nuevo haciendo que su pecho quede contra el de ella, Sumire en vez de quitarlo solo pone una mirada filosa acompañada de una leve sonrisa a lo que el chico se aparta sin dejarla de ver, como si fuera un felino retirándose de su rival sin apartar la mirada)
- Lamento esto, pero no puedo evitarlo al ver a una mujer hermosa.
- Déjame adivinar, eres el chico malo de tu escuela, el que ha salido con la mayoría de chicas de su curso.
- Exacto, soy campeón de pelea y he defendido el título de mi escuela siendo invicto.
- Vaya, toda una proeza.
- Pensé que eso te llamaría la atención, ninguna chica se resiste a mi cortejo.
- Bueno, tal vez yo sea la primera en la que no sirve tu cortejo.
- Me impresionas mujer, veo que eres distinta a las demás, eso hace que esté más interesado en ti.
- ¿A sí?
- Por supuesto, los fuertes deben estar con los fuertes, no hay espacio para los débiles, ¡Tú y yo seríamos imparables!
- Lo dudo mucho, pero te dejaré soñar ese momento.
- Pareces mi padre, el insiste en que sigamos sus pasos empresariales, pero yo tengo una meta en mente, y ser el más fuerte de todos, conseguir a una mujer diga de mi para que tengamos un digno legado, sin importar los intentos que me tomen.
- Algo ambiguo pero pasable.
- Veo que ni así logro cortejarte, me has impresionado mujer.
- Como te dije antes, siempre hay una primera vez para todo.
- Me gusta como piensas, dime tu nombre.
- Heanna, Sumire Heanna.
- Estás en el grupo de las candidatas ideales para mi mujer, espero algún día lograr cortejarte.
- Eso lo veremos.
- Es hora de que regrese adentro Sumire.
- Adelante.
(El chico se retira riendo y ella sigue en la banca, cuando nota que ya se retiró comienza a dejar salir su enojo respirando fuerte para calmarse antes de que ella también regrese)
